16 noviembre 2015 (15.11.15)
Una guerra
Nadie puede
abrigarse en retóricas ridículas. No, no es cierto que todas las religiones
sean benefactoras; menos aún, que el objetivo de todas sea la paz en el mundo
No es terrorismo. Es guerra. Ya está bien de eufemismos.
Que llevan al desastre. Sólo. Es una guerra, en la
que el parapeto fronterizo del Mediterráneo se ha disuelto. Es una guerra que está aquí, en todos
y cada uno de los países de una Europa fuertemente islamizada. Que está aquí,
tanto como en Irak o Siria. No es cualquier tipo de guerra. Es una a cuyo
anacronismo se creía nuestra alegre modernidad inmune: guerra de religión,
conforme a las reglas de sumisión que atan al musulmán a un Alá cuyos mandatos
constituyen la única ley mundana.
Nadie puede abrigarse en retóricas ridículas. No, no
es cierto que todas las religiones sean benefactoras; menos aún, que el
objetivo de todas sea la paz en el mundo. El mandato coránico es explícito
y muy poco concordante con fantasías benévolas: la guerra que
los yihadistas despliegan contra el mundo infiel es lucha contra una
resistencia diabólica al mandato de Alá. Y, para esa resistencia, contempla el
Corán un solo castigo: la muerte. Indiferenciada. En un concierto de heavy
metal como en un partido de fútbol. En París como en Madrid. Porque todo no
musulmán es culpable de estar vivo.
La alternativa hoy en Europa no es paz o guerra. La
guerra está aquí: Europa es territorio
de yihad para los musulmanes piadosos. La alternativa a la cual los europeos se confrontan es más agria:
dar esa guerra y ganarla, o aceptar ir de cabeza al matadero. Los discursos
pacifistas son hoy cómplices estúpidos de la teocracia. No es "venganza" aniquilar a EI. Es legítima defensa.
Sé que no es confortable decir esto. La verdad nunca
lo es. Todo el mundo desea que le ofrezcan dulces consuelos. Y la verdad no
consuela. Pero hasta un socialdemócrata tan tibio como Hollande ha acabado por alzar constancia de
lo inocultable: el islam ha declarado
guerra a Europa; si esa guerra no la ganamos, todas las
estructuras de libertad que Europa forjó durante siglos serán reducidas a
escombros. Eso se juega. En esta guerra. Porque es guerra. De dimensiones
mayores. Que nadie se consuele llamándola «terrorismo».
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