02 febrero 2025

40
años del hallazgo en Busot de los cuerpos de Lasa y Zabala
El
20 de enero de 1985 el cazador Ramón Soriano encontró en el término de Busot
dos cuerpos que permanecieron sin identificar diez años. En marzo de 1995 el
forense Francisco Etxeberria determinó que eran Lasa y Zabala, dos presuntos
miembros de ETA que se convirtieron en las primeras víctimas del GAL
El
primer atentado del GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), el aparato de
terrorismo de Estado que operó en la península a finales de los ochenta, tuvo
lugar en Alicante. El 20 de enero de 1985 el cazador Ramón Soriano encontró dos
cuerpos en un descampado de la Foia de Coves, término de Busot. Diez años
después, tras la investigación del agente de Alicante Jesús García y la
autopsia pormenorizada del forense Francisco Etxeberria, se determinó que
aquellos cadáveres eran los de Joxean Lasa y Joxi Zabala, dos presuntos
miembros de ETA que habían desaparecido en 1983.
Aquello
fue el principio del GAL, creado por el gobierno para combatir el terrorismo
con más terrorismo. En su camino dejaron 27 víctimas mortales, las dos primeras
en Alicante, sin que ningún motivo lo justificara.
Según
la sentencia del 26 de abril de 2000, los acontecimientos se sucedieron de la
siguiente manera. El 15 de octubre de 1983 dos jóvenes veinteañeros de Tolosa
desaparecieron en Bayona, donde se escondían tras atracar «armados y
encapuchados» [sic] una oficina de la Caja Laboral de Tolosa en 1981. Estaban
acusados de formar parte del comando Gorki de ETA. «Nunca se pudieron defender
en un juicio justo», dice Pili Zabala, hermana de uno de ellos, que apuesta por
que se añada la palabra «presunto» antes de catalogarlos como miembros de ETA.
Tras
salir a cenar aquella noche del 15 de octubre de 1983 por Bayona, un amigo de
ambos, Mariano Martínez, prestó a Lasa y Zabala las llaves de un Renault 4L
verde para que se desplazaran a las fiestas de Arcangues, pero nunca llegaron a
arrancar. Alrededor de las doce y media de la medianoche fueron abordados por
varios guardias civiles.
Al
día siguiente, el amigo en común, Mariano Martínez, al detectar que el coche no
se había movido pero que en su interior estaba la cazadora de Zabala y que
ninguno de los dos estaba en su domicilio, avisó a la Policía. Lasa y Zabala
permanecieron cautivos varias semanas en el palacio de La Cumbre de San
Sebastián -entonces sin un uso oficial concreto-. Su custodia, por orden del
comandante Enrique Rodríguez Galindo, fue encomendada a Enrique Dorado y Felipe
Bayo, aunque también intervendrían más personas.
Una
vez interrogados decidieron asesinarlos en un paraje aislado y hacerlos
desaparecer. El lugar elegido fue la Foia de Coves, en Busot. Dorado y Bayo,
junto con más personas, trasladaron a Lasa yZabala atados y amordazados, con
los ojos vendados, hasta el kilómetro 12,100 de la carretera A-182. Después
abandonaron los coches y se introdujeron a pie en el monte unos 200 metros.
Allí les pegaron tres tiros en la cabeza y arrojaron sus cuerpos desnudos a una
fosa a la que le echaron 50 kilos de cal viva. Dos años después encontraría los
cuerpos Ramón Soriano.
Los
cadáveres no fueron identificados entonces y quedaron depositados en el
cementerio municipal de Alicante hasta que en 1995 el jefe de grupo de la
Policía Judicial adscrita a los Juzgados de Alicante, Jesús García, sospechara
que aquellos cadáveres podían corresponder a Lasa y Zabala. García relacionó el
uso frecuente de cal viva por parte del GAL con el caso de Busot y se iniciaron
nuevas investigaciones que concluyeron con un nuevo análisis pericial por parte
de Francisco Etxeberria, que confirmó las identidades.
En
el año 2000 se celebró el juicio, donde el agente Jesús García falleció de un
infarto durante su declaración. La Audiencia Nacional condenó por el doble
crimen a Enrique Rodríguez Galindo, general de la Guardia Civil destinado en
Intxaurrondo; a Ángel Vaquero, teniente coronel del mismo cuartel; a Julen
Elgorriaga, gobernador civil de Guipúzcoa; a Enrique Dorado y Felipe Bayo,
agentes del instituto armado. En julio de 2001 el Tribunal Supremo aumentó
estas condenas, por considerar como agravante su condición de funcionarios
públicos. Sin embargo, varios de ellos salieron de prisión a los pocos años.
Opinión:
Siempre es buen momento para reconocer un error. Y aunque ya
lo he hecho en otras ocasiones anteriores ahora quiero reiterar que, allá por
los años 90, alguna de mis opiniones sobre las actividades del GAL no fueron lo
acertadas ni lo correctas que el paso del tiempo y el tener mucha más información
sobre sus actividades me han hecho entender.
Y a quien pude molestar ya le pedí mis disculpas, que
fueron aceptadas de inmediato.
Dicho queda. Ahora solo queda trabajar conjuntamente para
que nunca vuelvan aquellos malditos tiempos.
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