domingo, 20 de noviembre de 2011

16 junio 2009 La Razón

16 juny 2009
Jose María Fuster Fabra sempre ha tingut un record especial per a les víctimes del terrorisme, la seva “segona família” com ens ha dit a molts de nosaltres. Però es coneguda l’especial relació que manté amb en Robert i com aprofita qualsevol situació per parlar-ne de les nombroses gestions i anècdotes que vint anys de feina conjunta els han reportat.
A “La Razón” del 16 de juny ho torna a demostrar.

Sucedió en Vic.

El día 30 de mayo de 1991, el siguiente al atentado, recogí a Juan Antonio y a Paulino y nos fuimos hacía Vic. Lo que vimos era dantesco, visitamos a algunos heridos, familiares de asesinados, nos pusimos a su disposición de forma naturalmente gratuita, y buscamos un procurador al que pagamos de nuestro bolsillo.

Los días siguientes, Roberto atendió decenas de llamadas de afectados que nos iban otorgando poderes. Entre este frenesí, supimos que en Lliça la Guardia Civil había abatido a Monteagudo y Erezuma, y detenido a Zubieta.

Llegó el día del juicio, nos esperaban centenares de batasunos para insultarnos. Zubieta se reía mientras preguntábamos sobre los niños asesinados y demostrábamos que, al empujar el coche bomba, tuvo que verlos jugando en el patio del cuartel. El lo encontraba muy gracioso y se hacía carantoñas con los suyos. Yo seguía dictando las preguntas que él no contestaba, hasta que le cambió la cara: ¿es cierto que mientras Monteagudo y Erezuma se enfrentaban a la Guardia Civil usted se escondió debajo de una furgoneta?, ¿es cierto que cuando la Guardia Civil lo sacó de allí, se había hecho caca en los pantalones?, ¿es cierto que le tuvieron que cambiar y ponerle un mono de la Guardia Civil con el escudo del Cuerpo en el pecho y la Bandera de España en el brazo?. El y los suyos ya no se reían, no le importaba matar niños, pero sí quedar como un cobarde.

Al final, solo añadió que la culpa de la muerte de los cuatro niños la tenían los Guardias Civiles que utilizan a sus hijos como escudos, sabiendo que son objetivo militar. Ese día comprendí lo que es ETA, su mundo, y a lo que de forma tan altruista como gratificante había decidido enfrentarme.

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