sábado, 13 de diciembre de 2014

11 diciembre 2014 (08.12.14) La Razón (opinión)

11 diciembre 2014 (08.12.14)



La forzada libertad de Santi Potros
Abel Hernández







Los treinta y siete muertos cargados a su cuenta, los cuerpos destrozados por la metralla el fatídico día de Hipercor, el luto y el llanto de las familias deberían constituir la condena interior de por vida de este hombre envejecido, a punto de cumplir sesenta y nueve años, de aspecto vulgar, con pelo escaso y encanecido y los ojos hundidos y huidizos, equipado con anorak, que vuelve a pasear libre por las calles de Lasarte, su pueblo, más de cuarenta años después. De ellos, veintiocho pasados en la trena, de más de tres mil que le correspondían, y el resto, huido, organizando atentados. Los enredos de la Justicia han acortado su estancia en la cárcel para indignación de las familias de las víctimas y desconcierto del Gobierno. Santiago Arróspide, conocido por «Santi Potros», está considerado, con razón, uno de los más sanguinarios cabecillas de ETA, una especie de prototipo de la banda. Y no consta que esté arrepentido de nada. A partir de ahora, sus noches en la habitación sobre el río Oria del piso de su hermana Pilar, donde se ha aposentado, deberían estar pobladas de fantasmas, de todos los fantasmas de sus muertos. Ese sería su mayor castigo. De momento se ha encontrado con la indiferencia de los vecinos y con los niños jugando en la calle. Por lo menos no ha habido exaltación popular como ha ocurrido con su compañero de excarcelación y crímenes, Alberto Plazaola, en Oñate. Tanto uno como otro saben que, a pesar de los infundados beneficios penitenciarios, que han reducido su estancia en la cárcel, vuelven derrotados. Pronto se convencerán, cuando pasen los primeros efluvios del txakolí, de que han perdido y que su lucha ha sido inútil. Y a todos toca hoy, aunque haya que retorcer los sentimientos, un esfuerzo de reconciliación. Que no hay otra venganza, como dice Borges, que el olvido. Pero, sin necesidad de acudir al recurso poco recomendable de la venganza y el odio, que siempre degradan al ser humano, sería conveniente que se hiciera justicia, no sólo para mitigar la indignación y aliviar el sufrimiento de las víctimas, sino también para evitar que una injusticia abra el camino a todas las demás. Nunca el Gobierno, tan escrupuloso con la independencia judicial, se había atrevido a decirle a las claras a la sección primera de la Audiencia Nacional: ¡no es esto, no es esto! La polémica excarcelación forzada antes de tiempo de estos dos dirigentes etarras, con condenas milenarias y que aún tienen las manos cubiertas de sangre, no beneficia a la Justicia ni favorece a la dignidad humana, pisoteada por el recuerdo imborrable de sus crímenes. Vuelva a la cárcel o siga paseando por las calles de Lasarte y cenando en la «herriko taberna», estoy convencido de que «Santi Potros» no conseguirá ya nunca más ser verdaderamente libre. Ésa será su penitencia.

Opinión:

Empiezo por decir que podría no haber escrito esta opinión porque pude ser la víctima mortal número 38 de este asesino. Al contrario que otros sinverguenzas, no me invento nada ni me apropio del dolor ajeno. Las sentencias 49/1989 o 32/2003 lo explican con detalles y mi vida tras esa sentencia lo corrobora.
Aclarado este concepto, no estoy de acuerdo con una frase del artículo de Abel Hernández. Dice que “Y a todos toca hoy, aunque haya que retorcer los sentimientos, un esfuerzo de reconciliación.”. veamos, a mi nadie me puede obligar a reconciliarme con quien, si me hubiera asesinado, habría dejado viuda a una excelente jovencita de 26 años y huérfanos a dos canijos de 3 años y de 10 meses. Otra cosa muy distinta es que, con el objetivo de conseguir que nadie mas sufra lo que ha sufrido esta humilde familia, haya que hablar, encontrarse, intercambiar expresiones... pero eso no significa “reconciliación”. Significa, simplemente, exigir respuestas y aprender a vivir con lo ocurrido. Nada más.
Wikipedia define La reconciliación como el “restablecimiento de la concordia y la amistad entre dos
o más partes enemistadas”. Sinceramente, yo no tengo nada que restablecer con ningún terrorista. Solo tengo el objetivo vital de que sus atentados no destrocen a mas familias.
Por eso, en junio de 2012 ni se me ocurrió ni siquiera estrechar la mano a Caride Simón. El recuerdo de los 37 asesinados y las decenas de heridos me impidió tocar, ni siquiera rozar, la mano asesina. Aún y así puedo reconocer la importancia de su cambio de pensamiento y aplaudo su paso de denunciar a sus ahora excompañeros... pero  no olvidemos que Santiago Arróspide Sarasola “Santi Potros” no ha llegado a dar esos pasos.
Y, como dato final, me extraña que La Razón haya publicado este artículo con esa frase aunque, puestos a recordar, también publicó una entrevista con cierto ignorante que se apropió de las heridas y secuelas de otros como si fueran las suyas... sin atreverse a explicar quien estrechó la mano del colega de “Santi Potros”.

Acabo. Solo recordarle a Abel Hernández que el Estado y sus representantes políticos en materia de “Interior” han tenido 27 años para trabajar y, de paso, evitar haber llegado a esta situación. Unas pocas víctimas lo denunciamos y advertimos en 1994 y 1997. No recuerdo a ninguno de los que tanto opinan ahora haciendo lo mismo.
Dicho lo cual, lecciones las justas.

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