martes, 11 de octubre de 2011

20 junio 2002 (aprox.) La Razón


20 junio 2002 (aprox.)
Novament tornava a ser el diari “La razón” el que entrevistava en Robert per conèixer les opinions de qui ha estat, a ulls dels medis de comunicació i de tothom que s’hagi preocupat mínimament de la qüestió, el millor representant que han tingut les víctimes del terrorisme a Catalunya.

Manrique es un hombre inquieto que lo mismo corta libritos de lomo  que atiende una ONG. Hace 15 años, trabajando en Hipercor, sufrió la barbarie de ETA
“Se nos utiliza para negociar pactos y leyes que favorecen a Eta”

Este carnicero de Hipercor, que hace 15 años era víctima de la banda terrorista, tenía dos hijos de pocos meses cuando fue herido en el atentado contra los grandes almacenes. “Nunca les inoculé el sentimiento de odio sino el de justicia, por eso mis hijos no guardan rencor, aunque a veces reconocen sentir rabia e impotencia ante las actitudes de aquellos que justifican el terrorismo o quienes les encubren y protegen”, afirma Roberto Manrique a LA RAZON, en esta entrevista celebrada con ocasión del XV aniversario de la matanza de Hipercor.
         Pregunta: ¿Cómo recuerda, 15 años después, aquel 19 de junio de 1987?
         Respuesta: Como el día que mi vida cambió. Como también cambió la de tantos otros ciudadanos en Barcelona porque a unos asesinos se les ocurrió atentar contra nosotros defendiendo nadie sabe qué ideas.
P: ¿Qué hacía usted en el momento de la explosión?
         R: Hacía lo de cada día...., atender a los clientes en la carnicería y abastecerles de todo aquello que me pedían, libritos de lomo, etc. Ahora no recuerdo con quién estaba, pero más tarde supe que la clienta fue otra víctima de ese día.
P: ¿Cómo se organizaron las víctimas tras el atentado?
R: Fue a raíz de la pantomima de juicio que se realizó en 1989. En diciembre de
ese año nos reunimos un grupo de afectados y decidimos tirar adelante una reclamación contra el Estado por mal funcionamiento de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Eramos 13 personas y de ahí surgió el embrión de lo que más tarde sería la delegación en Cataluña de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).
            P: ¿No estará echando la culpa de lo que pasó a la Policía...?
         R: No. Evidentemente que no. La culpa de que haya muertos y heridos en un atentado  la tienen quienes ponen las bombas. Lo que sucedió en aquel momento es que se abrió una vía jurídica para reclamar al Estado las indemnizaciones a las que teníamos derecho. Por eso elegimos esa vía y no otra.
         P: ¿Se reúnen las víctimas de Hipercor con frecuencia?
         R: Tantas veces como haga falta, porque como bien se ha dicho muchas veces de las grandes desgracias salen grandes amistades y a nosotros, además de estar unidos por aquel drama, nos une una amistad personal que se ha ido alimentando a lo largo de todos estos años. La AVT catalana, por su parte, mantiene informados a sus miembros de todo lo que ocurre y nos reunimos cada vez que hay algún atentado mortal para expresar nuestra solidaridad con las víctimas y el rechazo más absoluto hacia los terroristas.
P: Entonces... ¿el punto de arranque de la AVT era el de reclamar el dinero que les correspondía?
         R: Ese fue uno de los aspectos que nos ayudó a organizarnos, pero no el único, ni siquiera el más importante...
P: Sí, pero ¡la pela es la pela!
R: Bueno, ahora sería mas el euro es el euro. Bromas aparte, lo que nos animó a organizarnos fue el deseo de encontrar justicia. El deseo de que se hiciera justicia estaba en muchas ocasiones por delante del puro interés crematístico. ¡Fíjese que todavía hay 33 personas quue 15 años después aún no han cobrado una sola peseta!  De todas formas, tampoco pasa nada porque hayan víctimas que antepongan ese exclusivo interés monetario. Muchos de ellos han perdido a sus seres más queridos, o han tenido que hacer frente a gastos médicos para afrontar las secuelas del atentado y, en el peor de los casos, pero como consecuencia de ello, incluso han perdido su trabajo. ¿Cómo se le puede reprochar a las víctimas que piensen en salir del agujero?
P: ¿Cuál ha sido para usted el momento más duro en estos 15 años?
R: Ha habido muchos momentos duros y difíciles, no sólo para mi, sino para las más de 500 personas que tenemos en la AVT de Cataluña.
         P: Habrá alguno especialmente más duro porque le habrá hecho pensar si todo este esfuerzo valía la pena...
R: Todo esfuerzo de apoyo de las víctimas es poco. A mí, especialmente, no me cuesta trabajar y eso ayuda a superar los malos momentos.
P: ¿No me va a contestar?
R: Por supuesto que sí. Mire, en todo este tiempo si algo duele de verdad es la indiferencia. Ver a grandes políticos que el día del atentado se llenaron la boca de palabras grandilocuentes y luego no se dignaron en hacer una llamada a las víctimas. ¡Eso es lo que duele! Duele descubrir que eres el último monigote de esta historia. Ver a muchos pedir diálogo con los terroristas cuando no les justifican directa y abiertamente.... ¡Eso es lo que de verdad duele!
P: ¿Considera que con la detención y posterior condena de los terroristas de Hipercor se ha hecho justicia?
R: No, simplemente se ha hecho lo que se tenía que hacer, que es detener y encarcelar a los asesinos. La justicia es otra cosa. Es darle a cada uno lo que le corresponde y a veces no se trata solo de dinero.
P: Entonces... ¿de qué?
R: Repito que la justicia es darle a cada uno lo que le corresponde. No es justo que un individuo que ha matado a 21 personas salga a la calle tras 10 o 12 años de cárcel. Eso no es la justicia.
         P: ¿Se refiere a los inductores del atentado a Hipercor?
R: Por ejemplo. No sólo no se hace justicia puesto que hasta ahora nadie los ha inculpado con el atentado, sino que, además, como es el caso de Josu Ternera, le dan el cargo de portavoz de la comisión de Derechos Humanos en el Parlamento Vasco. ¿Eso es justicia o un insulto a la dignidad de las víctimas?
P: ¿Es el mundo al revés?
         R: Evidentemente, eso es el mundo al revés. Un sujeto que tiene en su haber decenas de víctimas en Hipercor y otros lugares y encima vive como un señor representando a un pseudo partido político que no condena los atentados, sino que incluso se alinea con los terroristas, se está riendo en la cara de todos nosotros.
         P: ¿Guarda rencor...?
R: Para nada, para nada..., ni rencor, ni deseo de venganza. Sólo siento impotencia al ver cómo mucha gente utiliza tu dolor para negociar pactos políticos o leyes que favorecen a los asesinos.
P: ¿Eta le cambió la vida?
R: Naturalmente, como a todas las víctimas. Como le cambia la vida a una persona que tiene un accidente grave o una enfermedad incurable.
P: ¿Le gustó la respuesta del pueblo catalán a Eta?
R: Sí, claro. Pero me enteré tres meses después, pues en la UVI no estábamos por lo que decían los telediarios. Me gustó a nivel ciudadano, pero me gustaría mucho más ver a los que entonces encabezaron la manifestación defender, 15 años después y con el mismo ímpetu, su rechazo a Eta.
P: ¿Está dolido...?
R: Por supuesto. Muchos de los que portaban ese día la pancarta contra Eta ni siquiera se han dignado en todos estos años a decirnos ¿cómo están? ¿necesitan algo? Es bonito salir en las fotos de los periódicos y la tele y luego olvidarse de que existes.
P: ¿Espera algo, de alguien...?
R: Espero que comprendan a las víctimas y castiguen a los terroristas.

Manrique, toda una lección

El que fuera el carnicero de Hipercor, Roberto Manrique, que hace ahora 15 años resultó víctima de la barbarie terrorista, tenía dos hijos de pocos meses cuando fue herido en el atentado contra los grandes almacenes. A pesar de ello, al ahora delegado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) asegura que a sus hijos “nunca les inoculé el sentimiento de odio, sino el de justicia, por eso mis hijos no guardan rencor, aunque a veces reconocen sentir rabia e impotencia ante las actitudes de aquellos que justifican el terrorismo o quienes les encubren y protegen”.

No debe ser fácil mostrarse así de firme cuando has padecido en tu propia carne la mayor barbarie terrorista que ha cometido Eta en España. Se trata, sin lugar a dudas, de una lección, de las que deberíamos tomar nota. Y eso que el odio y el rencor no conducen a nada, y menos cuando nuestra lucha se centra en preservar la democracia.












































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