09 junio 20925
A
través de la unidad oficial contra la radicalización, Prevent
El
Gobierno británico lanza un plan antiterrorista que clasificará como
«sospechosos» a quienes critiquen la inmigración masiva
El
Gobierno británico da un nuevo paso hacia la censura ideológica. La unidad
oficial contra la radicalización, Prevent, ha lanzado una nueva versión de su
curso obligatorio para funcionarios públicos en la que se advierte de que
cuestionar la inmigración masiva o denunciar la falta de integración de ciertos
grupos puede ser motivo suficiente para activar mecanismos de vigilancia
estatal.
Según
el programa, que se presenta como una herramienta para «apoyar a las personas
susceptibles a la radicalización», expresar preocupación por la amenaza que
supone la inmigración para la cultura occidental es ahora una señal de alarma.
En otras palabras: criticar el multiculturalismo puede bastar para ser
etiquetado como extremista y ser investigado por potencial radicalización.
La
formación, disponible en el sitio web del Gobierno británico, debe ser
completada por miles de profesionales del sector público, en particular
docentes y empleados de administraciones locales, como parte de su desarrollo
profesional. La imposición de este tipo de contenidos se enmarca en una
política cada vez más represiva contra quienes disienten del discurso oficial
sobre inmigración y cohesión social.
Prevent
ya fue objeto de críticas por equiparar la amenaza del terrorismo islamista
—con 96 muertos en Reino Unido en el siglo XXI— con la llamada «extrema
derecha», responsable de tres víctimas mortales en el mismo periodo. A pesar de
que las derivaciones por islamismo han ido a la baja, los casos vinculados a la
derecha no han dejado de crecer y ya suponen el 24% del total, frente al 18%
del año anterior.
El
Ministerio del Interior ha intentado justificar esta deriva ideológica
afirmando que el objetivo no es restringir la libertad de expresión, sino
«proteger» a quienes podrían radicalizarse. Pero lo cierto es que las nuevas
directrices convierten a cualquier ciudadano preocupado por el futuro de su
país en un potencial sospechoso. Hasta el propio primer ministro Keir Starmer
podría encajar en los nuevos criterios, tras su reciente discurso en la
conferencia «La isla de los extraños«.
El
director del MCC Bruselas, Frank Furedi, ha advertido de lo que realmente se
esconde tras la actualización de Prevent: «No buscan llenar las cárceles con
nacionalistas culturales. Quieren silenciar el debate sobre raza, islam,
cohesión social y multiculturalismo. Su objetivo es que esas opiniones se
vuelvan inaudibles».
Mientras
el programa amplía su control sobre la disidencia, los verdaderos radicales
siguen actuando impunemente. Varios «derivados» del programa, como Axel
Rudakubana, el asesino de tres personas en Southport, han terminado cometiendo
crímenes violentos pese a haber pasado por la supervisión de Prevent. Un
ejemplo más del fracaso de un sistema obsesionado con perseguir opiniones
mientras ignora amenazas reales.

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