29 julio 2017
El homenaje
íntimo a Juan Mari
Su viuda, Maixabel Lasa, su hija y sus dos nietas
participan en una jornada privada en su memoria en Legorreta y Tolosa Familia y
amigos recuerdan al exgobernador civil socialista de Gipuzkoa asesinado por ETA
Hace 17 años ETA asesinó a Juan Mari Jáuregui. El 29
de julio del año 2000 el socialista y exgobernador civil de Gipuzkoa fue
asesinado a tiros en el céntrico restaurante Frontón de Tolosa. Ayer, como cada
uno de estos últimos 17 años, su viuda, Maixabel Lasa, y su familia recordaron
a Juan Mari en la intimidad con una excursión al monolito de Burnikurutzeta que
sus amigos levantaron en su memoria, una ofrenda floral y una comida. Una
jornada protagonizada por sus amigos de siempre. Sus amigos de Legorreta y de
Tolosa, y los que el «hombre bonachón, bromista y campechano que era Juan
Mari», aseguran, hizo en los años que estuvo en política.
«Desde hace tiempo, este encuentro de los que fuimos
sus amigos ya no tiene carácter institucional. Preferimos hacerlo así, con la
gente que de verdad le queríamos, sin cámaras ni fotógrafos», confesó a este
periódico Joxemari Villanueva, el organizador de una jornada que ayer reunió a
más 50 personas. El exalcalde de San Sebastián y diputado del PSE-EE, Odón
Elorza, el diputado foral, José Ignacio Asensio, y la alcaldesa de Tolosa,
Olatz Peon (PNV), fueron algunos de los que se dieron cita para homenajear «a
un vasco hasta la médula, emprendedor y con una humanidad desbordante, que no
conocía el miedo», recuerdan quienes le conocieron bien. Jáuregui tenía muchos
amigos en la política, muchos de ellos nacionalistas. Nunca rompió el diálogo
con la gente de HB, ni en los peores momentos. Un socialista contrario a la
política de frentes y abierto a tender puntos de encuentro. Para desesperación
de sus escoltas, en el Frontón donde ayer se le homenajeó, podía ser
sorprendido almorzando o cenando cuando era gobernador de Gipuzkoa.
Su compañero socialista Odón Elorza le dedicó ayer,
en Legorreta, unas palabras, igual que Villanueva. Después, la excursión al
monolito de Burnikurutzeta, una estela en su recuerdo «que tres veces fue
destruida y luego reconstruida», recuerda su cuadrilla. Su viuda, 'Marixabel',
como él le llamaba, pasó el día como pudo y como lo que es: 17 años sin él.
«Intentando llevarlo de la mejor manera posible. Son días raros...», confiesa
cada año en estas fechas dolorosas. Echa de menos a su compañero y amigo. Ayer
fue un día amargo pero reconfortante a la vez, junto a su hija, María, y sus
nietas, Nerea y Leire. Un día de verano que terminó en torno a una larga
sobremesa.
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