09 noviembre 2020
La caída de los Grapo en París que acabó con el camarada infatigable
Se cumplen 20 años de la detención de la cúpula del grupo terrorista en la capital francesa
El jefe de la organización Manuel Pérez Martínez, alias camarada Arenas, y Fernando Silva Sande, vinculado al secuestro de Publio Cordón, estaban entre los arrestados
Suenan los teléfonos en el Ministerio del Interior que dirige Jaime Mayor Oreja. Es el 9 de noviembre de 2000. Está llegando información desde París a través de los enlaces habituales de colaboración. Fuezas especiales de la policía francesa han detenido a varios miembros de los Grapo (Grupos de Resistencia Antifascistas Primero de Octubre), entre los que están dos de sus máximos dirigentes. El jefe de la organización terrorista, Manuel Pérez Martínez, conocido por el sobrenombre de camarada Arenas, y Fernando Silva Sande, están en la lista de los apresados.
Ahora se cumplen 20 años de aquella acción policial que descabezó a los Grapo. Los Grapo han sido responsables desde 1975 de decenas de atentandos con artefactos explosivos y responsables de casi un centenar de muertos, según la Fundación Víctimas del Terrorismo; exactamente ocho mujeres y 78 hombres. Aunque nunca hubo acta de disolución, las fuerzas de seguridad dan a la organización por completamente desarticulada en la actualidad.
Fueron meses de labores de información y seguimientos los que acabaron fructificando en aquella operación antiterrorista de noviembre de 2000. La actuación policial se llevó a cabo en París y sus alrededores, áreas donde hacía tiempo ya que se sabía que se ocultaba la dirección de la organización ultraizquierdista. No hacía demasiado que se habían reivindicado acciones armadas como asaltos a furgones blindados, ataques a dependencias del Partido Popular en Madrid o la bomba colocada en la sede del diario El Mundo en Barcelona.
El inicio de las pesquisas que llevaron hasta el descabezamiento de los Grapo en Francia se iniciaron a muchos kilómetros de la capital gala y fue en la de España, en el aeropuerto de Barajas. Equipos de la Guardia Civil detectaron a un destacado miembro del grupo terrorista que iba a tomar un avión a París.
Ahí, se puso en marcha la colaboración antiterrorista con el país vecino, ya muy consolidada. Habían quedado atrás los años en que dicha ayuda era casi inexistente, a pesar de fenómenos terroristas tan intensos como lo protagonizados por ETA en la década de los 80.
La policía gala centró dos pisos en París y otros tres en localidades colindantes. En uno de los domicilios estaba el infatigable e histórico secretario general del Partido Comunista de España (reconstituido), PCEr, el camarada Arenas, Manuel Pérez Martínez. El PCEr está considerado el brazo político de los Grapo y su máximo responsable lo es de la banda terrorista, aunque existieran otros puestos en el escalafón, como el jefe de los comandos también detenido en aquella redada, que tuvieran responsabilidades más operativas.
El camarada Arenas venía de una larga tradición de activismo de extrema izquierda en el que el respeto a la ley no era obstáculo alguno para sus actividades. Por ello fue, siendo más joven, encarcelado ya en España. Cumplió una condena de siete años por asociación ilícita. En 1984, quedó en libertad y tiempo después pasó a Francia y entró en la clandestinidad.
Seguía viva su voluntad de extender su supuesto ideario revolucionario y, pese permanecer en paraderos desconocidos, realizó publicaciones y hasta concedió entrevistas. Y, además de todo ellos, ocupaba el cargo de máxima dirección de la organización terrorista, según las fuerzas policiales y la judicatura españolas.
La otra detención de gran relevancia en París y sus alrededores fue la Silva Sande, que posteriormente se convertiría en testigo protegido en varios procedimientos por atentados cometidos por los Grapo. Se convirtió en colaborador un colaborador activo de la justicia. Eso le granjearía con el camarada Arenas una enemistad profunda e irreconciliable.
Silva Sande fue el jefe del comando que secuestró en 1995 al empresario Publio Cordón en Zaragoza y del que nada más se supo, a pesar de que la familia pagó el rescate. La versión de los terroristas y del propia Silva Sande es que liberaron al secuestrado en Barcelona en agosto de aquel año, unos 20 días después de llevárselo a la fuerza, y que nada saben de su paradero. La incógnita de si Cordón está vivo o muerto se mantiene hoy en día. La fiscalía cree que los miembros del comando asesinaron al empresario.
Como la policía gala localizó en los registros detonadores y explosivos, la justicia de aquel país abrió diligencias contra los detenidos, con lo que la extradición a España se retrasaría varios años, seis en concreto, tras pasar largas estancias en cárceles francesas.
En uno de los juicios en la Audiencia Nacional que siguieron a la llegada de los dos citados terroristas a territorio español, concretamente en el que se veía el caso de un atentado contra una empresa de trabajo temporal en Madrid, las discrepancias entre el camarada Arenas y Silva Sande se pusieron descarnadamente de relieve.
Pérez Martínez dijo que él no era un terrorista sino simplemente un “militante comunista” de una formación que la ley de partidos había ilegalizado. “Una ley fascista que me ha metido en la cárcel”, gritó ante el tribunal. El camarada Arenas sería desalojado de la sala por orden de la presidencia del tribunal y dejaría la sala entre los cánticos de la Internacional Comunista.
En una fase anterior de la vista, Silva Sande había declarado que Pérez Martínez era quien decía “qué se hacía, cómo y cuándo”. “Él era el responsable máximo, la palabra final siempre le correspondía a él en una organización piramidal como la nuestra”, aseguró el acusado.
“Nos veíamos alguna vez, tomábamos una caña por compromiso, pero yo no quería saber nada de él. Además es que olía mal”, espetó el camarada Arenas refiriéndose a Silva Sande en un momento de la vista, durante también tachó a su antiguo compañero de filas “impostor y violador”.
El camarada Arenas cumple actualmente una condena de 17 años de cárcel por sentencia de la Audiencia Nacional de 2012. Este terrorista convicto nació en la ciudad de Melilla hace 76 años.
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