domingo, 9 de octubre de 2011

5 julio 1996 La Vanguardia


5 julio 1996


El dia 5 de juliol de 1996 “La Vanguardia” presentava un reportatge sota el titol “Sentencia al Estado”. El treball, signat per en Antoni Batista, incloïa les declaracions d’en Robert Manrique i del seu company, col·laborador i amic Alvaro Cabrerizo. Tots els que coneixem en Robert podem confirmar el respecte que profesa per l’Alvaro i el agraïment que sempre li ha donat pel seu ajut fins que l’Alvaro va decidir anar a viure a Andalusia.

Aquesta es la transcripció d’una part del reportatge:

“Investigamos hasta por las cloacas”
Las secuelas

A Álvaro Cabrerizo se le paró el reloj a la misma hora que se paraba el del temporizador que hizo saltar por los aires Hipercor. Entonces tenía 42 años y era comerciante. Ahora habla así de él mismo. “Yo tenía una esposa y dos hijas, de 13 y 16 años, y ese día que acabaron con ellas acabaron también conmigo. Yo llevo eso dentro a cada momento, a cada momento te viene la crisis, el desespero, tienes que estar con psicólogos no para curarte sino sólo para ir tirando, para ir funcionando, y cuando ves que el Estado no te hace caso y en cambio se dialoga con presos etarras, que los reagrupan, les ponen cerca de sus familiares, ¿y nuestros muertos, dónde están? Nosotros no podemos ir a verlos...Cuando ves todo esto, vuelta a tomar tranquilizantes porque no comprendes cómo siguen negociando con terroristas... A mí jamás me han ofrecido ni ayuda psicológica, y estoy muy mal...Cuando hay un atentado revivimos todo...”Álvaro Cabrerizo ha dedicado estos nueve años, ahora tiene 51, a buscar las razones de Estado que la razón no entiende.“Por lo menos vimos que la Audiencia Nacional nos dio la razón. Las fuerzas de seguridad no estaban por los clientes de Hipercor. No miraron nada absolutamente, sabían que había un aviso de bomba y dejaron entrar coches. Y hubo muchos fallos en seguridad, no hubo artificieros... Por eso se nos hadado la razón, porque la teníamos, no podían negárnosla. Los letrados han tenido que trabajar mucho, buscar en todos los rincones, investigamos hasta por las cloacas para saber qué pasó allí. Yo estuve en el forense y no me dieron ninguna información de cómo habían muerto. Unicamente me dijeron que habían muerto por asfixia. Luego me he tirado horas y días en la Audiencia Nacional para hablar con un señor, me llevaba mis bocadillos y me esperaba. Las secuelas.

Robert Manrique trabajaba en Hipercor como carnicero. El atentado le ha incapacitado para trabajar. Leer lo que dice de él el informe forense hace pensar en el milagro de verlo. Ahora es el delegado en Cataluña de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. “Han pasado nueve años y yo todavía no estoy recuperado, las secuelas quedan para siempre, no sólo en la víctima directa, sino también en el entorno familiar. No sabes por qué te ha pasado lo que te ha pasado, por qué razón. Yo estoy inválido por culpa de Hipercor y sé que nunca saldré de esto, las víctimas de hechos como estos nunca acabamos de salir de ellos. Yo sueño con el atentado, tengo prohibido a mis hijos entraren la cocina, no puedo ver un coche abandonado en la calle, controlo continuamente los coches que entran y salen por el lado de mi casa... Eso aparte de las secuelas fisicas.”Uno y otro están muy dolidos con la antigua Administración, a la vez que esperanzados con la nueva. “Al principio —explica Manrique— te crees todo lo que te han dicho, que van a cumplir todo lo que te han prometido, que los que dan la cara en la tele te van a ayudar, pero finalmente te das cuenta de que no sólo no te ayudan a ti sino que están ayudando al mal nacido que hizo la bomba que te destrozó la vida. Tengo muy claro que tiene más derechos el terrorista que yo. El Estado no se ha preocupado de mí. Como representante de un colectivo de 350 familias de Cataluña y colaborando con 1.500de toda España, por lo menos me podían haber pedido opinión. Ningún político se ha preocupado de cómo ayudar a las víctimas del terrorismo.”“A la vista de la sentencia del Supremo, pedimos que por lo menos retiren los recursos que todavía tienen interpuestos con las restantes víctimas. También van a perderlos y sería un gesto”, concluyen.

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