2 noviembre 2002El company Gustavo Hernandez-Becerra publicava una entrevista amb en Robert Manrique en el “Diari de Tarragona” el 2 de novembre de 2002. Podríem dir que es l’AMIC Robert “en estat pur”....
'Luchamos más contra la administración que contra los terroristas”
Hace 15 años, este hombre que ahora tiene aspecto y maneras de empresario trabajaba de carnicero en Hipercor. La bomba de ETA que asesinó a 21 personas e hirió a otras 44 estalló justo debajo de su puesto de trabajo y en la confusión del primer momento a él le dieron por desaparecido. Con heridas de metralla y quemaduras en varias partes del cuerpo, se había desplazado en un taxi al hospital. Su muerte todavía está en tratamiento psicológico por aquel susto y sus consecuencias.
Su propia experiencia, que a pesar de todo se puede considerar con 'final feliz', es sólo uno de los 500 casos de víctimas del terrorismo que Roberto Manrique Ripoll, delegado en Catalunya de la asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) tiene registrados en la base de datos de su ordenador personal. Son quinientos residentes en Catalunya que directa o indirectamente han sufrido un atentado terrorista y que forman parte de los tres mil asociados que la AV tiene en toda España.
“No todos son víctimas de ETA”, aclara Manrique, quien recuerda que el primer atentado que se produjo en Catalunya fue de la extrema derecha contra las instalaciones de la revista El Papus, en septiembre de 1977 en Barcelona.
Manrique representa la cara más oculta de las víctimas del terrorismo: la de las secuelas, la de la soledad y tras la foto oficial de las autoridades en el sepelio, la del 'aprender a vivir con eso'. Pues en la mayoría de casos, al dolor de la pérdida de un ser querido se suma una lucha absurda y desigual contra la administración para que se reconozcan los derechos como víctima.
“Nuestra batalla se libra más contra la administración que contra los terroristas”, afirma Manrique. “Contra los terroristas sólo luchamos en los juicios. En cambio nos encontramos cada día con las trabas de la administración”.
Los propios fondos de la AVT son fruto de una de esas incomprensiones. A principios de los noventa la entonces ministra de Bienestar Social Matilde Fernández negó una subvención a la AVT por considerar que sus actividades no eran de interés general. Varios periódicos del país llevaron a cabo una campaña de suscripción popular, gracias a la cual la AVT funciona y presta sus servicios totalmente gratis.
Actualmente, el Ministerio de Interior dispone de una oficina de atención a víctimas del terrorismo pero Manrique es especialmente crítico con esa oficina. Con quien la AVT mantiene diferencias constantes por la reticencia de esa oficina a otorgar carácter de víctimas del terrorismo a personas que la AVT considera que la merecen.
“Hace poco se denegó la calificación de víctima a una mujer que estaba embarazada cuando lo de Hipercor y cuya hija nació sorda. Unos peritos atribuían la sordera al atentado y otros decían que no se podía establecer sin género de dudas una relación causa-efecto. Pues bien: en esta caso de duda, a diferencia del 'indubio pro reo' de los delincuentes, la Administración falló en contra de la mujer”.
El olvido de la Generalitat
Pero si las críticas de Manrique contra la administración del Estado son agudas, la administración catalana sale todavía peor parada. “La administración catalana se olvida muy pronto de las víctimas del terrorismo” asegura. Y aporta ejemplos clarificadores. “En las manifestaciones del País vasco contra el terrorismo los que encabezan la manifestación son siempre víctimas; aquí, ni se nos invita, ni se nos tiene en cuenta”.
Desde junio de 2002 cada vez que hay un atentado en España con víctimas mortales, la AVT de Catalunya convoca a una concentración delante de Hipercor. Según Manrique, la Generalitat siempre ha rechazado las invitaciones a asistir a esas concentraciones.
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