25 febrero 2025 (22.02.25)
30
años de la 'socialización del sufrimiento'
Sara
Hidalgo García de Orellán, historiadora.
El
23 de enero de 1995 ETA asesinó en San Sebastián a Gregorio Ordóñez, teniente
de alcalde del Partido Popular en el Ayuntamiento de la capital guipuzcoana y
cabeza de lista para la Alcaldía de la ciudad en los comicios locales que se
iban a celebrar unos días más tarde. ETA sabía contra quién atentaba. Ordóñez
era uno de los pulmones más importantes del PP en ese momento y una de sus
grandes esperanzas, estaba dinamizando enormemente el centro-derecha vasco con
un estilo comunicativo directo y claro, y uno de sus 'leitmotivs' políticos era
la lucha contra ETA y la dignificación de las víctimas. Por ello, sus pasos
empezaron a ser seguidos y ETA dictó sentencia: había que asesinarlo.
Este
hecho marcó un hito en la historia vasca: ETA inauguró la etapa de la
denominada 'socialización del sufrimiento', que duró hasta el cese de las
actividades terroristas en 2011. La nueva estrategia venía marcada por la
necesidad de Herri Batasuna de redefinir su proyecto, conscientes del sostenido
descenso de apoyo social y político al que se estaban enfrentando. ETA, por su
parte, también se encontraba en un momento de debilidad interna, tras el
descabezamiento de su cúpula en Bidart en 1992, la cada vez más efectiva lucha
antiterrorista derivada del Pacto de Ajuria Enea, y el cada vez mayor apoyo
social que tenían grupos pacifistas como Gesto por la Paz.
Así
las cosas, a inicios de 1995 Herri Batasuna inició un proceso de redefinición
con el debate de la ponencia 'Oldartzen'. Ahora se trataba, en sus propias
palabras, de dejar de resistir para empezar a «arremeter» -como bien reza el
título-. Sobre quién sería el sujeto sufriente, sus dirigentes fueron
explícitos: «Nos va a tocar sufrir, pero ese sufrimiento lo vamos a compartir
con ellos», afirmaba Joxe Mari Olarra, miembro de la Mesa Nacional de este
partido. A partir de entonces la violencia terrorista estuvo presente en el día
a día para un sinnúmero de personas en Euskadi. Jueces, intelectuales,
periodistas, profesores, políticos, activistas, artistas o cualquiera que
disintiera públicamente del proyecto totalitario de ETA pasaba a ser potencial
objetivo.
Otro
de los hitos que marcaron este tiempo fue el asesinato del socialista Fernando
Buesa. Abogado, consejero de Educación, vicelehendakari y diputado general de
Álava, Buesa se caracterizó en su ejercicio político por su condena rotunda al
terrorismo etarra y por su constante apuesta por el diálogo y la razón en el
ejercicio político. Una persona esencial del PSE-EE que fue asesinado junto a
su escolta, Jorge Díez, el 22 de febrero de 2000, en el campus de la UPV/EHU de
Vitoria, cuando se dirigía a una reunión para preparar la campaña de las
elecciones generales que iban a celebrarse el mes siguiente. Estos días
celebramos el 25 aniversario de este luctuoso hecho.
Además
del asesinato, esta estrategia usó la presión social y la amenaza continua como
una forma de imbuir miedo en la sociedad. Y es que, antes de llegar al
asesinato, la expresión más extrema de esta estrategia, ETA y su entorno iban
creando un sujeto víctima a través de un proceso complejo en el que la amenaza,
la deshumanización y el aislamiento social se mezclaban con una narrativa
justificadora de esa violencia. Se extendió así la denominada 'violencia de
persecución'.
La
violencia de persecución tuvo muchas caras: amenazas, presión y aislamiento
social, control, acciones de 'kale borroka', insultos, extorsiones, agresiones
físicas y un largo etcétera. La agresión psicológica podía ir seguida de la
agresión física. Y es que el peaje psicológico por oponerse al totalitarismo de
ETA en estos años fue altísimo. Ir a pasear y que alguien te increpara o
incluso te empujara; ver el nombre propio escrito dentro de una diana en tu
localidad; recibir una bala en tu propio buzón; que arrojaran un cóctel molotov
a tu casa; sentirse vigilado; que te llamaran por la noche a tu casa para
amenazarte, y un largo etcétera son solo ejemplos de la infinita lista de
situaciones que se vivieron. Para su reconstrucción histórica, la recogida de
relatos orales es fundamental, pues a través de ellos podemos acceder a todas
esas experiencias no siempre codificadas en otro tipo de soportes.
A
los treinta años de la inauguración de la 'socialización del sufrimiento' es
obligado conocer este periodo histórico y los hechos que lo jalonaron para que
no se pueda volver a reproducir. Pondré un ejemplo: este pasado verano, Covite
registró 71 actos de apoyo a ETA durante las fiestas en Euskadi y Navarra. Unos
actos que no constituyen una buena pedagogía para nuestros adolescentes y
jóvenes, los protagonistas de la sociedad del mañana. Estudiemos, analicemos y
aprendamos de aquel tiempo oscuro de nuestra historia reciente. Esa sí es una
buena pedagogía.
Opinión:
Dice la información publicada por la historiadora Sara
Hidalgo García de Orellán que, tras el asesinato de Gregorio Ordóñez en enero
de 1995, la banda terrorista “ETA inauguró la etapa de la denominada
'socialización del sufrimiento'”.
Para empezar, decirle que tras ese atentado cometido en San
Sebastián organicé una concentración de repulsa frente al centro Comercial
Hipercor, en mi época de delegado en Catalunya de la ANTIGUA Asociación
Víctimas del Terrorismo.
De la respuesta “histórica” de mucha gente vasca al atentado
en Hipercor podríamos hablar largo y tendido… me consta que no fueron mas de
400 los valientes que respondieron a la convocatoria de Gesto por la Paz.
400 de una población de mas de 2.132.852 personas. Digno
de estudio sociológico e histórico ¿no creen?
Pero hay un detalle más. Para mucha gente es obvio que el
terrorismo de ETA solo afectó en territorio vasco y, si me apuran, también
navarro. Pero si hablamos de “socializar” ¿en qué pensamos? La definición del
diccionario de la real Academia Española nos presenta una acepción que dice lo
siguiente “extender al conjunto de la sociedad algo limitado antes a unos pocos”.
Entenderíamos que, al hablar de 'socialización del
sufrimiento' estaríamos hablando de extender ese sufrimiento causado por el
terrorismo al conjunto de la sociedad ¿no?
Por ello, y sin obviar el sufrimiento que causó el asesinato
de Gregorio Ordóñez y su representación ideológica y política ¿se olvida que un
atentado contra u centro comercial lleno de ciudadanos civiles sin
representación alguna no “socializó” el sufrimiento?
Sinceramente, en Catalunya lo “socializó” de modo
evidente. 500.000 ciudadanos se manifestaron en Barcelona contra aquella
masacre.
Esa 'socialización del sufrimiento' ¿no sería digno de un
estudio más amplio? Solo puedo asegurar que empezó antes de los 30 años que
marca el estudio de la señora Sara Hidalgo. Y si ella lo desea, un día podemos
hablar sobre el tema incluso son testimonios. Aunque hayan pasado ya casi 38
años.
Y un enorme abrazo para Consuelo.

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