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diciembre 2025 (07.12.25)
«Como
dirigente socialista, me avergüenza el GAL»
El
Correo reúne en Irún al líder de los socialistas vascos, Eneko Andueza, con
Maider, cuyo padre, Juan Carlos García Goena, fue asesinado por los Grupos
Antiterroristas de Liberación en 1987
Este
encuentro se lleva fraguando un par de años. Fue entonces cuando la hija de
Juan Carlos García Goena, asesinado por el GAL en Hendaya en 1987, pidió «un
reconocimiento del PSOE, un gesto». El Correo les brindó la ocasión y ellos dos
recogieron el guante. Ha costado cerrar la fecha y se ha aplazado un par de
veces para evitar turbulencias políticas y tensiones electorales. Es lo primero
que comentan Eneko Andueza y Maider García al verse en Irún en un viernes de
invierno, hace una semana. «Quiero que este encuentro sea reparador y
pedagógico y que se entienda bien. Es una oportunidad», defiende él. «Teníamos
que hacerlo. Nos toca a nosotros, a nuestra generación», subraya ella.
Han
quedado para comer pero nadie toca los cubiertos porque Maider y Eneko se
confiesan pronto que tienen la necesidad de hablar. «Nos hace falta»,
comparten. Entran directos al asunto, tras desembarazarse de la americana y
arremangarse. «El PSOE puede tener un papel tan importante en la memoria de las
víctimas del GAL... Hacer un gesto, un reconocimiento, sería explicarle al
mundo que hubo terrorismo de Estado y que vino de quien vino. Que yo no sé ni
quién mató a mi padre», expresa la hija de Juan Carlos García Goena, quien «se
marchó a Hendaya para evitar la mili y siempre fue un pacifista». Murió
asesinado por los Grupos Antiterroristas de Liberación con una bomba adosada a
su coche 1987.
Eneko
Andueza le escucha con aplomo. «Yo nunca he tenido reparos en admitirlo. Como
responsable socialista, nunca he tenido problemas en reconocer que aquello
nació en un Gobierno socialista. Hubo gente del partido que lo puso en marcha y
fueron condenados y nos mancharon, mancharon nuestras siglas. Hicieron algo
deleznable. No sólo no debería haberse producido nunca, sino que fue
bochornoso. ¿Cómo alguien que se considera socialista puede hacer eso? En esta
medida os debemos –a las víctimas– este gesto», asegura el líder del PSE-EE.
«No puedo sentirme responsable de algo en lo que nunca he estado, pero sí
siento el peso de la responsabilidad como dirigente del partido y quiero quitar
esa piedra de la mochila. En primer lugar, por empatía con las víctimas. Y
porque no puedo reclamar esto mismo para unas –las de ETA– y esconderme con
otras –las del GAL–. Todas tienen derecho a la justicia, la verdad y la
reparación».
Surge
aquella estampa tan polémica. Felipe González acompañando a Vera y Barrionuevo
cuando entraron en la cárcel de Guadalajara. «A mí me produjo una vergüenza
inmensa. Yo entonces ya era militante socialista. Que un expresidente dé ese
respaldo público a condenados por vulnerar derechos y el principal, el derecho
a la vida...», admite Andueza. «¡Y que todavía haya quien lo justifique!»,
lamenta Maider. «La condena de esos hechos tiene que ser inmediata y
contundente. Yo siempre lo he hecho. Y pido que se llegue hasta el final, con
todos esos casos y también con los más de 300 sin resolver de ETA», replica el
político socialista.
Va
más allá. «Yo también me he sentido víctima de esas personas –los cargos
condenados por el GAL– porque chocan con mis principios y valores, como persona
y como socialista. No entra en mi cabeza que se organizara un grupo terrorista
para luchar contra otro porque te sitúa en el mismo plano». «Peor», interviene
Maider. «Sí –admite Andueza–, sobre todo cuando se utilizan los instrumentos
del Estado democrático y de derecho que debe luchar contra esas vulneraciones».
Temores
previos
El
líder del PSE-EE y la hija de García Goena se van sacudiendo los temores de los
días previos. «Estar sentada ahora mismo contigo es algo que hace tres años no
me habría imaginado. Creo que se están moviendo cosas, pero se hace lento. Yo
estoy muy contenta de que se den. Es tan beneficioso para todos...», agradece
Maider. «Llevo toda la semana dándole muchas vueltas», admite ella. «Que no se
utilice» es un mantra que han expresado los dos. «Hablé con mi marido, que me
tranquilizó recordándome que todo el mundo sabe lo que pienso». Andueza bromea
con que es un hombre de sangre fría y que vive «a 46 pulsaciones», pero admite
«inquietud y ciertos nervios porque estas cosas remueven por dentro».
Descolgándose
de esa última frase van aflorando en la sobremesa «las heridas sin cerrar que
nos llevaremos la tumba». La de Maider es tan nítida que duele mirarla de
cerca. Tenía cinco años cuando asesinaron a su padre. La conmoción por su
muerte hizo que no recuerde nada de los tres siguientes. La de Andueza tiene
dos nombres propios. «Edu Madina, porque éramos compañeros en Juventudes
Socialistas y todos nos sentimos amenazados y desamparados. La primera noticia
fue que le habían matado». Luego explica algo «de lo que no he podido hablar
durante muchos años porque fue un trauma psicológico importante». Se refiere a
Isaías Carrasco. «Era amigo mío porque éramos del mismo pueblo de Zamora y
acababa de estar con él. Nos llamaron, estábamos cerca y fuimos corriendo. Le
vi morir desangrado en la acera», confiesa.
Abiertos
ambos a las confidencias personales, se confiesan el momento en que contaron a
los hijos lo que han vivido. Maider hasta les ha explicado que hoy iba a comer
con Eneko. Él teme ese día en que los pequeños le pregunten directamente si
alguna vez le intentaron matar. Y es que este es también un encuentro entre dos
víctimas, una del GAL y otra de la persecución que le llevó a vivir años
escoltado. Maider también le ve así. Es amiga de Naiara Zamarreño y ha
compartido muchas vivencias con Sandra Carrasco. «Yo eso lo tengo claro. Todas
las víctimas somos iguales. Las de ETA, las del GAL, las del BVE, las de
torturas. Los amenazados, los escoltados, los padres y los hijos que lo
vivieron. Se ha sufrido mucho. Mi madre siempre lo dejó claro. Ella fue de las
primeras en ir a las concentraciones de Gesto». Su ama era Laura Martín, que
dedicó su vida a «investigar lo que no hizo la Justicia» sobre el asesinato de
su marido. Aquel hombre que murió sin saber que iba a volver a ser padre.
La
despedida entre Eneko Andueza y Maider García Martín, con un abrazo.
¿Qué
pensaría Laura del día de hoy, de este encuentro? «Estaría orgullosa», admite
Maider. Ella prometió a su madre «no obsesionarme, como hizo ella, con la parte
judicial. Eso de saber quién puso la bomba. Es lo que más desgastó a mi madre y
lo que más le hizo sufrir». Laura Martín, que falleció en 2022, llegó a
localizar en Francia a uno de los mercenarios del GAL. «Yo no pongo mi empeño
ahí. Yo tengo otras cosas que me hacen falta. Ese reconocimiento. Me gustaría
de verdad poder transmitir lo que supondría para mí».
Ese
condicional como tiempo verbal abre una puerta inesperada, un poco más lejos de
Euskadi. ¿Querría ese reconocimiento por parte del líder del PSOE? «Sí, pero si
lo hace de forma pública. Ese es el reconocimiento. No hay mayor ejercicio de
memoria que ese. Sería de un sanador... Me quitaría un enorme peso. Y me diría
a mí misma que ya está, que mi pelea ya ha terminado. Que ya he sufrido
bastante». Eneko Andueza no se amilana y asegura que «yo me comprometo a
acompañarla en ese camino, hablando con quien sea enMadrid». Le mueve el mismo
impulso que le ha traído a esta mesa en Irún, «esa reclamación abierta y
desgarradora de Maider». Y zanja: «Si yo puedo hacer algo para mitigar ese
dolor, cómo no lo voy hacer».
Este
encuentro en Irún marca un antes y un después. Eneko lo hace «porque es
legítimo, es bueno y es necesario» y Maider añade que es «reparador». Están hoy
juntos «por responsabilidad y para que nuestros hijos sepan cómo fueron las
cosas». Los dos comparten que también hacen falta gestos con las víctimas de
ETA por parte de la izquierda abertzale. «Si no contamos todo lo que ha pasado
aquí, se diluye. Y perdemos una oportunidad para que no vuelva a ocurrir».
Para
Maider «es importante que esto no sea un punto final. Que no se quede en 'lo
hemos hecho' y ya está. Para mí es un comienzo. Un diálogo que tenemos que
hacer en conjunto». Eneko lo ve como «un paso en ese camino que tenemos que
hacer y en el que la sociedad vasca tiene que ser valiente. No puede mirar,
como tantos años, para otro lado. Hay capítulos que no los podemos cerrar en
falso». Los dos insisten que «ha pasado el tiempo suficiente». Es el momento.
Les
cuesta despedirse. Hay mucha confianza, de esa que surge cuando uno se muestra
de verdad. «Con Eneko hay un entendimiento pleno», confiesa Maider. Lo sellan
con un abrazo. Los dos saben que algún día volverán a encontrarse. «Me voy a
gusto y satisfecha. Y esperanzada. Alguien me dijo hace poco que era una
ilusa», dice ella. «No creo que lo seas», responde él.

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