03 octubre 2021
José Manuel Albares, ministro de Exteriores: «La amenaza de atentados está ahí. El terrorismo yihadista no nos ha dejado»
No le han dejado de surgir frentes desde que hace menos de tres meses fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores. Afganistán, Marruecos, caso Gali, las consecuencias del brexit… y además la pacificación del cuerpo diplomático. A su paso por el Foro La Toja José Manuel Albares (Madrid, 1972) confiesa que lleva veinte años preparándose para ser ministro de Exteriores e ir de un conflicto a otro.
—Parece que al cuerpo diplomático le tranquilizó que designasen ministro a uno de los suyos, un diplomático de carrera.
—Los diplomáticos son unos auténticos servidores del Estado, están acostumbrados a trabajar con distintos ministros y Gobiernos y lo que les guía es situar a España allí donde debe estar. Y es lo que intento yo, que España ocupe una posición cada vez más preeminente. Hay pocos países que tengan una visión tan global y con una posición tan estratégica que le hace ser escuchada en todos los conflictos.
—¿Un ministro de Exteriores puede dar entrada a un extranjero saltándose todo tipo de controles?
—Un ministro de Exteriores es un miembro solidario del Gobierno y lo que hace conjuntamente con el resto de los ministros es ir proyectando a España y defender sus intereses.
—Se lo decía por la entrada del líder del Polisario, Brahim Gali. ¿Quién ordenó su entrada?
—Yo no era ministro, pero el Gobierno actúa siempre conforme a la legalidad. Tengo plena confianza en que en ese caso lo hizo también.
—Habla de un «nuevo espíritu» en la relación con Marruecos. ¿Es posible pese a las sombras de las avalanchas de inmigrantes o aunque aún no haya vuelto la embajadora marroquí a España?
—Es posible y es en lo que estoy trabajando. Las señales que recibimos son objetivas, como el discurso del rey de Marruecos del 29 de agosto hablando de España y una nueva relación basada en el respeto y beneficio mutuos. Hay ya una cooperación óptima en materia de inmigración ilegal.
—¿No será un revés en la reconstrucción de esa relación el fallo del tribunal europeo que anula los acuerdos de pesca con Marruecos y respalda al Polisario?
—El Gobierno de España acata las decisiones judiciales. Pero lo importante es que el partenariado de vecindad Unión Europea-Marruecos se mantenga. En todo caso, España va a defender los intereses de la flota española.
—Galicia se juega mucho ahí.
—Marruecos es un caladero muy importante para la flota gallega, la andaluza y la canaria. No le quepa la menor duda de que el Gobierno defenderá los intereses de todos nuestros pescadores.
—¿Amenazan las malas relaciones entre Marruecos y Argelia el suministro de gas a España?
—Son dos grandes países y socios estratégicos de España. El Gobierno argelino me ha asegurado que el suministro y la demanda de gas a España están garantizados.
—¿Ve algún signo esperanzador en los talibanes? ¿Tienen un canal de contacto estable con ellos?
-Los primeros indicios del régimen talibán no son nada esperanzadores. Un Gobierno no inclusivo, que reintroduce penas que no existían, que sitúa los derechos de la mujer en el marco de la sharia, es preocupante. No veo signos para que se pueda producir un reconocimiento político ni contactos políticos. Operativos, como los que tuvimos para evacuar el aeropuerto, se pueden dar para que los colaboradores afganos y sus familias que están todavía en Afganistán puedan venir a España; para que llegue la ayuda humanitaria al país, que la va a necesitar y mucho, y para intentar crear allí un espacio de respeto en derechos humanos. Todos los países de la zona donde lo he planteado están de acuerdo, nadie quiere que una crisis afgana se convierta en regional.
—¿Se volverá a convertir Afganistán en campo de entrenamiento del terrorismo yihadista? ¿Hay que temer más atentados como los de Madrid y Barcelona?
—Desgraciadamente el terrorismo yihadista no nos ha abandonado y eso puede volver a ocurrir. Por supuesto que está en el centro de nuestros pensamientos. Una buena forma de prevenir el fenómeno yihadista es recordar lo que fue y todos los países fronterizos con Afganistán son conscientes de ello. Serían los primeros en recibir el impacto. Ese desafío, amenaza y potencialidad de atentados están ahí.
—Tras su toma de posesión cruzó unos tuits con el secretario de Estado de Estados Unidos en los que coincidían en la necesidad de fortalecer las relaciones entre los dos países. Son débiles pues.
—Le matizo mucho eso. Antony Blinken de lo que habla es de uno de los aliados más cercanos. Eso no lo dice de cualquier país. Cuando tienen que escoger bases para el tránsito de sus colaboradores afganos y encontrar un país que tenga la capacidad logística y fiabilidad política por ser un verdadero aliado, amigo y socio eligen a España, y el presidente Biden llama al presidente Sánchez. Eso demuestra que España está en ese grupo de cercanía y aliados, que es nuestro espacio natural.
—Pero si no fuese por la crisis afgana el contacto de los dos presidentes se limitaría a 29 segundos en un pasillo.
—Antes de Afganistán hablé varias veces con Blinken y ya habíamos ido desarrollando una agenda común. Afganistán lo que hace es visualizar esa excelente relación.
—¿Habrá un encuentro en breve entre los dos presidentes?
—Cuando tenga que ocurrir. España va a ser sede de la cumbre de la OTAN en el 2022 en la que se va a decidir su concepto estratégico. Eso hubiera sido impensable si no se considerase a España un país sólido.
—¿Comparte la idea de Macron de que Europa no sea ingenua y asuma su autodefensa?
—Europa tiene sus intereses geoestratégicos. Es parte de nuestro destino tomar nuestras propias decisiones. España siempre ha sido favorable a la construcción de un pilar de defensa europeo, que no es incompatible con la OTAN.
—¿Está realmente amenazada la democracia en el mundo, como dijo Pedro Sánchez en la ONU?
—La democracia, que es con mucho el mejor sistema de las sociedades para organizarnos, siempre está amenazada. Siempre ha tenido enemigos, hoy también. Hay países fuera de la UE, hay tendencias en nuestras propias sociedades que intentan buscar los momentos críticos, y por eso es tan importante la unidad de todos los demócratas, para hacerles frente externamente ante el proyecto de la UE e internamente. La desinformación, las fake news, son amenazas mucho más insidiosas que una militar abierta.
—¿Se puede poner nombre a esos países que amenazan?
—¡Por supuesto!
—Por ejemplo.
—Soy ministro de Asuntos Exteriores y diplomático de carrera, pero los tiene usted en la cabeza.
—¿Cuando ve las colas en las gasolineras del Reino Unido piensa «ya os lo advertimos»?
—Nosotros nunca quisimos el brexit. Fue una decisión del pueblo británico. La prosperidad de todas las sociedades no se hace desde las rupturas, sino uniéndose, creando mercados más grandes, sociedades más abiertas. Desgraciadamente el Reino Unido ya está fuera de Europa. Y en el caso de las gasolineras, además, hay una segunda reflexión, que es que el mundo está en una crisis energética.
—¿Ha tirado la toalla la UE con Venezuela? No hay nadie al frente de la legación diplomática.
—Hablo con Josep Borrell muy a menudo, entre otras cosas sobre Venezuela, y le aseguro que no ha tirado la toalla. Y quien no la ha tirado ni en Venezuela ni en ningún país de América Latina es España. Mantengo contactos públicos y transparentes con todos los actores del diálogo venezolano. No vamos a cejar en el diálogo.
—¿Aguarda algo de las regionales de noviembre, con la oposición esta vez presente?
—Espero que sí. Por eso empujamos ese diálogo. Espero que sean elecciones transparentes, competidas, con verificación internacional y no sean las únicas así. Mi aspiración es que los venezolanos decidan libremente quién quiere que les represente.
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