lunes, 19 de febrero de 2024

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18 febrero 2024 


 

Altares improvisados contra el terrorismo: una solidaridad que apenas se vio en Euskadi

Muchos son los monumentos dedicados a las víctimas de atentados terroristas. En Madrid, junto a la Estación de Atocha, la estructura cilíndrica que recuerda a las víctimas del 11-M, en Barcelona, en Las Ramblas, una inscripción rememora a las personas asesinadas en los atentados yihadistas de agosto de 2017 o en Vitoria-Gasteiz, el monolito en honor a las víctimas de ETA.

En ocasiones, no se presta tanta atención o no se recuerda tanto aquellos altares improvisados que la sociedad lleva a cabo en recuerdo de las víctimas tras sucesos como estos. Para hacerlos visibles y darlos a conocer, el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo acoge 'En amoroso recuerdo de lo que se ha perdido', una exposición que consta de 23 fotografías que documentan atentados cometidos entre 1969 y 2023 en Vitoria-Gasteiz, Barcelona, París, Bruselas, Milán, La Valeta y Oslo. En estas fotografías se pueden apreciar los homenajes y altares improvisados que se crearon tras distintos atentados terroristas y, de esta forma, el público podrá hacerse una idea de cómo reaccionó cada sociedad en su momento. A diferencia de otras, esta exposición, que consta de seis grandes cubos divulgativos, se encuentra en la calle, en la plaza de la Memoria —junto al Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo—, y permanecerá expuesta hasta el 13 de marzo.

"Esta exposición invita al visitante a realizar un viaje conmovedor hasta el doloroso recuerdo de aquello que se pierde por el terrorismo", dicen las primeras líneas de su catálogo. La comisaria de la exposición, Ana Milosevic, —investigadora cuyo trabajo se centra en la conmemoración posterrorista en Europa para examinar críticamente su eficacia para las víctimas, sus familias y los supervivientes—, ha documentado estos memoriales improvisados y ha entrevistado a más de 100 víctimas por todo Europa. "Es una muestra de duelo, solidaridad y empatía con las víctimas", señalaba Raúl López Romo, responsable del Área expositiva y educativa del Centro Memorial, durante la inauguración de la exposición.

Ana Milosevic y Raúl López Romo estuvieron acompañados también por María Lozano, asesora de Naciones Unidas y consultora experta en materia de radicalización y terrorismo y Montserrat Torija, directora general de Apoyo a Víctimas del Terrorismo. Todos ellos coinciden en que esta muestra tiene un "efecto sanador" para las víctimas, así como para la sociedad. "Es muy importante fotografiarlo y mantener la memoria de estos altares que son efímeros porque nos permite estudiar, analizar y comparar cómo reaccionan las distintas sociedades, cómo reacciona una ciudad grande o como lo hace un pueblo", indicaba María Torija.

El altar a Buesa y a su escolta, una excepción en Euskadi

De las 23 fotografías, por cercanía geográfica, destaca la del homenaje que realizaron algunos estudiantes a Fernando Buesa y a su escolta, Jorge Díez, —asesinados por ETA en febrero del 2000— en el lugar de los hechos, en Vitoria. Una fotografía realizada dos días después del atentado por la Agencia EFE y en la que se pueden observar varios ramos de flores, así como mensajes escritos por los ciudadanos. Una "excepción" —recalcaba López Romo—, ya que en Euskadi apenas se hicieron esta clase de homenajes por parte de la sociedad vasca tras atentados terroristas de ETA. Un acontecimiento que saca a la luz las diferentes formas de actuar ante este tipo de hechos dependiendo de la sociedad en los que tengan lugar y otros factores clave a tener en cuenta como el trasfondo político o el miedo.

Asimismo, se incluye una imagen de un ciudadano que participaba en la conmemoración del segundo aniversario del atentado de Las Ramblas de Barcelona, en el que un miembro del Estado Islámico utilizó una furgoneta para atropellar a los peatones, matando a 13 e hiriendo a 130.

De otros países de Europa destacan, por ejemplo, varias fotografías de homenajes y altares por los atentados de Oslo y Utoya de 2011. Un terrorista de extrema derecha abrió fuego contra los participantes en un campamento de las juventudes laboristas, matando a 69 personas e hiriendo a 32. Previamente, el terrorista puso un coche bomba junto a la torre que albergaba las oficinas del primer Ministro de Noruega. La explosión mató a ocho ciudadanos e hirió a unos 209.

 

 

 

 

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