lunes, 24 de noviembre de 2025

24 noviembre 2025 (3) Agenda Pública

 

24 noviembre 2025 



Ernest Lluch: el valor del diálogo

Odón Elorza

Odón Elorza, exalcalde de San Sebastián y amigo de Ernest Lluch, recuerda la figura del político catalán tras cumplirse veinticinco años de su asesinato. Elorza destaca de Lluch su esfuerzo "en pro del entendimiento entre diferentes para erradicar la violencia" y le recuerda como un "trabajador infatigable y profesor humilde" que luchó por "aislar y deslegitimar a ETA desde la defensa de un constitucionalismo flexible".

Aquella noche sentí una desolación insoportable y me invadió el pensamiento de que el terrorismo no tendría final. A los pocos días me di cuenta de que eso era lo que buscaba ETA, nuestra desesperación y la pérdida de confianza en el Estado de derecho. Ernest Lluch no pudo ver la derrota sin condiciones de ETA en 2011, pero nos dejó un valioso legado: su honestidad personal e intelectual. Algo que hoy difícilmente se encuentra en la vida política española.

Tuve la fortuna de tratar y conocer bien al profesor Lluch en los años noventa y de aprender escuchándole. Se convirtió en mi asesor y confesor en unos años en los que me sentí desbordado en la alcaldía de San Sebastián e incapaz de afrontar la situación económica de la deuda municipal. Era un humanista y socialdemócrata convencido; un catalanista que defendía la lealtad constitucional. Trabajó de manera incansable en pro del entendimiento entre diferentes para erradicar la violencia y la confrontación extrema del escenario político. Defendió con rigor intelectual soluciones pacíficas e imaginativas a los problemas de la unidad y la diversidad de la nación española con las nacionalidades y regiones que la integran. Era un hombre bueno.

Se cumplen veinticinco años del cobarde e inútil asesinato de Ernest Lluch, abandonado en el garaje de su casa en Barcelona por los terroristas. ETA quiso, otra vez, socializar el miedo, extender aún más el terror y dinamitar el puente de diálogo que Lluch quería construir con sectores políticos del mundo abertzale y, especialmente con el PNV. Su objetivo era "enganchar al nacionalismo democrático al bloque constitucional" y posibilitar un pacto de Estado sobre un marco jurídico actualizado y pensado para la Europa del siglo XXI.

La labor política de Lluch y la lucha contra el terrorismo

Buscaba aislar y deslegitimar a ETA desde la defensa de un constitucionalismo flexible con el objetivo de avanzar en el final del terrorismo. Su teoría y soluciones desde "los derechos históricos y el constitucionalismo útil", en desarrollo de la Disposición Adicional Primera, las plasmó en el libro que escribió con Miguel Herrero de Miñón y la importante colaboración de los profesores Jesús Astigarraga y Jon Arrieta. Tras años de investigación, logró que la Fundación BBV editara el libro justo en el año 2000.

Ernest Lluch se jugó la vida al convertirse en un "político peligroso" para los terroristas. También resultó incómodo para quienes carecían de la mínima capacidad intelectual y audacia para dialogar con interlocutores diferentes en la búsqueda de la paz. Siempre defendió, con la palabra en el debate y el diálogo abierto, que en el desarrollo del Estatuto de autogobierno estaba la solución al llamado conflicto vasco.

Estaba convencido de que el terrorismo nunca ganaría a la democracia ni obtendría ventaja política alguna, a pesar de provocar tanto sufrimiento y dolor durante largos años. El 18 de septiembre de 1999, cuando la tregua estaba a punto de finalizar, publicó en El País "Ideas concretas para la paz". Fue un artículo muy valiente, aportando soluciones para intentar retomar el proceso de paz.

Lluch había dejado el ejercicio de la política para trabajar en la Universidad e investigar, tras su gran labor como ministro de Sanidad en el Gobierno de Felipe González entre 1982 y 1986 logrando que se aprobara, por encima de las fuertes presiones de los lobbies del sector, la ley para la universalización del sistema público sanitario. Era su gran contribución al Estado social de bienestar.

El profesor Lluch era un socialdemócrata consecuente y catalanista, ejerciendo como un defensor de la Constitución, de la que siempre buscaba alguna puerta para tratar de resolver el problema vasco. Lo dijo muchas veces sobre Euskadi: "La situación no se arreglará sin la práctica del diálogo político. Porque la estrategia del enfrentamiento desde posiciones frentistas, con el aislamiento de los sectores de población más moderada, no hará sino imposibilitar una salida". Trabajador infatigable, profesor humilde enamorado de la labor docente, melómano y persona de gran cultura, mantenía una relación de intenso cariño con la ciudad de San Sebastián y con la Euskadi plural, llevado por su afán de encontrar respuestas y soluciones al conflicto vasco.

Nos queda la memoria de otra víctima de la locura terrorista. Quizás en el marco especial de la tregua de 1999, emocionado y esperanzado, Ernest se exaltó en público, de puro entusiasmo, en aquel acto de paz que celebramos al inicio de mi campaña a las elecciones municipales, en mayo de 1999, en la donostiarra plaza de la Constitución de la hostil Parte Vieja. Ocurrió al lado de nuestra querida librería Lagun, refugio para sus tertulias con gentes bien pensantes del nacionalismo, y soportamos los gritos de odio e insultos de la gente de Herri Batasuna que se nos puso enfrente, separados por un cordón de la ertzaintza. Vivíamos días de una tregua estratégica de ETA y Ernest quería creer que Otegi conduciría a "aquella tropa" a la deslegitimación y abandono del terrorismo.

Su deseo se adelantó a los tiempos y poco después, tras su asesinato, el también socialista Jesús Eguiguren inició un difícil diálogo de diez años con el entorno de ETA y luego con la propia dirección de la banda terrorista, en lo que se conoció como proceso de paz, sin ofrecer concesiones políticas. Aquello ayudó a crear las condiciones para el final de ETA.

En agosto de 2000, en medio de atentados contra amigos personales, Ernest no dejó de venir a Donosti, aunque se sentía muy preocupado por la brutal actividad terrorista de ETA. De hecho, había pedido escolta para andar por San Sebastián con ocasión de su corta visita, pero el gobierno del Partido Popular se la había denegado. Me lo contó y yo no daba crédito.

 

 

 

 

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