miércoles, 18 de octubre de 2017

14 octubre 2017 (2) eldiario.es (opinión)

14 octubre 2017 



Víctimas del terrorismo de ETA... ni por un día

La ausencia del lehendakari y de los responsables del Departamento de Seguridad en el homenaje por el asesinato a manos de ETA del ertzaina Txema Agirre, organizado por sus compañeros y los sindicatos ErNE y ELA, obliga al Gobierno a dar explicaciones
"Les han jodido las críticas", señalaba uno de los impulsores del homenaje presente el viernes en la explanada del Museo Guggenheim Bilbao, a la hora de valorar la respuesta tardía del Ejecutivo, 26 horas después
"El lehendakari participa todos los años en el acto de reconocimiento a todos los Ertzainas asesinados que se celebra el primer domingo de junio", explica la Presidencia vasca
Hay un amigo que trabaja en el Gobierno vasco que tiene clara una cosa desde hace décadas: sólo acude a los actos cuando le cursan la correspondiente invitación. Es radical en el planteamiento y no hace ningún tipo de excepción. Nunca ha tenido problemas con del protocolo, ni con el derecho de admisión.
En algunas ocasiones, cuando se reúne en torno a una mesa con otros amigos para departir o darse un homenaje comparte mesa y mantel con otro colega que asegura con la misma rotundidad que el protocolo es una antigualla y que uno, esté invitado o no, sabe perfectamente adónde tiene que acudir, donde tiene que estar y, sobre todo, dónde se les espera como agua de mayo. En alguna ocasión, esta persona ha tenido problemas a la entrada de algún evento porque su presencia, no confirmada en eso que los anglosajones definen como the list (la lista) -you´re on the list (estás en la lista), altera el normal desarrollo del acto en cuestión y pone de los nervios al equipo de protocolo.
Si a esto añadimos que el mundo de las víctimas del terrorismo (y de sus asociaciones) es un terreno abonado -lo ha sido durante mucho tiempo en este país- para la manipulación, el reparto de dinero público ex puertas y en demasiadas ocasiones el olvido institucional -cuando no un indisimulado ninguneo-, cualquier homenaje de recuerdo a una víctima del terror puede derivar en una polémica donde el muerto, de nuevo, termina sepultado por un cruce de reproches o acusaciones.
A las 16:08 de este sábado, la oficina de prensa de Lehendakaritza ha remitido este escueto comunicado para aclarar lo ocurrido la víspera en el homenaje al ertzaina Txema Aguirre, asesinado por un comando de ETA que pretendía causar una masacre hace ahora 20 años en la inauguración del Museo Guggenheim Bilbao. El atentado se produjo unos días antes del acto al que estaba previsto que acudieran, entre otros, el entonces Rey Juan Carlos I, el presidente del momento, Jose María Aznar, el lehendakari, José Antonio Ardanza, para pone el broche de oro a la apertura de la pinacoteca diseñada por Frank Gehry que ha puesto definitivamente a la capital vizcaína en el corazón del mundo.
Al homenaje organizado por los compañeros de Txema -con el apoyo del sindicato mayoritario de la Ertzaintza ErNE y la central nacionalista ELA -de la que era afiliado el ertzaina asesinado por los etarras- no acudió ni el lehendakari -que no había sido invitado-, ni la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, quien tampoco delegó en ningún otro miembro de su equipo al no haber sido oficialmente invitada. La convocatoria había sido difundida por sus impulsores día antes, lo que presuntamente motivo que el Ejecutivo enviara al acto a la directora de Víctimas y Derechos Humanos, Monika Hernando, quien tampoco había sido oficialmente invitada.
Al término del breve pero sentido homenaje en la explanada donde le asesinaron y que ahora lleva su nombre, en declaraciones públicas, el secretario general de ErNE recordó que Txema Agirre “dio su vida por que hoy en día todos podamos ves este museo y por los ciudadanos”. Y ambas centrales lamentaron que las instituciones y el patronato del Guggenheim no se hayan "implicado mucho más" en este homenaje.
La literalidad del comunicado remitido por la Lehendakaritza, 26 horas después del homenaje en el museo bilbaíno, es esta:
"El Gobierno vasco fue invitado por el Guggenheim a un acto oficial de reconocimiento al que acudieron dos consejeros del Gobierno vasco.
El GV no fue invitado al acto de reconocimiento organizado por los sindicatos. Aun así estuvo representado a través de Monika Hernando [directora de Víctimas y Derechos Humanos del Ejecutivo autonómico]. La presencia del Gobierno fue acordada con la familia previamente.
El lehendakari participa todos los años en el acto de reconocimiento a todos los Ertzainas asesinados que se celebra el primer domingo de junio".
"Les han jodido las críticas", señalaba uno de los impulsores del homenaje presente el viernes en la explanada del Museo Guggenheim Bilbao, a la hora de valorar la respuesta tardía del Ejecutivo. La foto fija, sin duda, evidencia la sima abierta entre una parte mayoritaria del colectivo -junto con todos los sindicatos- y la cúpula del Departamento de Seguridad y de la escala de mando de la Ertzaintza. Una herida, trufada con argumentos de política de seguridad y de condiciones laborales, que no termina de restañar.

¿Y qué habrá pensado de todo esto Maite Mollinedo, la viuda del agente asesinado por ETA hace ahora 20 años?

Durante el 'puente' de la Fiesta Nacional española -este sábado ha sido la última vez- los bilbaínos han podido disfrutar -no sin empujones, pisotones y, en ocasiones, con un serio peligro de avalanchas a la hora de acceder o salir del recinto cercano a la pinacoteca- del montaje audiovisual "Reflections", diseñado para celebrar el XX aniversario del museo. Como si de una metáfora de lo que aún supone la organización terrorista ETA para la sociedad vasca, el montaje audiovisual tiene como uno de los momentos más aclamados por la crítica y el público, a la araña que está junto al museo. De repente, toma vida y acaba desplegando sus finos hilos de la tela de araña hasta lograr atrapar y rodear a todo el museo, mientras engrandecida se pasea ufana por la superficie de titanio de la pinacoteca.
Así parece que a veces es la ya organización desarmada ETA, franquicia del terror que el próximo viernes 20 de octubre cumplirá seis años desde que anunciara en 2011 el final de su actividad de 50 años de violencia en nombre del pueblo vasco. Ya no está entre nosotros, pero sus efectos perviven, generando polémicas y desencuentros ahora que las bombas y las pistolas han sido silenciadas para siempre.
Triste estampa ahora que se acerca el aniversario de su derrota definitiva.

Opinión:

Un placer poder leer una frase como esta: “si a esto añadimos que el mundo de las víctimas del terrorismo (y de sus asociaciones) es un terreno abonado -lo ha sido durante mucho tiempo en este país- para la manipulación, el reparto de dinero público ex puertas y en demasiadas ocasiones el olvido institucional -cuando no un indisimulado ninguneo-“, porque es una de las razones que me llevó a tomar una decisión que me costó mucho tiempo tomar y de la que cada día me convenzo más de que fue la correcta en el momento más correcto.
Quien me conoce ya sabe a qué decisión me refiero y como pista, una fecha: septiembre de 2009

Y lo peor de todo es que me doy cuenta de que no me equivoqué en mis sospechas ni en mis decisiones.

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