02 octubre 2021
«Sin ETA, sus presos están desnudos de autojustificación del daño causado»
Sostiene que el terrorismo despersonaliza a las víctimas y los encuentros son una forma de devolverles la humanidad frente a los asesinos
Eduardo Santos Itoiz Consejero de Justicia del Gobierno de Navarra
Los encuentros entre Maixabel Lasa e Ibon Etxezarreta, uno de los asesinos de su marido, Juan Mari Jáuregui, no habrían sido posibles sin la mediación de Eduardo Santos Itoiz (Pamplona, 1973). Exdiputado en el Congreso y secretario general de Podemos en Navarra, el también consejero de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno navarro estuvo la semana pasada en la cárcel de Pamplona, donde se proyectó ‘Maixabel’. No acudió a verla ninguno de los diez presos de ETA que hay en ese centro.
– ¿Le dolió?
– ¿Doler? No. Hay muchas circunstancias por las que podrían no haber acudido, así que yo sería prudente antes de emitir un juicio. Ahora bien, sí es deseable que estas personas den pasos firmes y sinceros hacia el reconocimiento del daño causado y que además lo hagan público.
– Usted medió en los encuentros entre Lasa y Etxezarreta. ¿Es verdad que les ofreció su casa? – Sí, es cierto.
– ¿Qué recuerda de ello?
– Fue una experiencia positiva en términos profesionales y personales. La justicia restaurativa es un medio de empoderar a la víctima. Una de las cosas más terribles que hace el terrorismo es despersonalizar a las víctimas. Y esto supone volver a humanizarlas delante de sus asesinos. Ahora bien, no se puede obligar a ninguna víctima a participar, ni ninguna es mejor ni peor por hacerlo.
– Vivir ese momento en directo debió de ser impactante...
– Fue un proceso muy gradual. Haces una preparación con la víctima y, sobre todo, con el victimario, porque de lo que estás tratando es de que sea libre.
– ¿Cómo?
– En el camino que ha iniciado, el victimario se tiene que despojar de cualquier elemento que justifique el ejercicio de la violencia. Que los hay muchos. Una parte de la sociedad y la izquierda aber tzale han suministrado un aparato ideológico que daba cobertura a hechos violentos. Pues estas personas se han despojado de todo eso. Y eso es lo que les da la libertad, aun estando dentro de la cárcel.
– Debe de ser un proceso duro.
– Al quitarse todos esos ropajes, se queda indefenso ante la víctima. No tiene otro remedio que reconocer el daño causado, sin ningún tipo de paliativo. Y estar desnudo ante esa realidad es muy duro. Porque están en la cárcel por lo que han hecho. Es muy duro pero es necesario. Y es un paso hacia la convivencia.
– ¿Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta –dos de los tres asesinos de Jáuregui que mantuvieron encuentros con Lasa– son la excepción?
– No, yo entiendo que no. Creo que fueron adelantados a su tiempo porque lo hicieron en un momento en que ETA estaba matando y había una fuerte presión colectiva para que nadie se saliera de un determinado guion en el colectivo de presos. Lo que nos Reinserción enseña la película es que esto no es imposible.
– El Gobierno dijo que retomaría los encuentros dentro de la cárcel después de que Rajoy los suspendiera.
– Intuyo que ahora estamos en otro escenario. ETA ya ha desaparecido. Los internos se quedan más desnudos de autojustificación en términos de reconocimiento del daño causado. Eso se puede decir colectivamente, pero tiene mucho más valor si lo hacen individualmente ante las personas a las que infligieron ese daño tan terrible. Siempre que sea posible, claro.
– ¿Esos encuentros pueden traducirse en beneficios penitenciarios para los internos?
– No, no. Una de las claves de los encuentros es que se dejó muy claro desde el principio que su participación no suponía la concesión de ningún beneficio penitenciario.
– Pero sí se tienen en cuenta a la hora de valorar temas como traslados o progresiones de grado...
– Sí es un factor positivo que yo entiendo que debería tenerse en cuenta, pero ‘per se’ no era lo buscado. Y para las personas que entraron en estos encuentros tampoco era una prioridad. Primaban mucho más su evolución personal y la necesidad de reparar a la víctima.
– Usted defiende que la justicia restaurativa debe interpelar al conjunto de la sociedad. ¿Qué tiene que decir la ciudadanía en un encuentro entre una víctima y su victimario?
– La justicia emana del pueblo. La ciudadanía está representada en las leyes. Por tanto, el reproche social a la conducta del victimario está contenida en el proceso judicial.
– ¿Y entonces qué añade la justicia restaurativa?
– Da un camino a la reinserción. Si alguien se responsabiliza de sus hechos, es mucho más difícil que los vuelva a cometer. Esa es la clave. Esto no es porque te torturaron, porque había un pueblo oprimido... Es que tú cogiste una pistola e hiciste este daño. Afróntalo. Y cuando lo afrontas, el planteamiento político se cae. Y si lo asumes socialmente, encima estás mandando un mensaje que deslegitima la violencia.
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