martes, 14 de mayo de 2013

13 mayo 2013 Artículo El Periódico de Catalunya (opinion)

13 mayo 2013



“Algo no cuadra señor ministro”


Quien me conoce sabe perfectamente que no soy partidario del aborto pero, quizá por eso, me molesta que alguien ponga a las mujeres que deciden abortar a la misma altura que a la banda terrorista ETA. Muchos dicen ser antiabortistas, quieren cambiar la legislación al respecto y no se molestan en evitar comparaciones a todas luces exageradas. Aún y así basan sus argumentos en una idea defendible, que “la vida se inicia en el momento de la concepción”.
Lo que presento a continuación pudo ocurrirle durante décadas a cualquier madre gestante, situación que espero y deseo sea ya cosa del pasado y que ninguna otra ciudadana lo sufra. Expedientes que durante años han sido denegados pero por los que todavía albergo la esperanza de hallar una solución. En 1979 una madre gestante abortó espontáneamente al enterarse que su esposo había sido asesinado en un atentado y sus dos gemelas no llegaron a nacer. En 1987 otra madre gestante murió en el atentado y a causa de ello el feto tampoco nació y en 1993 otra madre gestante resultó gravemente herida y, aunque ella sobrevivió, perdió la criatura. Tres situaciones en tres atentados terroristas diferentes, pero con un mismo final: la pérdida definitiva de aquellas cuatro “vidas iniciadas en el momento de la concepción”.
Jamás ninguno de los representantes ministeriales con poder de decisión, muchos de ellos contrarios al aborto se acercaron a Gloria, a Jordi, a Teo o a Gracia para explicarles las razones que les llevaron a desestimar sus solicitudes. Ninguna administración tuvo la dignidad suficiente para descolgar el teléfono e intentar razonar lo irrazonable y ni tan siquiera se atrevían a contestar a nuestros requerimientos. Recuerdo cuando uno de estos políticos, que felizmente ya no se dedica a esta labor, nos dijo a Juanan y a mi que “esos fetos no podían ser considerados como seres humanos porque no habían vivido veinticuatro horas fuera del útero materno”. O sea, que si hoy alguien tiene un hijo y a las 23 horas y 59 minutos lo ahoga ¿no sería delito? ¿no sería un parricidio?
Estas tres familias, cuando escuchaban las comparaciones que el señor ministro realizó, no podían entender que si se afirma que “la vida empieza en el momento de la concepción” algo no cuadraba en su experiencia personal. ¿Saben estos políticos que la legislación para 2013 marca que la pérdida de un feto en accidente de tráfico es reconocida como fallecimiento? ¿Saben que se valora el doble la pérdida del primer hijo en relación al segundo?

Pero mientras ocurrían extrañas gestiones de apropiación mercantil del dolor ajeno entre ciertos sectores de víctimas, esos políticos y la trama Gurtel, a ninguno le importó que se siguiera negando el reconocimiento como víctimas a esas criaturas. ¿Hablarán después de solidaridad, dignidad, confianza, sentimientos, ética…? ¿podrán algunos acudir a cualquier acto religioso con la conciencia tranquila? ¿Le preguntarán en la próxima audiencia al actual Obispo de Roma cómo hay que “catalogar” a aquellos fetos cuya “vida se inicia en el momento de la concepción” pero que no llegaron a nacer? Espero cerrar estas tres historias reales con la evidencia: son cuatro víctimas del terrorismo.

Opinión:

Solo quiero agradecer a los mas de cien amigos entre víctimas, compañeros de colegio, amigos y miembros de otros “gremios” las palabras de apoyo recibidas a través de e-mails, fecebook, mensajes y llamadas. Y muy especialmente a las tres familias mencionadas las cuales me han vuelto a mostrar su amistad y confianza total y absoluta, como siempre desde el primer momento en que nos conocimos. Esto acaba de empezar y seguiremos hasta que la legislación deje de amparar el cinismo y la hipocresía de algunos.
 

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