25 agosto 2019
De tornero de Vulcano
a terrorista de ETA
Tras la
desconvocatoria de la huelga del 72 desapareció por completo de Vigo y Galicia.
Ni sus compañeros y
amigos, ni su familia, supieron nada de él hasta que la policía desveló las
identidades de los etarras de Hipercor
El 27 de septiembre, día siguiente de la desconvocatoria de
la huelga general de Vigo de 1972, tocaba reintegrarse a los puestos de trabajo
en las empresas que habían estado paralizadas. Antonio Sangabriel, miembro del
Comité de Vulcano, echó de menos a quien era su compañero más cercano dentro
del propio comité, y uno de los principales los líderes de aquella histórica
movilización obrera que estalló en las víperas del penúltimo suspiro del franquismo.
Sangabriel no supo absolutamente nada de su amigo hasta que, quince años más
tarde, los medios de comunicación publicaban los nombres y apellidos
identificados de los miembros del comando etarra que habían perpetrado la mayor
masacre de la trayectoria terrorista de ETA, el atentado de Hipercor en Barcelona,
con el siniestro balance de 24 muertos y más de 40 heridos. Entre aquellos etarras
se encontraba un individuo llamado Rafael Caride Simón. “¿Rafael? ¿Pero cómo es
posible?” Antonio Sangabriel casi no se lo podía creer. Se trataba del mismo hombre
con el que, codo con codo, participó, siempre en primera línea, en los preparativos
y en las acciones de la huelga del 72. Tras cerciorarse, no tardó en responder
su propia pregunta: sí, era el mismo hombre pero ¿también la misma persona? “Es
un pregunta que todavía me hago hoy -reconoce el histórico líder sindical- y todavía
no soy capaz de responderla”. Y es, también, lo mismo que se preguntan quienes trataron
a Caride Simón en aquellos años, de sus compañeros de partido (PCE), de
sindicato (CCOO), de barrio (San Paio ...) Y todos son unánimes a la hora de
definir cómo le recuerdan:“Un gran compañero, un gran luchador,un buen amigo,
un tipo en el podías confiar a ciegas...”, a lo que Sangabriel añade: “Y un hombre
del que aprendimos todos mucho sobre cómo había que hacer sindicalismo. Porque,
a diferencia de la mayoría de nosotros, que de aquella éramos muy novatos en
estas lides, él tenía las cosas muy claras y sabía exactamente lo que había que
hacer. Era un líder nato”.
Rafael Caride Simón (Vigo,1945), tornero de profesión, de
procedencia familiar humilde, había ingresado muy joven en Factorías Vulcano.
No tardó, pese a su breve formación académica, en militar en las células del
PCG en Vigo e incorporarse a su sindicato clandestino en ciernes, Comisiones
Obreras, cuya estrategia consistía en aprovechar rendijas de la legislación vigente
para “colarse” en los comités de empresa, preferentemente de las del metal. Ya en
los años 60 Caride era conocido por los “obreros rebeldes” que llevaron a cabo
las luchas reivindicativas tanto en Vigo como en Ferrol, por eso Sangabriel
admite que “era, sin duda, el más experto en las tácticas de lucha obrera”. A
la altura de 1972, Caride ya estaba casado con la que fue su primera pareja
conyugal, Deolinda Calvar Fernández, con la que tuvo dos hijas en un matrimonio
que, aparentemente, era feliz. Cuando Deolinda se enteró de que su, ya ex
marido, era uno de los responsables del atentado de Hipercor, su reacción no
pudo ser más rotunda:“Tuvo que haberse convertido en un anormal para ser el
responsable de la matanza de Barcelona”. Y eso que, a esa altura, el matrimonio
ya se había roto y Deolinda lamentaba que “desde que nos abandonó, no se
preocupó de sus dos hijas ni se molestó siquiera en enviar un ramo de flores cuando
falleció la mayor”.
Las últimas pistas gallegas sobre Rafael Caride le sitúan
como empleado en la empresa Pescanova, desde la cual se especula que pudo ser
destinado al País Vasco. Se localiza su presencia en Bilbao entre los años 1977
y 1983, año en el que huyó a Francia, dato que conduce a una inequívoca
conclusión: ya estaba fichado por la policía y no precisamente por sus actividades
sindicales (en la central abertzale LAB) sino porque había ingresado en ETA. A esas
alturas ya había dejado atrás a Deolinda y se había unido a otra mujer. Sus ex
compañeros de Vigo, no obstante, insisten: “No lo hemos vuelto a ver en persona
desde el 26 de septiembre de 1972. Sólo en fotos de prensa y en imágenes de
televisión”. Lo recalca especialmente un compañero con el que tuvo una relación
de amistad, Juan Benavides, por aquel entonces obrero de Citröen, militante del
PCE y, por supuesto, de Comisiones Obreras: “Durante la huelga-recuerda-
estuvimos muchas veces juntos y, en cierta ocasión, nos detuvieron y casi estuvieron
a punto de meternos en la cárcel a los dos. Felizmente, de esa nos libramos”. El
buen recuerdo que Benavides tiene de Caride Simón durante los años de lucha
sindical en Galicia no quita que confiese que, durante la breve estancia del etarra
en la prisión de A Lama, “me planteé muy seriamente hacerle una visita, en recuerdo
de los viejos tiempos, pero al final lo pensé mejor y decidí no hacérsela. Me pesó
más el dolor que había causado a tantas personas que nuestra antigua amistad;
así que no, no fui a verle a A Lama ni tengo el más mínimo interés en
encontrarme con él. Porque si todos los atentados ya de por sí me parecen
deplorables, el de Hipercor es de todo punto miserable, impresentable, injustificable...Repudio
con todas mis fuerzas lo que hizo”.
Uno de los enigmas que rodean la decisión de Rafael Caride
de ingresar en ETA estriba en que, ala par que se producían aquellas
movilizaciones obreras, se estaba gestando una escisión dentro del Partido
Comunista de España, la de la
OMLE y, posteriormente, del PCE (r)o, lo que es lo mismo, la
formación política de la cual saldría el GRAPO, al que se atribuye su primer
atentado, el 8 de octubre de 1975, con el asesinato de Juan Antonio Alba
Escalera. El Grapo nació, sí, en Vigo, y en su núcleo inicial se encontraban
varios gallegos. Entre ellos, Abelardo Collazo Araujo, otro sindicalista. “Por supuesto
que Rafael Caride conocía a esta gente, a los partidarios de la lucha armada;
los conocía él y los conocíamos todos porque, hasta la escisión, fueron
compañeros nuestros en el PCE y en Comisiones- relata Juan Benavides-. Pero,
que yo sepa, Caride nunca concordó con ellos. Rafael era un echao palante,
sí, y algunas veces tuvimos que pararle los pies porque ciertos métodos suyos
rozaban lo violento, pero de ninguna manera podría afirmar, en aquella época,
que era un terrorista, ni mucho menos. La suya, mientras estuvo con nosotros,
era una lucha sindical enmarcada en una lucha, más amplia, que era la de acabar
con la dictadura”. “Además -continúa Benavides- te digo una cosa: se le acusa de
ser el jefe del comando Barcelona, de haber aparcado en los bajos de Hipercor el
coche en el que estaban las bombas que luego hicieron explotar, pero yo estoy
casi seguro de que el Rafael que yo conocí hubiese sido incapaz de colocar esas
bombas. Otra cosa es en el tipo de persona en que se convirtió después y la
razón por la que se metió en ETA. Yo, de eso, no puedo decir nada”.
Tan poco se han probado, ni de lejos, contactos de Caride
Simón con la rama armada de la primera UPG (Moncho Reboiras) ni con el FRAP ,
así como tampoco con la
Assembleia do Povo Unido de la que, a finales de los 80,
surgió el Exército Guerilheiro do Povo Galego Ceibe. Sí hubo relaciones entre
el hoy BNG (antes BNPG) y Herri Batasuna, relaciones que se rompieron en las
elecciones al Parlamento europeo celebradas en 1987, cuando los nacionalistas gallegos
se desmarcaron radicalmente de los vascos. Tan solo una escisión del BNG, laFrente
Popular Galega, continuó “hablando” con HB, al punto de pedir el voto gallego para
los abertzales en aquellos comicios. De todas formas, a Caride Simón no se le
conocía, hasta su traslado a Euskadi, devoción alguna por los nacionalismos independentistas,
ni siquiera por los gallegos. Del atentado de Hipercor se celebraron dos juicios,
uno en 1989 y otro en 2003,
a cuatro miembros deETA (Domingo Troitiño, Josefa Ernaga,
Santiago Arróspide - alias Santi Potros y Rafael Caride Simón). A éste último
se le sentenció con la pena de 790 años y medio de cárcel como “ideólogo del
atentado y participante en el mismo”. Fue extraditado en el año 2000 y
condenado en el juicio de 2003. El pasado lunes terminó definitivamente de cumplir
su condena, aunque ya disponía del segundo grado desde 2017.“Yo -declara
Eduardo Fernández- uno de los máximos dirigentes de CCOO durante la huelga de
1972-, al Caride de ETA no lo conozco de nada. A quien sí conocí fue a Rafael,
un compañero valiente, generoso, con quien hice varios viajes a Madrid para
hablar con los máximos dirigentes del PCE y de Comisiones. Por eso te digo, y
no te lo voy a ocultar, que si ahora mismo me lo encontrase en la calle no
tendría ningún problema en darle un abrazo y tomar un café con él, porque eso
sería un asunto personal. Ahora bien, a lo que me negaría esa participar en
cualquier homenaje que se le hiciese, de esos que ahora se le tributan a los veteranos
de ETA que salen de la cácel. Estoy en contra de esto totalmente. Tienen
derecho a vivir libres el resto de sus días, pero no merecen ser homenajeados”.
No debería preocuparse Fernández por ello. A Rafael Caride
Simón n se le rendirá homenaje alguno, ni dentro ni fuera de Euskadi, porque en
2003 hizo pública su ruptura con ETA y un arrepentimiento (¿sincero?) por el
daño causado a víctimas y familiares.“Yo lo que creo es que Rafael, en un
momento dado, cometió una grave equivocación: se planteó elegir entre la lucha
sindicalista en LAB y armada en ETA. Y, lamentablemente, eligió ETA”, concluye
Fernández. A Antonio Sangabriel también le preguntamos qué haría si se volviese
a encontrar con Rafael Caride Simón paseando, por ejemplo, por Vigo.- Me quieres
poner en un apuro ¿no? –responde entre sonrisas- Pero te voy a decir la verdad
y lo que yo siento: lo saludaría y hasta es posible que le diese un abrazo.
JUAN BENAVIDES
“Estuve a punto de visitarle en A Lama, pero no quise:
había causado mucho dolor”
ANTONIO SANGABRIEL
“Era muy decidido. Todos aprendíamos de él tácticas sindicalistas”
EDUARDO FERNÁNDEZ
“En Euskadi, se planteó elegir entre sindicalismo o ETA y
se equivocó: eligió ETA”
“Está arrepentido,
pero no lo perdonaré nunca”
Roberto Manrique,
superviviente del atentado, mantuvo un cara a cara con Caride
Roberto Manrique fue, durante varios años, portavoz de las
víctimas del atentado de Hipercor, donde trabajaba como carnicero. Hoy se
dedica a asesorar a víctimas de acciones terroristas desde la Unidad de Atención y
Valoración de Afectados por el Terrorismo.
Su figura fue objeto de la polémica cuando, en junio de
2012, aceptó mantener una entrevista con Rafael Caride Simón a requerimiento del
etarra, quien quería así manifestarle cara a cara su arrepentimiento por el
atentado: “Si acepté mantener aquel cara a cara con él -puntualiza Manrique-
fue porque ETA aún no había decretado el alto el fuego definitivo. Todavía estaba
en activo. Si la petición se hubiese producido después del alto el fuego, yo no
hubiese accedido a verme con él. Me habría parecido que lo hacía por pura
conveniencia, para ver si le aligeraban la pena o algo sí”.
“Después de esa entrevista -prosigue Manrique- se dijeron
cosas falsas. Por ejemplo, que era yo quien había citado a Caride Simón, y no
al revés como así había sucedido. También se me acusó de haberle estrechado la
mano, cuando ni lo hice ni tengo pensado hacerlo jamás”. Lo que sí hizo fue creer
en la sinceridad del terrorista arrepentido: “Sí, eso es verdad, creí y creo
que su arrepentimiento era sincero, y por eso lo acepté. Eso sí, ni él nos
pidió perdón ni yo, por mi parte, le he perdonado ni le perdonaré nunca”.
Aquella era la segunda vez que Manrique se encontraba con Caride. La primera
había tenido lugar en el juicio de Hipercor de 2003 “en el que -recuerda
Roberto- me indignó la actitud chulesca tanto de él como de su compañero Santi
Potros, pero el Caride de 2012 parecía no ser el mismo”. Y
de hecho, en parte no lo era: el vigués había decidido romper sus vínculos con ETA,
y esta decisión, que tomó junto a otros exmilitantes presos, provocó que desde
entonces el entorno de ETA abominase de ellos.
Una de
las preguntas que Roberto Manrique le hizo a su verdugo fue: ¿Qué pinta un
gallego como tú en ETA?. “La verdad -recuerda- es que no me llegó a responder
nada en concreto. Me contestó que él había sido sindicalista en Vigo, que había
luchado contra la dictadura, pero no me dio ni una pista más. Eso fue todo”.
Opinión:
Solo aclarar que el titular “Está arrepentido, pero no lo
perdonaré nunca” es correcto pero partiendo de la base de que, aunque sí mostro
arrepentimiento (confirmado por los trabajadores sociales de prisión),
basándose en “su” concepto católico del perdón en ningún momento Caride pidió
perdón… por lo tanto, no me planteo dar nada que antes no se me pida…
Y en cuanto al tema de “dar la mano”, ya he explicado que
alguien fue como víctima del terrorismo también a visitarle y le estrechó la
mano en dos ocasiones y le hizo un regalo… pero no fui yo…
Espero que quede definitivamente claro ante las continuas
mentiras que ciertos personajes se empeñan en difundir… Son muy cansinos.