04 agosto 2017
Los etarras y los infartos
Jose Mari Calleja
Al parecer, un etarra encarcelado después de haber
asesinado a todo el que se le puso por delante, un sujeto que hubiera seguido
descerrajando tiros en la nuca de no haber sido detenido por la policía, no
puede fallecer de infarto después de un ejercicio físico intenso como la
práctica del boxeo. Conocí a un abogado donostiarra, antietarra, sindicalista,
defensor de trabajadores, que murió de infarto en pleno partido de squash. Cada
año mueren unas cuantas personas en las playas españolas, ahogados después de
sufrir un infarto. Mueren de infarto gentes que hacían ejercicio o se tomaban
un café. A nadie se le ocurre echar la culpa de sus fallecimientos al empedrado
del contexto.
Los herederos batasunos nos quieren vender ahora la
propaganda viejuna de que la culpa del infarto del etarra es del Estado, y no
del bombeo desigual del particular corazón del sujeto, con antecedentes
familiares de fallecidos por infarto. Eligen para emitir su flatulenta
posverdad nada menos que a Kubati, ese homínido que asesinó a Yoyes delante de
su hijo por haber buscado una salida individual a la banda con treinta años de
adelanto. ¡Qué antiguos estos de Sortu!, siguen en los ochenta en cuanto a propaganda
victimista, pero lo cierto es que ya no hay asesinatos. El que estaba en la
playa cuando los vascos se manifestaban para impedir el asesinato de Miguel
Ángel Blanco quiere hacer pasar por muerte intencionada un infarto después de
un ejercicio físico intenso.
El asesino etarra estaba en una cárcel extremeña, comunidad
en la que había nacido antes de que le lavaran el cerebro para construir a los
llamados 'españoles' como enemigos y empezar la matanza contra ellos. Estaba
derrotado, como sus conmilitones. Hubo un tiempo, no es broma, en el que un
abogado de los etarras reclamaba para los presos de la banda el derecho a
cumplir íntegras sus condenas. ¡Toma ya! Los etarras se podían acoger a
beneficios individuales y acortar su estancia en prisión, pero la organización
se lo prohibía con amenaza de pena de muerte, como a Yoyes. Había que ir en
manada y la salida individual era sinónimo de traición. Ahora resulta que 'la
organización' alienta las salidas individuales y las viste de revolucionarias,
imaginativas y así. Lástima que lo haga con treinta años de retraso y con un
montón de asesinados que nos podía haber ahorrado los kubatis y otros gerundios
cómo él.
Se cumple ahora el aniversario del asesinato de Juan Mari
Jáuregui, que fuera militante socialista y al que le pegaron un tiro en la nuca
un 29 de julio de 2000. Uno de los miembros del grupo que lo asesinó ha pedido
perdón a la viuda, Maixabel Lasa. Nada que ver con los viejunos de Sortu, que
echan la culpa de un infarto al empedrado.
Opinión:
Pues nada más que decir, el amigo Jose Mari, uno de los viejos rokeros
al que todavía se puede encontrar en el mundillo tras muchos años de lucha conjunta,
aporta claridad al tema... una vez mas.
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