domingo, 9 de octubre de 2011

21 junio 1992 La Vanguardia


21 junio 1992


En la historia personal d’en Robert Manrique sempre han estat marcades totes i cadascuna de les dates que te emmagatzemades ja sigui a les seves agendes o a la seva memòria. En algunes trobades hem fet la juguesca de preguntar-li dades o noms de un atemptat i el encert ha estat gairebé del 100% El 19 de juny no podia ser una data mes i per això cada aniversari de l’atemptat de “Hipercor” en Robert la va utilitzar per organitzar un acte que fos de homenatge i de record per totes les víctimes de tots els atemptats. Un altre mostra de la solidaritat que en Robert sempre ha mostrat. Mentre  que en  altres  indrets  es fan  homenatges anuals per una   víctima o un altre en concret, en Robert sempre ha volgut que aquest dia fos per recordar a totes les víctimes del terrorisme, sense distinció de professions, origen o lloc de l’atemptat.




Molts periodistes dels que estem en el grup de AMICS d’en Robert el coneixem des de fa molts i molts anys. Per això es adient veure que quan en Robert portava poc mes de un any com a delegat a Catalunya de l’antiga AVT ja es reconeixia la seva excel·lent tasca en l’assistència a les víctimes del terrorisme. Una bona prova de això es el reportatge del company Xavier Rius a la seva etapa a “La Vanguardia”. El diumenge 21 de juny de 1992 escrivia el següent:

Hipercor, quinto aniversario

ETA cometió hace cinco años su atentado más sangriento, en el que murió una veintena de personas

Hipercor cumplió el pasado viernes el quinto aniversario de la matanza: ETA asesinabael19 de junio de 1987 a una veintena de personas mediante un coche bomba cargado de amonal y, sobre todo, mucha maldad. Será, lógicamente, una celebración sin descuentos, ni concursos, ni premios. Y la gente que en la tarde de ese día aparque su coche en los sótanos del edificio probablemente ni se acordará de que, justo cinco años antes, todo quedó convertido en una bola de fuego.

El atentado, reducido a cifras y nombres, se resume así: 21 fallecidos, 45 heridos,363 millones de pesetas en pérdidas y una pena de 795 años de prisión cumplirán treinta como  máximo- para cada uno de los miembros del comando Barcelona: Domingo Troitiño Arranz y Josefina Mercedes Ernaga Esnoz. Pero es imposible resumir la acción más sangrienta en la historia de ETA a sólo eso para todos aquellos que perdieron una esposa o una hija o ambas a la vez. Como Alvaro Cabrerizo Urrea: se quedó sin su esposa Mari Carmen, de 38 años, y sin sus hijas Sonia y Susana, de 16 y 14 años, respectivamente."Pensé -dice- varias veces en el suicidio, incluso dentro del coche: todo lo veía negro, no vislumbraba ninguna salida, me sentía vacío". Alvaro, que tiene ahora 46 años, ha conseguido superarlo a base de terapia psicológica durante tres años, un nuevo matrimonio, la separación a los tres meses y trabajo, mucho trabajo: tiene un videoclub y acaba de montar una "croissantería" industrial. También ha encontrado otra persona "y, de momento, nos va bien", confiesa. La Administración cuantificó económicamente la pérdida de su familia, de acuerdo con la legislación vigente, en "alrededor de cinco millones de pesetas por persona: quince en total..., muy poco". La Audiencia Nacional, además, condenó a los etarras apagar 25 millones de pesetas por cada víctima mortal, pero Alvaro Cabrerizo -al que le correspondían, según este baremo, setenta y cinco millones-no ha percibido ni una peseta porque los miembros de ETA son legalmente insolventes y el Estado no se hace cargo de las indemnizaciones.

La única vez que ha tenido que hacerlo, obligado por una sentencia, ha sido paradójicamente en el caso de los GAL. El Tribunal Supremo decidió el pasado 13 de marzo considerar al Estado responsable civil subsidiario por las acciones cometidas por los policías José Amedo y Michel Domínguez. Resultado: 4,5 millones para Juan Luis Zabaleta Elósegui -hermano de "Baldo", juzgado esta semana en París- y 2,4 para el ciudadano francés Frédéric Haramboure, acusado de quince asesinatos durante su pertenencia al comando itinerante, que han sido confiscados.

Alvaro Caberizo no entiende de leyes pero asegura que se le atragantan estas cosas: "No hay derecho a que el hermano de un dirigente de ETA reciba una indemnización por parte del Estado y nosotros nada". José Vargas estaba realizando ese día de hace cinco años las compras con su esposa Rosa, que entonces tenía 37 años, y su hijo Héctor, de 3. "Estábamos en la planta de alimentación recuerda-, justo en el pasillo por donde salió la bocanada de fuego". José cree desde esa fecha en los milagros porque tanto él como su familia sólo sufrieron algunos cortes en los pies y heridas leves a causa de los cascotes. Fue llamado a declarar como testigo durante el juicio, pero no guarda un buen recuerdo: entró en la sala blindada de la Audiencia Nacional, le pusieron delante de "un micrófono y le acribillaron a preguntas pero le exigieron unas contestaciones cortas. Y él quería precisamente lo contrario, sobre todo, intentar obtener una respuesta a la pregunta que, desde ese 19 de junio, se han hecho todos: ¿por qué? Por qué Domingo Troitiño y Josefa Mercedes Ernaga prepararon "una bomba –se lee en la sentencia 49/89- de elevadísima combustibilidad y adherencia de efectos análogos al napalm", es decir, 30 kilos de amonal, 100 litros de gasolina, material de pegamento adhesivo o cola de contacto y escamas de jabón hasta un total de 200 litros dentro de unos bidones de plástico.

Tardó 174 días en curar


Roberto Manrique -29 años, casado,dos hijos-tampoco ha hallado respuesta. Momentos antes del estallido, estaba cortando unos libritos de lomo a una clienta. Carnicero desde los quince, desde hacía un año trabajaba en Hipercor. Le tocaba el turno de la mañana, pero esa maldita tarde había accedido a cambiárselo a un compañero: sufrió quemaduras de tercer grado en la cara y los brazos, tardó 174 días en curar, ha sido sometido a cuatro intervenciones  quirúrgicas y hoy sólo tiene el 55 por ciento de fuerza en su mano derecha. El pasado jueves tuvo que volver al médico. Roberto ha recibido, según sus propias palabras, 361.885 pesetas de indemnización, lo que considera "una porquería". Ahora, el fuego le produce pánico -sus hijos tienen incluso vetada la entrada en la cocina- y se resiste a dejar el coche en un aparcamiento. Por eso, Roberto Manrique-alma máter de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Cataluña- se desvive cada vez que hay una acción terrorista, habla con las víctimas, hace llamadas, escribe cartas y visita autoridades.

"Funcionamiento ineficaz"


Como el pasado 25 de mayo, cuando a Terra Lliure -o lo que queda de ella- se le ocurrió poner una bomba en una oficina del Inem en Barcelona. Roberto estuvo allí, merodeando entre policías y periodistas y luego se fue al hospital de la Valí d'Hebron para interesarse por los quince heridos. Y Alvaro, José o Roberto son sólo algunos nombres. Otros trece de los afectados se han lanzado por la vía judicial léase recurso contencioso administrativo- para reclamar al Ministerio del Interior 300millones de pesetas por considerar que "hubo un funcionamiento ineficaz de un servicio público, puesto que la policía tendría que haber desalojado a tiempo el edificio y no lo hizo", según explica el abogado Santiago Montaner, que les representa. Las investigaciones judiciales revelaron que Domingo Troitiño llamó por teléfono al propio Hipercor, a la Guardia Urbana y al diario "Avui" a las 15.10anunciando en nombre de ETA la explosión para entre las 15.30 y las 15.40.Policías nacionales, guardias urbanas y vigilantes jurados del propio establecimiento hicieron "una minuciosa inspección ocular" pero, evidentemente, no encontraron el artefacto oculto en el maletero de un Ford Sierra. La bomba estalló a las 16.10, cinco minutos después de haberse marchado la última dotación policial y cuando se tenía "la convicción-siempre según la sentencia- de que se trataba de una falsa alarma".De momento, el Ministerio del Interior ha otorgado casi 167 millones de pesetas en concepto de indemnizaciones a cuarenta y seis afectados. Un portavoz del departamento ha afirmado, respecto a las nuevas reclamaciones, que "es imposible desalojar un centro comercial en sólo unos minutos" y ha insistido en que "la bomba explotó no por falta de diligencia de la policía, sino porque a dos mentes perversas se les ocurrió meterla allí".»
 


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