13
junio 2025
Rosa
Lluch: “Los que no paran de hablar de víctimas del terrorismo nunca nos
preguntan qué necesitamos”
La
hija del exministro socialista Ernest Lluch, asesinado por ETA, ve
“preocupante” que una parte de la sociedad “está mitificando el franquismo, la
represión, la falta de democracia”
Han
pasado 25 años desde que su padre, el exministro socialista Ernest Lluch, fue
asesinado por la banda terrorista ETA. En ese momento, Rosa Lluch, su hija,
tenía 30 años. Hoy, con 55, confiesa que no ha perdonado porque no lo necesita,
reconoce que le cuesta verse como una víctima porque tiene “muchas identidades”
más allá de la tragedia y reprocha que la derecha quiera “banalizar” el dolor
de las víctimas. “Los que no paran de hablar de las víctimas del terrorismo
nunca nos han preguntado qué necesitamos”, denuncia. La historiadora, que este
jueves participó en València en un acto homenaje a los Deu d’Alaquàs, cree que
es hora de reivindicar la imagen de “unidad” surgida de aquel acto de
represión. La detención de todos ellos fue, dice, la mejor representación de la
falta de libertad en regímenes autoritarios: “te detienen por pensar, por
hablar, por intentar llegar a acuerdos”.
Han
pasado 25 años del asesinato de su padre, de Ernest Lluch. ¿Ha podido perdonar?
¿Cómo se sigue adelante después del terrorismo?
Yo
no necesito perdonar. Es verdad que es una situación que cada uno vive como
puede, más que como quiere. Pero perdonar es una cosa que no he necesitado, que
tampoco me he planteado. Eso sí, el tiempo ayuda a poner las cosas en su sitio,
a verlo todo con más perspectiva y con más calma. Pero tengo muy claro que el
hecho de que a mí no me pase no quiere decir que no piense que, si hay que
pedir perdón, se tiene que pedir perdón.
Este
jueves participó en un acto homenaje a los ‘Deu d’Alaquàs’. ¿Cuál cree que es
la importancia de lo que ocurrió, de aquel episodio de represión?
La
importancia histórica que tuvo es fundamental. Fue fundamental porque diversos
miembros de diversos grupos políticos o espacios políticos vieron que era
necesario encontrarse, reunirse y llegar a acuerdos. Y por lo tanto, una de las
lecciones que nos da es que hay personas que ponen el beneficio común, el
beneficio de todos, por encima de sus intereses de partido o personales.
Además, es un caso típico del franquismo, de una dictadura: te detienen por
pensar, por hablar, por intentar llegar a acuerdos. Te llevan a comisaría, te
amenazan porque no quieren que la gente piense por sí misma. La dictadura no
podía permitir una reunión donde se hablara de un futuro en libertad. Y menos
aún cuando hablaban del autogobierno, de libertad, de recuperar las instituciones,
de normalizar la lengua, la cultura. Pero también destacaría que cuando los
detuvieron, la movilización de los que no habían participado en estos
encuentros fue muy importante, incluso algunas facciones de la derecha
valenciana también los acabaron ayudando. Creo que la imagen de unidad de aquel
momento es el ejemplo al que nos tenemos que acercar.
Nunca
ha formado parte de ninguna asociación de víctimas del terrorismo. ¿Cómo valora
su papel público y su discurso?
Yo
en realidad no soy miembro de ninguna asociación de estas que tienen
reconocimiento en televisión, pero si estoy en un grupo con víctimas del
terrorismo, de ETA, del GRAPO, de la ultraderecha y de los terribles atentados
de 2017 en Cataluña. Lo que creo es que la utilización del dolor de los otros
es repugnante. Los que no paran de hablar de "víctimas" nunca nos han
preguntado qué necesitamos, o qué queremos. Para hablar en nombre de otro
tienes que preguntarte primero si el otro quiere que hables en su nombre. Y de
las personas con las que yo trato, ninguna nos sentimos identificadas con la
utilización de las víctimas que se está haciendo por parte de la derecha. La
palabra es banalización, se está banalizando el dolor de otras personas, se
está jugando con el dolor con un punto de bajeza muy grande, haciendo ver que
hay víctimas de primera y de segunda. Pero tengo que decir que, entre víctimas,
estos problemas no los tenemos. Los que pensamos diferente es porque pensábamos
diferente antes de convertirnos en víctimas, porque también somos personas con
nuestra complejidad. Son determinados políticos los que están generando
divisiones entre víctimas y entre asociaciones de víctimas. Yo siempre digo que
me gustaría que todas estas asociaciones, no sé si oficiales, publicaran el
número de miembros que tienen, porque yo conozco tantas víctimas que no se
consideran representadas por ellas que me pregunto en nombre de quién hablan
La
situación política ha cambiado tanto en España desde el asesinato de su padre
que hoy Bildu se sienta en el Congreso y apoya al Gobierno de España. ¿Esa
normalización es una buena noticia?
Siempre
es una buena noticia que se deje de utilizar la violencia, la violencia es
absolutamente intolerable. La violencia es la antipolítica, es lo que ejerce
quien no sabe luchar con las palabras. Que estén en el Congreso es una noticia
democrática, porque los han votado y, si creemos en la democracia, tenemos que
entender que tienen el apoyo de buena parte de la sociedad. Además, muchos de
los actuales diputados también estaban en contra de la violencia de ETA y han
hecho un esfuerzo, un camino hacia el arrepentimiento y hacia el abandono de
las armas. No podemos estar reprochándoles toda la vida lo que pasó, de la
misma forma que nosotros no reprochamos al PP que algunos de sus fundadores
eran franquistas. ¿Por qué tenemos que perdonar a un policía torturador y no
tenemos que perdonar a alguien que se arrepintió? O ¿por qué tenemos que
olvidar los crímenes del franquismo, pero no podemos olvidar los crímenes de
ETA? No lo entiendo porque, además, no hay que olvidar que personas como mi
padre fueron víctimas del franquismo y víctimas de ETA.
¿Le
preocupa que pueda olvidarse? ¿Cree que ese olvido va en relación a cierta
mitificación del autoritarismo y del pasado y al auge de los discursos de odio?
Sí.
Es algo muy preocupante. Hay una parte de la sociedad que está mitificando el
franquismo, la represión, la falta de democracia. Hay gente joven dice de la
actual situación política que es una dictadura y, hombre, deberíamos conocer la
historia. Las cosas han cambiado para bien. Pueden mejorar, claro que sí, pero
se ha avanzado mucho. También me preocupa la utilización perversa de las
palabras como “demócrata”, “antidemócrata”, “dictadura”, “represión”,
“fascista”, “franquista”, “libertad”. O que se haga resurgir el terrorismo de
ETA cuando ya no existe. En la universidad estoy en contacto con jóvenes y veo
que se están reproduciendo unos comportamientos que tenía por superados.
En
el acto de homenaje a su padre tras su asesinato, la periodista Gemma Nierga
dijo aquello de “ustedes que pueden, dialoguen, por favor”. ¿Cómo debería ser
hoy ese diálogo y qué medidas deberían salir de él para mejorar la vida de las
víctimas?
Lo
primero que se debería hacer es dejar hablar a las víctimas, pero sin
micrófonos delante. Sencillamente, preguntar qué necesitan, qué se puede hacer
para mejorar su situación. Porque hay víctimas y víctimas, porque no todo el
mundo vive el dolor igual. Hay gente a la que le han quedado secuelas físicas y
que no está recibiendo ayuda, gente que tiene secuelas psíquicas y otras
víctimas que han vivido de ser víctimas. Quiero decir, que hay víctimas que se
han dedicado a trabajar con todo el alma por otras. Y se debería hablar menos
de ellas y más con ellas. Y entender que somos más que víctimas. A mí me cuesta
verme como víctima, es una identidad que no elegí, que no quise y que no me
hace sentir cómoda, porque tengo muchas otras identidades. Además, cuando
pienso en mi padre, pienso que no está, no pienso en cómo murió, porque la
muerte es un momento, pero tenemos que recordar la vida, que es lo mejor que
tenemos.
Se
dice que quien no conoce la historia está condenado a repetirla. ¿Observa que
se retrocede en lo ya conseguido en cuanto a convivencia, pero también en
cuanto a los derechos de las víctimas?
Creo
que hay que hablar y explicar. Creo que la historia la tenemos que conocer
todos. Hay experiencias muy bonitas de gente que está en los institutos
explicando su experiencia como víctima o su experiencia durante el franquismo.
Son ejercicios que se tienen que hacer porque así se evitarían algunas de las
afirmaciones que estamos oyendo. ¿Si se puede repetir? Sí, los humanos somos
humanos, pero si conocemos de dónde venimos y algunas experiencias como los Deu
d’Alaquàs, eso facilitaría las cosas, sobre todo en la explicación de todo esto
la gente más joven.
¿Cómo
cree que a su padre le habría gustado ser recordado por las generaciones más
jóvenes?
Creo
que le gustaría ser recordado como un profesor. Quiero decir, como una persona
que aprende y enseña, que se hace preguntas, busca respuestas y quiere saber y
tiene curiosidad por todas las cosas. La vida de mi padre es la vida de una
persona que tiene interés por saber cómo vive la gente y cómo mejorar. Como
docente, lo que le gustaba era enseñar, compartir conocimiento, tanto que fue
uno de los pocos políticos que volvió a su trabajo, a ser profesor y a tener
grupos de alumnos.
Opinión:
Aparte de coincidir al 100% en las declaraciones que aporta
Rosa Lluch, debo decir que cuando leo los comentarios de otras víctimas en el
grupo de wasap que Rosa menciona y que compartimos, aprecio una muestra impresionante
de la pluralidad que existe en el mundo de víctimas del terrorismo…
independientemente del las opciones políticas, ideológicas o religiosas que cada
uno de nosotros pueda tener en su opción personal.
Como bien dice Rosa, hay muchas víctimas que estamos muy
cansadas de todos esos que han ido apareciendo en el paso del tiempo hablando
en nombre de “LAS” víctimas cuando jamás nos han preguntado, a tantas y tantas
otras, qué opinamos.
Es más, no se lo preguntan ni a las que tienen en unos
listados pero por las que hace al menos veinte años que no se preocupan.