lunes, 22 de mayo de 2023

21 mayo 2023 El País

21 mayo 2023 



 

“El partido de mi hermano nos ha utilizado. Ese es mi problema con el PP”


“ETA no solo mataba. Antes, te hacía saber que te iba a matar”, afirma Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, líder del PP de Gipuzkoa y teniente de alcalde de San Sebastián asesinado en 1995.


“Él había notado que lo vigilaban. Y pese a todo, salía de casa para recibir a una cola de gente en el Ayuntamiento. Eran héroes por eso, porque lo sabían”.

 

 

Aquel 23 de enero acudió al bar La Cepa con dos de sus colaboradores. El etarra Txapote entró en el local y le pegó un tiro en la nuca. “Mi padre se enteró por la radio, mientras paseaba al perro”, relata Consuelo. Ordóñez tenía 36 años y un hijo de 14 meses. La vida de aquella familia, como la de tantas otras, cambió.

 

Consuelo Ordóñez ayudó a fundar en 1998 el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), la asociación que, antes de que empezara la campaña electoral, denunció la presencia de 44 condenados por vinculación con ETA en las listas de EH Bildu. En los últimos días, la han acusado de hacer esa denuncia para beneficiar a determinadas formaciones políticas y de tener “problemas con el PP”.


Los estatutos de Covite, que nació para “deslegitimar el terrorismo” y “concienciar a la sociedad sobre las reivindicaciones de las víctimas”, aclaran: “Somos absolutamente independientes de cualquier partido”.

 

Pregunta. Su hermano fue la primera víctima de la llamada socialización del sufrimiento de ETA. A partir de ese momento creció la movilización ciudadana contra la banda. ¿Le ayudó eso a no dejarse consumir por el odio?

Respuesta. En vida de mi hermano, y esa es una espinita que tengo, yo no tenía conciencia de lo que estaba haciendo, de lo que se estaba jugando. No iba a las concentraciones que habían empezado a finales de los ochenta para condenar a ETA. Comencé a ir después del asesinato. Callábamos unos minutos en protesta por el secuestro o el asesinado del día anterior y luego aplaudíamos. Poco a poco empezó a venir más gente. Mientras, una jauría humana llena de odio nos gritaba: “¡ETA, mátalos!”. Aparecía una camioneta desde la que repartían piedras para tirárnoslas. En septiembre de 1995, una me dio en la cabeza. Hasta ese momento no se sabía que era la hermana de Gregorio. Iba sola, nadie de mi entorno me había dicho: “Te acompaño”. Mis amigos se comportaban como si mi hermano hubiese muerto de cáncer o en un accidente de tráfico. Esas concentraciones fueron claves en mi vida porque transformaron el odio en una lucha constructiva contra el terror. Aprendí muchísimo de aquella gente. Lo peor de este país han sido los vascos; lo mejor, también.

 

P. Begoña Garmendia, la portavoz de HB en el Ayuntamiento, rechazó públicamente el atentado, aunque aclaró que hablaba solo por su “conciencia”. ¿Ha cambiado el entorno abertzale?

R. Mi hermano le estaría muy agradecido. Esas declaraciones fueron muy valientes. ¿Qué ha cambiado? Todo, porque ETA ya no mata; pero, en la izquierda abertzale, casi nada. Todo lo hacen por tacticismo. La ley de partidos exigió el rechazo a la violencia, pero no la condena de ETA. De aquellos barros, estos lodos.

 

P. ¿Cómo recuerda el anuncio de la disolución de ETA, en 2018?

R. Las víctimas hemos demostrado en muchas ocasiones que creemos en el Estado de derecho y queríamos que fuera el Estado de derecho el que derrotara a ETA. Zapatero negoció con ETA, pero no engañó a nadie, lo dijo. El PP nos engañó porque pensábamos que iba a parar aquel proceso y no lo hizo. En 2012, el Tribunal Constitucional legaliza Sortu y después es renovado. Lo que ocurre desde el anuncio del cese de la violencia en 2011 y de la disolución en 2018 es la legalización de su brazo político. Sentí que me habían quitado la foto de la derrota porque fue un final negociado.

 

P. ¿Por qué cree que Díaz Ayuso dice que ETA sigue viva?

R. Porque no tiene cultura democrática. Decir esas barbaridades, que son muy dolorosas para las víctimas, es faltar al respeto a sus propios compañeros asesinados, los que murieron por esa palabra que a ella tanto le gusta: la libertad. Y no es la primera vez.

 

P. Tras las críticas recibidas, Ayuso ha sugerido que usted tiene “problemas con el PP”.

R. Me traicionaron. El partido de mi hermano nos engañó y nos utiliza. Ese es mi problema con el PP. No somos de nadie. Lo hemos probado sobradamente. Fundamos Covite en 1998, cuando Aznar autoriza contactos con el “Movimiento vasco de liberación”. Nuestro manifiesto decía: “No queremos ser también víctimas de la paz”. Y hemos terminado así por distintos gobernantes que siguen diciendo que acabaron con ETA con el Estado de derecho.

 

P. Rechazaron acudir a una reunión convocada por Alberto Núñez Feijóo en pleno debate de la ley de memoria. ¿Por qué?

R. Nos llegó un wasap convocándonos prácticamente de un día para otro en el Congreso, sin orden del día. Me extrañó. Luego me enteré de que era para que las víctimas de ETA nos enfrentáramos a las víctimas del franquismo. Y entré en cólera. ¿Cómo me voy a oponer a que las víctimas del franquismo tengan una ley de reconocimiento y reparación como nosotros? Usar a unas víctimas contra otras es caer muy bajo. Esa fue mi gran decepción con Feijóo. Ya no espero nada de él.

 

P. Se habla mucho de ETA, pero eso no siempre significa hablar de las víctimas.

R. Es que estar con las víctimas es otra cosa. En la ley de 2011, las víctimas que no tenían justicia valían la mitad porque había, como advirtió la oficina del Defensor del Pueblo, desigualdad indemnizatoria según hubiera condena o no. Y en la ley autonómica de víctimas del terrorismo de Madrid se exigía que estuvieran empadronadas en el momento del atentado. Con la oposición el año pasado conseguimos modificar eso. Decir cosas como las que dice Ayuso o comparar, como hacía Casado, la agenda del independentismo catalán con ETA, esa frivolización del dolor, esa banalización, duele.

 

P. ¿Por qué cree que ahora las listas de EH Bildu han causado más revuelo?

R. Siempre hemos criticado las puertas giratorias de ETA, que estén de representantes en municipios… Pero este año decidimos hacer una investigación a fondo de sus listas, cotejamos más de 2.000 nombres y detectamos esos 44, siete de ellos con condenas por delitos de sangre. No nos imaginábamos este terremoto. Estamos contentos de la renuncia de esos siete, igual que por la prohibición de los ongi etorri [homenajes a presos], que nos llevó siete años.

 

P. Han combatido listas, homenajes a etarras, pero no los acercamientos de presos. ¿Por qué?

R. No los hemos criticado ni en gobiernos del PP, con ETA activa, ni ahora. Nunca nos ha importado dónde cumplen las penas los presos, sino que las cumplan. Este Gobierno nos informa de los acercamientos. El PP quiso imponernos manifestaciones.

 

P. Muchos jóvenes no saben quién fue su hermano o Miguel Ángel Blanco. ¿Qué ha fallado?

R. Las instituciones han hecho muy poco. En Covite hicimos el mapa del terror, que geolocaliza los asesinatos terroristas desde 1960, y lo más importante que hago en mi vida son hilos de Twitter explicando quiénes eran las víctimas, para visibilizarlas. Ahora se empiezan a hacer cosas, charlas en institutos... Y les ocurre igual a las víctimas del franquismo. Yo tampoco sabía la magnitud porque nunca me habían enseñado nada de eso. En este país la memoria se utiliza para enfrentar a unas víctimas con otras. Y así nos va.

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