3 marzo 2014
ETA descarta entregar las armas y ahora promete sellar todos sus zulos
La banda intenta mejorar la maltrecha imagen de la Comisión Internacional de verificadores dándole un papel protagonista
ETA descarta un desarme y ahora, tras el fiasco de la pasada semana de los verificadores, propone un nuevo sucedáneo de la ansiada entrega definitiva de las armas: el «compromiso» de «sellar» sus zulos sin especificar quién garantizará que jamás vuelvan a reabrirse. La banda, en un comunicado fechado el 24 de febrero, solo un día después de que la Comisión Internacional de Verificación (CIV) reconociera ante la Audiencia Nacional que los terroristas se habían llevado ese material supuestamente neutralizado de vuelta en una caja de cartón, intenta de paso 'resucitar' a esa maltrecha comisión, cuya labor, no reconocida en ningún momento por el Ejecutivo central, ha quedado en entredicho por aceptar como gesto de la banda el supuesto precintado de un ínfimo arsenal de pistolas obsoletas y explosivos a puntos de caducar.
En su nuevo comunicado, ETA evita hablar, una vez más, de desarme definitivo y, mucho menos, de disolución. Es más, da a entender que no tiene intención ni de destruir sus arsenales ni de entregarlos a las fuerzas de seguridad. Ni tan si quiera de dar las armas a los verificadores para que ellos las inutilicen para siempre. Los terroristas ya avanzan que lo más cercano al desarme que tienen en mente es un proceso para precintar sus zulos, supervisado por el grupo que dirige Ram Manikallingam.
«El proceso de sellado de arsenales ha comenzado y el compromiso de ETA es llevarlo hasta el final, hasta el último arsenal», afirma con solemnidad el comunicado publicado por la web naiz.info, plataforma digital del diario Gara. Con ese precintado de los depósitos, la banda terrorista dice que «garantiza» que sus «armas, explosivos y dispositivos» se encuentran «fuera de uso operativo». Y que ofrece «seguridad a la ciudadanía y a la comunidad internacional» de que el proceso va en serio.
El texto de ETA incluye lo que la organización presenta como una suerte de hoja de ruta para esa maniobra de precintado, en la que da al grupo internacional un papel protagonista. Asegura que ya ha acordado con la CIV una «nueva misión» que tiene dos pasos. El primero es que la comisión «verificará el proceso de sellado que llevará a cabo ETA» con «un método ya prefijado», que no desvela. El segundo consiste en que los verificadores se quedaran con «el inventario que se haga de las armas, explosivos y otros dispositivos». En ningún momento, la banda ofrece garantías de que no vaya a desprecintar esos arsenales ni explica quién se va a responsabilizar de que el material de esos zulos no vuelva a usar ni quién va a custodiar esos depósitos de armas.
«Difícil»
Los terroristas insisten en que este proceso para poner, al menos, momentáneamente las armas fuera de circulación es «difícil y no exento de dificultades», por lo que llevarlo a buen fin no depende solo de «la voluntad de ETA y de la profesionalidad de la Comisión de Verificación Internacional». En esa línea, apunta que cualquier «ataque» u «obstáculo» al sellado puede condicionar la viabilidad de proceso y por ello demanda a todos los agentes implicados a actuar con «responsabilidad». La organización terrorista considera que este precintado debe ayudar a fomentar el «clima para el diálogo y el acuerdo» y para «avanzar en otras cuestiones».
El nuevo anuncio de ETA fue totalmente ignorado por el Gobierno central, para quien no ameritó ni tan siquiera una valoración oficial por considerarlo «burda propaganda». La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, se limitó a exigir a la banda que se «deje ya de teatros y que se disuelva de una vez». En términos muy similares se expresaron los socialistas vascos que tildaron el comunicado de «carnaval de escenificación». Por su parte, el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, dijo que el nuevo texto de ETA «apunta en la buena dirección, pero no es suficiente, porque no es momento de palabras, es momento de acciones».
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