27 octubre 2025
Àlex
Romaguera i Vendrell Periodista, autor del libro ‘Víctimas SA’
“La
AVT se escapa de lo que marcan sus propios estatutos de mantener una
imparcialidad”
“No
todas las muertes cuentan igual”, denuncia este periodista crítico con una
doble vara de medir a las víctimas del terrorismo y con la instrumentalización
de determinadas asociaciones
Àlex
Romaguera (Barcelona, 1970) pasó esta semana por Pamplona para presentar su
ensayo Víctimas SA, editado por Txalaparta, sobre la “lógica excluyente del
reconocimiento a las víctimas del terrorismo” y del papel de entidades como la
AVT, Covite, Foro de Ermua, DENAES, Hazte Oír o Dignidad y Justicia “en la
consolidación” de un “relato hegemónico". Un discurso que “legitima la
represión, invisibiliza otras violencia y alimenta el ascenso de discursos
ultraconservadores” mientras otras víctimas “han sido sistemáticamente
excluidas del duelo público”. Romaguera venía de publicar Víctimes en so de pau
(en son de paz), conversaciones con personas como Pili Zabala, Rosa Rodero,
Sara Buesa, Rosa Lluch o Aitziber Berrueta.
Tema
delicado. En su libro sitúa su propósito en un apunte preliminar.
Hay
unas víctimas que no son reconocidas como tales, mientras otras sí figuran en
la lista oficial del Ministerio del Interior. Actualmente en el Estado español
hay 6.000 víctimas reconocidas, mientras quedan excluidas aquellas que han
padecido una vulneración o lesión a su integridad física y psíquica por la
extrema derecha, los sectores que operaban en el marco de la guerra sucia, y
los Cuerpos de Seguridad del Estado. Hay un colectivo muy amplio que no tiene
encaje en la actual arquitectura jurídica. Pese a algunas demandas no se
incorporaron como víctimas del terrorismo a las personas afectadas por estas
vulneraciones. Esto hace que no tengan una reparación en términos materiales,
económicos y legales. Esa inequidad hay que constatarla.
Realiza
un recorrido cronológico.
Existe
un discurso según el cual hay unas víctimas verdaderas y otras que no lo son,
una violencia legítima y otra ilegítima. Un relato hegemónico que básicamente
ha gravitado en torno a la Asociación Víctimas del Terrorismo, principal
entidad de las 34 que existen. La AVT concita el consenso del Estado y tiene el
acompañamiento de PSOE y PP, aunque su deriva es clarísima al servicio de los
intereses del PP.
Venía
de una trayectoria previa.
La
AVT nació en 1981. Mantuvo una cierta equidistancia a raíz del Pacto por las
Libertades y contra el Terrorismo del 2000, fue incorporada como la figura de
la Fundación Víctimas del terrorismo, ente que aglutina a todas las entidades,
pero a raíz de los atentados del 11-M en Atocha, entró en la junta Francisco
Javier Alcaraz, exmilitante del PP, familiar de víctimas del atentado de ETA en
el cuartel de Zaragoza. Con el acompañamiento y el apoyo del PP inició lo que
se llama la ‘rebelión cívica’ sobre la teoría de la conspiración al lado de
medios como El Mundo o la Cope y el discurso de Gobierno ilegítimo. La AVT se
convirtió en el buque insignia de un relato al lado de la Conferencia Episcopal
o plataformas ultracatólicas como Hazte Oír o Foro de la Familia y del PP.
Zapatero
terminó su mandato con el anuncio del final de ETA. ¿Cuál fue el papel de la
AVT con Rajoy?
Había
entrado de presidenta Ángeles Pedraza, madre de una niña muerta el 11-M, que
acentuó el papel de lobby conservador (estuvo hasta 2016) con mano de hierro y
guante de seda. Tuvo interlocución con Fernández Díaz y Rajoy básicamente,
presionándoles al máximo en varios aspectos. En 2013, por ejemplo, montaron una
serie de movilizaciones contra la abolición por Estrasburgo de la doctrina
Parot. interpelando a la judicatura y magistratura para que no se acercasen
presos, incluso emplazando a Rajoy a que se retirase del Convenio por los
Derechos Humanos… Ángeles Pedraza tenía un perfil muy duro.
¿Y
con Pedro Sánchez?
La
AVT se ha imbricado en una ofensiva sobre todo con María San Gil, presidenta
del Observatorio CEU, y con Hazte Oír, y empieza a incorporar el argumentario
más ultraconservador, mucho más cerca de Vox que del PP, aunque en los últimos
años ha sido determinante el papel de Ayuso. La AVT se escapa de lo que marcan
sus propios estatutos de mantener una imparcialidad de cara a ser una
herramienta de la derecha. La AVT tiene actualmente 4.300 socios. Recibe el 30%
de las ayudas públicas, y recurre constantemente a que ETA está operando desde
otra fórmula. También están alimentando su discurso con el paradigma del miedo
ante el mundo islámico.
¿Y
la Fundación Víctimas del Terrorismo? ¿Se percibe una línea más templada y
plural?
La
AVT sigue siendo la principal entidad que absorbe más partidas económicas para
proyectos, documentales, cuadernos pedagógicos para escuelas para presentar su
relato… La AVT se mantiene muy activa y continúa siendo primada. Es verdad que
hay otras entidades que tienen su rol, pero la AVT en 2004 fue considerada
entidad de utilidad pública y el Estado siempre le ha tenido como una
referencia en cualquier iniciativa y conserva su hegemonía y la Fundación no
deja de ser un cofinanciador indirecto. Hay dos o tres entidades de perfil
digamos progresista, pero muy focalizadas a las secuelas. Es más, Ángeles
Pedraza, presidenta de honor de la AVT, es vicepresidenta de la Fundación.
Otra
asociación conocida es Covite. Consuelo Ordóñez se ha destacado por su
beligerancia, pero recuerda también a víctimas de otras violencias en una línea
incluyente.
Hay
un capítulo en el libro en donde hablo de Covite. Consuelo Ordóñez es un
personaje histriónico, cuya vehemencia es conocida. Fue muy beligerante, a
medida que pasa el tiempo empezó a percibir una utilización espuria de las
víctimas por parte del Partido Popular. Actualmente tiene una disputa con
Ayuso, Ordóñez denuncia las vulneraciones de cualquier persona que haya sufrido
la violencia. Por una parte es verdad que ha hecho ese giro, un cambio para mí
paradigmático y muy interesante. Pero por otro lado continúa muy focalizada en
un discurso muy beligerante por el hecho de que Bildu esté en las
instituciones. Con la AVT y Dignidad y Justicia continúan boicoteando el acto
anual que se hace en el Congreso de los Diputados.
Un
caso paradigmático del doble baremo que denuncia fue el de la madre de Pili
Zabala hace tres años no le reconocieron como víctima del terrorismo y tuvo que
pagar las costas. Aún pensamos en las víctimas como un colectivo uniforme.
Se
va resquebrajando ese muro monolítico con gente como ella, como Rosa Lluch,
Iñaki García Arrizabalaga…
El
Gobierno Vasco y el de Navarra, y el PSE y PSN están haciendo reconocimientos,
pero el Estado sigue siendo una especie de frontis.
Aquí
hay unos deberes clarísimos. Fabián Salvioli, exrelator de Naciones Unidas, ha
hecho hincapié muchas veces que el Estado español tiene dos patatas calientes
sobre la mesa, la Ley de Secretos Oficiales y la Ley de Amnistía, dos
artefactos políticos que blindaron la Transición, pero que impiden abrir el
melón de los abusos perpetrados. Y después las leyes que excluyeron a todas
estas víctimas impiden que haya una equidad en el tratamiento. Solo la ley
vasca y la navarra están incorporando víctimas policiales y de la extrema
derecha. Pero es verdad que el Estado español se resiste a fiscalizar todos los
abusos que se cometieron en periodo democrático. El caso de Felipe González, el
caso de los GAL, es clarísimo. Hago referencia a que Fernández Díaz excluyó
como víctimas a muchos afectados por el GAL con el argumento de que las
víctimas eran victimarias también.
¿Y
Marlaska, ministro desde 2018, que tuvo un papel previo?
Con condenas en Estrasburgo por no investigar torturas. Son los equilibrios de la Transición. El Partido Socialista tiene que jugar con mantener un perfil progresista en muchos ámbitos, pero en el terreno de la construcción del Estado y de mantener una política antiterrorista dura…
Pues igual va siendo hora de que se conozca la realidad
que se vive en el interior de muchos sectores de la conocida victimología
terrorista. La administración competente ¿tiene algo que decir al respecto? ¿Se
darán ahora por enterados sobre lo que algunas víctimas llevamos advirtiendo
desde hace tiempo? ¿Exigirán las memorias de gestiones o continuarán con su
postura de abonar subvenciones sin pedir demasiadas explicaciones?
Creo que será un libro de lectura reposada.

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