Molts medis es van fer
ressò de aquesta primera activitat a gran escala preparada pel delegat de la
recentment presentada delegació catalana de l’antiga AVT. I alguns de aquests
medis van encertar al fer una crònica del fet mes lúdic de aquell dissabte 19
de gener de 1991: la festa infantil. La companya Teresa Cendrós feia el següent
reportatge al diari “El País” el diumenge día 20.
“Que
dejen de poner bombas”
Fiesta
infantil en Barcelona dedicada a los hijos y familiares de las víctimas del
terrorismo
Joel
Manrique – enormes y lánguidos ojos negros- tiene seis años y es un niño
extremadamente sensato. “Sí, claro que sé porque se hace la fiesta. Para pedir
a esos señores que ponen bombas que dejen de ponerlas”, responde al ser
preguntado sobre si conoce el objeto de la fiesta, organizada por la Fundación Víctimas
del Terrorismo.
Hace tres
años y medio que la familia de Joel sufrió la crueldad de un acto terrorista.
El 19 de junio de 1987, su padre escapó milagrosamente con vida del terrorismo
de ETA en el atentado de Hipercor, aunque con secuelas que todavía hoy
arrastra. Joel, su hermano Nacor, de cuatro años, y otros 50 pequeños, hijos y
familiares de víctimas del terrorismo, recibieron ayer un montón de juguetes de
manos del jugador de fútbol barcelonista Hristo Stoichkov, cuya presencia causó
furor entre los niños.
El acto,
que reunió a unas 50 familias españolas afectadas de distintos atentados, fue
organizado para presentar en Cataluña la Fundación Víctimas
del Terrorismo, creada el pasado 12 de noviembre, a partir de la asociación
nacida el 1981 con el mismo nombre y que hoy cuenta con unas 500 familias
asociadasa, 25 de las cuales residen en la comunidad autónoma catalana.
La
finalidad de la fundación es “prestar ayuda material, asistencial y jurídica a
quienes han padecido en sus carnes la violencia terrorista”, manifestó el
secretario general de la fundación, Luis Delgado, cuyo hijo de dos años fue
asesinado por ETA el 22 de noviembre de 1988 en el atentado contra la sede de la Dirección General
de la Guardia Civil
en Madrid, mientras paseaba con él y su esposa.
Un autógrafo y una postal
Alejandro
Raya, de 10 años, y su hermano Javier, de seis, también hijos de víctimas del
atentado de Hipercor, estaban exultantes. “Stoichkov nos ha firmado un
autógrafo en su fotografía y nos ha dado una postal en la que aparece todo el
equipo”, explicaba a sus padres el mayor de los niños. “Este año, ganaremos
seguro”, corroboraba el pequeño, empedernido culé.
El hijo
de Mercedes García León, Juan Carlos, de 14 años, no quiso asistir a la fiesta.
“Desde que mataron a su tío, rechaza todo lo que pueda recordárselo”, comenta
Mercedes. “Estaban muy unidos”. A Juan, guardia civil, lo mató ETA en Eibar
(Guipúzcoa) el 17 de noviembre de 1980. Sólo tenía 21 años.
Sin
embargo, Rafaela León, la madre del joven asesinado, que fue sometida anteayer
a una pequeña intervención quirúrgica, no quiso perderse el acto pese a
encontrarse muy fatigada y justificó así su presencia: “No podía dejar de
aportar mi granito de arena”.
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