09 diciembre 2025
Durango
y el terrorismo: la enfermedad sigue viva
Javier
Urquizu Aranaga, psicólogo psicoterapeuta. Hijo de José María Urquizu,
asesinado por ETA.
Varias
de las placas (entre ellas la de nuestro padre) recientemente colocadas en
Durango recordando a las víctimas de ETA han sido objeto de un cobarde
atentado, que refleja hasta qué punto un sector de nuestra sociedad sigue
infestado de odio y por tanto profundamente enfermo, de destructividad y de
miseria moral. Esto no es un desahogo; como psicoterapeuta con décadas de
experiencia, sé muy bien lo que es la patología. Hay también un sector (siempre
lo ha habido) que 'mira cómodamente a otro lado' porque 'no quiere líos'. Ese
sector es especialmente peligroso y cómplice de la barbarie, puesto que la
maldad no prosperaría si una gran mayoría se opusiera a ella con toda decisión.
Pasar página apresuradamente sobre el capítulo negro y sangriento del terrorismo
falseando la historia no es la forma de construir un futuro mejor.
De
los autores del cobarde y vil atentado no puede decirse que muestren una
conducta inteligente, más bien todo lo contrario. Solo reflejan su profunda
miseria moral y un nivel de inteligencia manifiestamente mejorable. ¿Eso es
todo lo que saben hacer? Algunos procuramos a través de nuestro trabajo ser
útiles a la sociedad.
En
la sociedad ha habido y hay sectores que luchan contra la barbarie, algunos
valiente y hasta heroicamente. Cada uno al mirarse al espejo verá dónde se
coloca a través de sus actos. Si no somos conscientes de la gravedad y por
tanto de la necesidad de extirpar ese tumor maligno que lleva muchas décadas
invadiéndonos, nos espera un negro porvenir como sociedad.
El
hecho vandálico no me sorprende precisamente. Contaba con ello. Tengo malas
noticias para los autores: no es que me resulte indiferente, pero tampoco me
duele especialmente. A nuestro padre ya le mataron una vez, ¡eso sí dolió!,
pero esto no. Nos lo tomamos como un autorretrato en el que los autores se
definen en su nivel de miseria moral, cobardía e impotencia. No pueden ni de
lejos deprimirme ni mucho menos amargarme con su patética exhibición de
indignidad moral.
Antes
mataban y secuestraban. Ahora esto… Tampoco nos desmoraliza. Reclamaremos
siempre la justicia pendiente de todos los casos sin resolver, denunciando la
hipocresía de quienes han mirado hacia otro lado y siguen haciéndolo. El
ejemplo de nuestro padre y su memoria nos consuela siempre. Nadie puede aspirar
a más que a dejar un buen recuerdo en los demás y nuestro padre lo dejó en
todos quienes le trataron, hasta el punto de que en su día hubo una
manifestación de repulsa por su atentado (algo casi impensable en 1980). Nos
sentimos afortunados por ello. Pintarrajear una placa no puede cambiar esto.
Por supuesto, toda mi (nuestra) solidaridad hacia el resto de víctimas.
Quiero
dejar bien claro que de ninguna manera la familia, con nuestra ausencia del
acto de colocación de las placas, pretendió boicotearlo. Respetamos y valoramos
el gran esfuerzo de quien ha luchado por que salieran adelante como un paso muy
positivo pero aún insuficiente. Con nuestra ausencia quisimos llamar la
atención sobre algo que nos parece clave: los 358 casos de asesinatos de ETA
sin resolver, que siguen reclamando la justicia pendiente. ¿A nadie se le cae
la cara de vergüenza al obviar interesadamente este sangrante hecho? Debería.
Lo
he dicho en otras ocasiones, la causa de las víctimas del terrorismo es la
causa de toda persona decente. Pero las cosas no se logran solas, hay que
luchar por ellas. Una llamada de atención a los 'iluminados' que dicen: 'Ya
está. ETA no mata'. No lo necesita. No es por arrepentimiento. Siguen ahí,
sembrando su odio, lamentablemente, y sacando buena tajada de ello. Para nada
'ya está'. Hay mucho que hacer.
Un
ejemplo: llamar a las cosas por su nombre ayuda. Un asesinato es exactamente
eso, un asesinato, y si no se emplea el término exacto y se recurre a
eufemismos para que suene mejor y dulcificarlo ('personas a las que se les ha
privado del derecho a la vida') eso no ayuda. Adornar o falsear la historia
tampoco. Es imprescindible que la sociedad tome conciencia de la gravedad del
problema y abrace con toda la fuerza posible el lema de las víctimas del
terrorismo: justicia, verdad, memoria. Y de las tres palabras hay una que es el
núcleo de todo: justicia es la gran palabra que lo resume todo. Y sigue
pendiente. Decir que 'ya está' es una vileza interesada.
Opinión:
Dentro del enorme dolor y sufrimiento causado por el
terrorismo, entiendo que la frase “antes mataban y secuestraban. Ahora esto…”
es precisamente lo que se buscaba cuando hace unos años se pedía y más tarde se
exigía a la banda terrorista ETA y sus coleguitas que entendieran algo tan
simple como que “es mejor tomar posesión de un escaño que de una pistola”. Esa
frase la dijo el entonces presidente del gobierno español José María Aznar y no
recuerdo que nadie mostrara ningún tipo de protesta.
Bueno, miento. Excepto las cuatro víctimas que le pedimos
explicaciones al entonces presidente y a su equipo de asesores y así nos fue…
Digo esto porque será imposible acabar con las amenazas,
los insultos y las gilipolleces varias de aquellos que todavía aspiran a vivir
los malditos tiempos del terrorismo y más si comparten las acciones que
contribuyeron a causar tanto dolor. Pero tampoco podemos negar que la situación
que se vive actualmente en el País Vasco (y en el resto de país) es muy
distinta a la que vivimos hasta el jueves 20 de octubre de 2011.
Y lo digo también porque, aunque no es noticia porque no
ocurre en el País Vasco, también hay imbéciles que vandalizan los “lugares
públicos” en los que se informa sobre atentados ocurridos en Barcelona, como
los de “Hipercor” (ETA) o “El Papus” (extrema derecha). Precisamente hoy, justo
en un rato, dos víctimas tendremos una reunión para tratar el tema en el
Ajuntament de Barcelona.

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