24
mayo 2025
Víctimas
del GAL exigen sus derechos en una investigación: “Ser de ETA no exime que
hayan sufrido terrorismo de Estado”
“Los
derechos de verdad, dignidad, memoria y justicia se ven seriamente afectados
con la posición de renuncia del PSOE a aceptar, reconocer y discutir sobre un
pasado muy oscuro en el que no se ha contado todo”, reconoce el investigador
Jerónimo Ríos
Veronique
Caplanne es la hija de Robert Caplanne, asesinado por los GAL en Biarritz el 3
de enero de 1986. Cuando ocurrió el atentado Veronique tenía 14 años y era 24
de diciembre. Tras pasar unos días ingresado en el hospital, finalmente
falleció el 3 de enero. “Nadie nos ha ayudado y nadie quería hablar con
nosotros. Era un secreto sin ser un secreto. Nosotros no estábamos en esas
historias ni de ETA, ni de los GAL, ni de la Policía. No sabíamos nada. Nadie
nos ha ayudado y nadie nos ayudó”, reconoce casi 40 años después en una
entrevista recogida en la investigación 'El terrorismo de Estado ante sus
víctimas. Concersaciones a propósito de los GAL', realizada por los politólogos
e investigadores Jerónimo Ríos y Egoitz Gago. Se trata de la tercera obra que
publican tras 'La lucha hablada', un libro en el que miembros de ETA cuentan su
experiencia en la banda y la segunda parte, en la que son las víctimas de ETA
las que narran su historia.
En
esta ocasión han querido centrarse en las víctimas de los GAL para llenar un
“vacío académico”. “La renuncia a escribir sobre los GAL se entiende en un país
como España, donde el grueso de las víctimas del terrorismo y de acción
violenta desplegada fue a cargo de ETA. ETA ha focalizado buena parte de la
atención académica durante décadas. También hay otras miradas, sobre todo de
otros terrorismos, como el terrorismo de extrema derecha o terrorismos
asociados al yihadismo fundamentalista, pero hay vacíos incomprensibles en
torno a los GAL y eso también ocurre por la dificultad de encontrar
documentación”, reconoce a este periódico Jerónimo Ríos.
Las
víctimas entrevistadas denuncian la falta de apoyo institucional tanto vasco,
como a nivel de España y Francia (donde ocurrieron la mayoría de los
atentados). Maider García Martín, hija de Juan Carlos García Goena, asesinado
por los GAL en Hendaya el 24 de julio de 1987, relata las insuficientes
aproximaciones que han llegado a tener por parte de sectores políticos. “A mi
madre, una persona muy importante del PSOE le llegó a reconocer que seguíamos
siendo la gran losa del partido y que les pesábamos mucho. Ellos saben que
tienen ahí una responsabilidad enorme y que no han dado el paso que se espera
de ellos. Aquí, en Euskadi, todo el mundo es consciente que el PSOE tiene una
deuda pendiente, es igual que cuando le piden a la izquierda abertzale que tienen
que dar un paso más con respecto al reconocimiento de las víctimas de ETA”,
detalla en el libro García Martín. El terrorismo de Estado se desarrolló
durante los mandatos de Felipe González.
“La
de los GAL es una responsabilidad que el PSOE no se asume y que, y que
efectivamente es una grandísima losa democrática o antidemocrática. Ya han
pasado 40 años, pero no podemos pasar las páginas de nuestra historia sin antes
leerlas y eso implica que quizá haya que normalizar, haya que exigir, haya que
visibilizar y haya que reclamar una ausencia de responsabilidades, de
cuestionamientos y la aceptación de cuestiones que, al menos en el plano
simbólico, en el plano moral y en el plano más normativo, son necesarias. Yo
creo que los derechos a la verdad, la dignidad, la memoria y la justicia se ven
seriamente afectados con la posición de renuncia del PSOE a aceptar, a
reconocer, a discutir sobre un pasado muy oscuro, muy turbio, en el cual
todavía, por desgracia, no se ha contado todo”, lamenta Ríos.
Según
el investigador, el oscurantismo acerca de las informaciones relacionadas con
los GAL es algo que afecta a los Gobiernos socialistas en todos los niveles.
“Hay una gran opacidad, oscurantismo en el acceso a cierta documentación y a
cierto tipo de fuentes. Y por supuesto, hay que tener en cuenta que esto
vincula a un Gobierno socialista en Madrid, a un Gobierno socialista en Euskadi
y a un Gobierno y a unas elites políticas que tienen connivencias muy
perversas, con manzanas podridas, con sectores muy concretos del ámbito de la
Policía Nacional y de la Guardia Civil, pero que indudablemente desembocan en
elementos a los cuales hay que atender. Y ese es un un reclamo que tratamos de
hacer. Por supuesto que entendemos que en un país como España, donde hay 860
víctimas de ETA, pues eso implique la necesaria atención o predominancia de
ETA, pero la gravedad de los GAL reviste precisamente en su naturaleza
jurídica, en que es el Estado el que manda matar a través de mercenarios,
haciendo uso de fondos reservados y haciendo uso de elementos que son la máxima
expresión de las cloacas más despreciables del Estado. Y además, si a eso le
sumas que en el 40% de las muertes violentas, por ejemplo, hay equivocaciones,
pues nos encontramos ante una situación que considerábamos que era necesario
seguir reivindicando y visibilizando”, argumenta.
Al
igual que ocurrió en la investigación realizada a víctimas de ETA, en las
entrevistas realizadas a víctimas de los GAL se ve gran diferencia de relatos.
Una de las principales diferencias es el hecho de que algunas de las víctimas
de los GAL fueron miembros de ETA, mientras que otras no. “Para mí lo
importante de todo es decir que a mi padre lo mató el GAL y que nunca tuvo nada
que ver con ETA, pero que es una víctima también. No nos pueden meter en el
mismo saco. Esos matices son complicados. Lo que predomina, como te decía
antes, es que si te mató el GAL es porque algo habría hecho la víctima”,
confiesa Veronique.
En
la investigación también se aporta el testimonio de Izaskun Ugarte y Haize
Goikoetxea, viuda e hija de Mikel Goikoetxea Elorriaga “Txapela”, asesinado por
los GAL en San Juan de la Luz el 1 de enero de 1984. “En nuestro caso, nosotras
sí que fuimos consideradas como víctimas de terrorismo. Es decir, nosotras
pedimos la ayuda y nos la concedieron. Estábamos en ese listado, pero llegó el
cambio de ley y nos hemos quedado fuera. ¿Por qué? Porque Mikel Goikoetxea era
militante de ETA y nosotras, por tanto, no merecemos nada. No tenemos derecho a
nada. Que hubiese muerto en un atentado a manos del Estado español no importa.
Al final su mensaje es el mismo. Nosotros lo matamos y está bien muerto”,
lamenta Haize.
Lo
que la familia de Goikoetxea reivindica, al igual que el resto de las familias,
es saber lo que pasó. “Quién lo hizo, cómo lo hicieron, quién pagó, cuánto
pagó. Y, sobre todo, que alguien asuma esa responsabilidad, no sé si
judicialmente hablando, pero por lo menos sí a otros niveles. Que alguien asuma
esa responsabilidad de haberlo hecho, sobre todo si es un Estado el que mata.
Que al final, que una persona o una organización asuma las armas vale, pero que
un Estado que se supone que debe proteger y tiene que garantizar un montón de
cosas, se haya saltado todas las leyes y haya hecho lo que ha querido
impunemente, no sé... Además, con dinero público, con fondos reservados,
utilizando la policía y recurriendo a mercenarios. Se trata de una barbaridad
tras otra. Todo eso habría que esclarecerlo punto por punto, no solo en nuestro
caso, sino en todos”, exige Haize Goikoetxea.
“El
hecho de que haya terrorismo de Estado y haya una militancia de ETA no exime,
ni justifica, ni valida prácticas atroces como las que vivieron Lasa y Zabala o
como las que podemos encontrar en el caso de la viuda de Goikoetxea. Es decir,
a ellas, por ejemplo, se les niega la condición de víctimas de terrorismo por
la pertenencia a ETA. Ser de ETA no exime que hayan sufrido terrorismo de
Estado”, indica Ríos.
A
la hora de documentarse para realizar la investigación, Ríos reconoce que
algunas personas entrevistadas son más accesibles que otras. Para este estudio,
además de las citadas, se ha entrevistado a Itziar Zabalza, hermana de Mikel
Zabalza, víctima de violencia policial por actos de motivación política
asesinado el 26 de noviembre de 1985, a Pili Zabala, hermana de José Ignacio
“Joxi” Zabala, secuestrado y posteriormente asesinado por los GAL junto a
Joxean Lasa, la madrugada del 15 al 16 de octubre de 1983 e incluso a una de
las víctimas directas de los GAL, Kepa Pikabea Ugalde, herido por los GAL en el
atentado contra el Bar des Pirennes, en Bayona, el 29 de marzo de 1985. “Hay
casos de víctimas que son más fáciles de trabajar porque son víctimas de un mundo
ajeno de ETA y, por tanto, son esas personas que siempre están presentes en el
espacio público y en los actos que buscan visibilizar las exigencias de las
víctimas del terrorismo y del terrorismo de Estado también. Después, hay otras
que son muy incómodas por su militancia ETA, por su proximidad a ETA o por su
todavía posición dogmática con respecto a lo que supuso. Y a esas también hay
que escuchar y atender. Escuchar no es validar. Escuchar es tratar de entender
cómo se construyen discursos en torno a demandas, necesidades, reclamos, porque
todavía hoy se inscriben en una gama de grises y de contradicciones muy
fuertes”, reconoce el investigador.
A
pesar del trabajo realizado, Ríos sostiene que ve complicado acabar con el
vacío académico con respecto a las investigaciones relacionadas con los GAL.
“Es difícil porque el propio estudio reconoce el Estado como actor violento,
habla del terrorismo de Estado. Ya de por sí académicamente es un planteamiento
teórico muy marginal, muy escorado, muy residual. Digamos que el 'mainstream'
de la Ciencia Política, de Historia, de los estudios sobre violencia, se
centran básicamente en las acciones desplegadas por los actores que ejercen la
violencia, grupos de terroristas, victimarios, etcétera. En los últimos años ha
ganado mucho peso dar voz a las víctimas del terrorismo, pero entrar en agentes
del Estado, en agentes de la Policía, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, no
solamente en España, en otros lugares, y especialmente en contextos
democráticos, es difícil”, concluye.

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