sábado, 16 de agosto de 2025

12 agosto 2025 La Nueva España

 

12 agosto 2025 



Se cumplen 25 años del asesinato de ETA de la guardia civil gijonesa Irene Fernández Perera: "Mientras yo pueda, mi hija seguirá siendo recordada"

La localidad de Sallent de Gállego colocará una placa en recuerdo de la agente, que murió en 2000 junto a su compañero

"Llega tarde, pero llega; el caso es que se les recuerde", señala Ángeles Perera, la madre de la gijonesa

El 20 de agosto del año 2000 la vida de Irene Fernández Perera se paró de golpe. No fue por una enfermedad o capricho del destino. Se la arrebataron mediante una bomba lapa colocada por miembros de la banda terrorista ETA en el Nissan Patrol con el que se desplazaba como Guardia Civil  en la localidad oscense de Sallent de Gállego. Junto a Fernández Perera también fue asesinado su compañero José Ángel de Jesús Encinas, nacido en Toledo y que se encontraba al lado del vehículo cuando explotó. Las muestras de repulsa por el asesinato no se hicieron esperar, así como los homenajes a estas dos víctimas del terrorismo. Fernández fue nombrada hija predilecta de Quirós, donde nació, y Gijón, donde residía desde pequeña, puso una calle a su nombre en el barrio de Contrueces.

En Sallent de Gállego cada aniversario del atentado también se honra la memoria de los dos guardias civiles. Durante los últimos 25 años, Ángeles Perera, madre de Irene Fernández, acude hasta la localidad para mantener viva la memoria de su hija. Este año, el acto de recuerdo irá acompañado de la colocación de una placa en una de las calles anexas al cuartel de la Guardia Civil. "Llega tarde, pero llega. El caso es que se recuerde la muerte de mi hija y su compañero y que la gente sepa qué pasó allí.", afirma Perera que matiza sus palabras. "Muertos no, matados. Matados con nocturnidad y premeditación", remarca la madre de Irene Fernández.

Han pasado cinco lustros, pero el dolor de ver morir a una hija no se desvanece. Perera asegura que la intención de las dos familias desde hace unos años era colocar un monolito al lado del cuartel de la Guardia Civil de Sallent de Gállego, pero las autoridades de la zona se lo desaconsejaron. "Es un pueblo en el que va de vacaciones mucha gente y siempre están los que les molesta estas cosas y nos dijeron que lo iban a tirar y romper", explica Perera, que con resignación señala que puede ocurrir lo 

mismo con la placa. "La arrancarán porque no la quieren ver ahí, pero primero la tendrán que ver", avisa la madre de la guardia civil fallecida.

Cada 20 de agosto, su presencia y la de familiares y amigos de los dos guardias civiles es una constante. "He estado en el homenaje cada año. Durante 25 años hemos ido con lágrimas, dolor y sufrimiento, porque eso no se olvida", manifiesta Perera. Llenan la calle donde los asesinaron con flores y rememoran, cada uno a su manera y como buenamente pueda, lo que ocurrió en ese lugar. "Yo no necesito que la alaben o la ensalcen, simplemente que recuerden que la mataron. No es lo mismo morir de una enfermedad o un accidente, esto fue intencionado. Sabían que a las seis iban a salir del cuartel y cuando encendieran el coche...", recuerda Ángeles Perera, que aun a día de hoy se le hace difícil rememorar esa trágica fecha. "No tuvieron opción ni de defenderse", sentencia la madre de la víctima.

Las fuerzas de Ángeles Perera para seguir asistiendo a estos actos reside en su hija y en que no se olvide lo que le hicieron, "como en pocos minutos me la arrebataron". "Mientras yo pueda y los padres del otro guardia también, iré a Huesca. El día que no vayamos ya no se acuerda nadie de ello, solo algunos de los del pueblo que los conocían. Porque los otros ya se encargan de no hablar de los muertos y de ensalzar a los suyos. Como si no hubiera asesinados", lamenta Perera.

Un reconocimiento que "llega tarde, pero llega"

Ni olvido, ni perdón. Aquella mañana de agosto la vida de Irene Fernández fue arrebatada en un atentado bomba y con ella se fue parte de Ángeles Perera. "La vida sigue, pero como seguimos los que quedamos aquí, ¿quién me resarce de las noches sin dormir, de los lloros de las noches que he pasado? Nadie", muestra con rotundidad la madre de la víctima de ETA. Irene Fernández era la hija única de Ángeles Perera y José Antonio Fernández, ya fallecido. "Me he quedado sola, no tengo hijos ni nada ahora. ¿Sabes lo que es llegar a casa y no tener la llamada de siempre de tu hija?", pregunta Perera sin esperar respuesta. "Sus abuelos eran mayores cuando ocurrió. No lo supieron llevar y acabó con ellos", añade la mujer a la que le los recuerdos del pasado no le ayudan a aliviar la pena.

 

 

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