02 mayo 2021
Al Qaueda sigue en auge tras 10 años sin Bin Laden
La red terrorista crece al calor de la retirada de Estados Unidos de Afganistán
Una década después del asesinato de Osama bin Laden. De la reivindicación de Barack Obama como un presidente duro, de las celebraciones frente a la Casa Blanca al grito de «¡USA! ¡USA!» y de los cantos de victoria frente al terrorismo, Al Qaeda, la red que capitaneó el multimillonario saudí convertido en militante yihadista, sigue viva. Y crece. Ni los sucesivos golpes contra las patas de la organización en Siria, Yemen o Afganistán, ni el haber perdido el pulso contra el Estado Islámico la han doblegado.
El relato de la noche en que tuvo lugar la operación Jerónimo en Abbottabad ha perdido lustre con el paso del tiempo. De la épica de la silenciosa penetración de 23 Navy Seals en dos helicópteros Black Hawk en un complejo fuertemente protegido, y del posterior tiroteo, en el que Bin Laden usó a una de sus mujeres de escudo humano, se pasó a detalles más mundanos: el terrorista más buscado vivía sumergido en el tedio, rodeado de toneladas de pornografía y películas de Disney y ni tan siquiera opuso resistencia.
Más controvertido fue el hecho de que el orquestador del ataque contra las Torres Gemelas viviese a unas pocas manzanas del equivalente paquistaní de la Academia General Militar de Zaragoza.
La noticia socavó la reputación de Pakistán, una potencia nuclear aliada de los Estados Unidos. Expuso las contradicciones de un país que sigue entre bastidores de las operaciones en el país vecino de unos talibán a los que, pese al auge de la violencia extremista en su propio suelo, ve como aliados y quiere, por ello, cerca del poder.
«Si el presidente [Asif Ali] Zardari o el primer ministro de entonces, Yusuf Raza Gilani, hubieran admitido públicamente que sabían de antemano de la operación, habrían cavado su tumba, ante la opinión pública y ante los militares», subraya Ana Ballesteros, investigadora sénior asociada al think tank CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) experta en Asia Meridional.
«A pesar de que los paquistaníes se muestren antiamericanos, que Osama bin Laden estuviera en suelo paquistaní era un golpe para la autoestima y la confianza en sus dirigentes y militares», añade.
Aunque la promesa de retirada de Afganistán del nuevo presidente de EEUU, Joe Biden («Bin Laden está muerto y Al Qaeda degradada, en Afganistán. Y es tiempo de finalizar esta guerra eterna», dijo reciente-mente), contradice lo acordado por su predecesor, Donald Trump, con los talibán en febrero de 2020 –retirada total para este Primero de Mayo–, varias investigaciones subrayan que tampoco la organización funda-mentalista ha logrado cumplir con su promesa de desvincular-se totalmente de Al Qaeda.
Estas aseveraciones quedaron aparentemente patentes esta se-mana. La cadena americana CNN citó a un miembro de Al Qaeda celebrando la salida de EEUU de Afganistán: «Gracias a los afganos por la protección de los camaradas de armas, muchos de esos frentes yihadistas han estado operando con éxito en diferentes partes del mundo islámico durante mucho tiempo». Más allá, alerta, «la guerra contra EEUU continuará en to-dos los frentes a menos que sean despedidos de todo el resto del mundo islámico».
«Después de ser degradada bajo devastadores ataques de drones estadounidenses y el surgimiento del Estado Islámico, Al Qaeda se ha recuperado con constancia en múltiples regiones. El grupo ha hecho grandes avances en África», advierte Asfandyar Ali Mir, investigador asociado al Centro de Seguridad Internacional y Cooperación en la Universidad de Stanford.
El Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM), liga-do a Al Qaeda, reivindicó el asesinato de los dos reporteros es-pañoles David Beriáin y Roberto Fraile esta semana en Burkina Faso.
Pese a su triunfalismo, Al Qaeda ha sufrido duros reveses. En 2013, el Frente Nusra, su sólida rama siria, protagonizó la llamada fitna, una ruptura interna desatada cuando Abu Bakr Bagda-di decidió romper con el sucesor de Bin Laden, el egipcio Ayman Zawahiri, y fundar el Estado Islámico. El líder que el pseudocalifa había colocado de jefe del Frente Nusra, Abu Mohamed Golani, decidió mantener su lealtad a la red, aunque años después rompería para liderar un gobierno extremista en la región opositora siria de Idlib.
En septiembre de 2019, EEUU anunció haber asesinado a Hamza bin La-den, hijo del líder abatido hace diez años y símbolo del relevo generacional al que muchos yihadistas aspiraban.
Esto ocurrió en algún punto entre Afganistán y Pakistán. Entretanto, paradójicamente, Zawahiri está casi desaparecido. Sus últimas apariciones, sólo como mensaje de voz, están colmadas de sospechas sobre su estado de salud, incluso sobre su misma existencia.
«Al Qaeda fue severamente desafiada por el Estado Islámico a partir de 2014, pero con el declive del IS en Irak y Siria, y la fragmentación en otras regiones clave como Afganistán, Al Qaeda está bajo mucha menos presión por parte de su competidor yihadista», indica Ali Mir.
«Estados Unidos ha mantenido un impulso constante en los objetivos durante los últimos años, pero eso no ha ejercido una presión política importante; un indicador importante de esto es el hecho de que las principales élites y afiliados de Al Qaeda no han desertado del grupo», concluye.
Los simpatizantes de Al Qaeda de Siria lograron hacer-se fuertes con el apoyo de armas y donaciones dirigidas por Occidente y sus aliados a los opositores al Gobierno de Bashar Asad; a la par, algunos de sus dirigentes, destaca Ali Mir, hallaron cobijo en Irán, un país opuesto a la organización, pero que se cree que actuó así por conveniencia.
Con el adiós de Washington a Afganistán, el citado investigador cree que el grupo terrorista Al Qaeda «tiene una gran oportunidad»: «El grupo no ha moderado sus objetivos antiestadounidenses, sigue siendo bastante peligroso»
No hay comentarios:
Publicar un comentario