miércoles, 6 de mayo de 2015

06 mayo 2015 elconfidencial.com (opinión)

06 mayo 2015 



Las víctimas se plantan ante el Congreso: "Si los asesinos pisan la cámara, nosotros no"

Las víctimas del terrorismo dan un ultimátum a Las Cortes para evitar que se celebre el acto promovido por la parroquia San Carlos Borremeo y los grupos nacionalistas





Las víctimas del terrorismo no están dispuestas a tragar. "No se puede permitir que los asesinos de ETA pisen el Congreso", sentenció ayer el presidente de Dignidad y Justicia, Daniel Portero, cuya organización ha sacado adelante decenas de procesos judiciales contra la banda en la Audiencia Nacional. "Es una provocación de extrema gravedad", añadió la presidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT), Angeles Pedraza.

Ambos se referían al acto simbólico de reconciliación que protagonizarán por primera vez en el Congreso de los Diputados víctimas de ETA y de los GAL, una iniciativa promovida por la parroquia madrileña de San Carlos Borromeo, que ya el año pasado impulsó una escenificación similar en la que el miembro de la banda terrorista Josean Fernández, como recuerda Dignidad y Justicia en un comunicado, "justificó la matanza de Hipercor" cuando señaló al Gobierno como el culpable de aquella masacre "por no querer desactivar la bomba". "Resulta vergonzoso e intolerable que puedan volver a repetirse esas palabras precisamente en la sala Ernest Lluch, dirigente socialista asesinado por ETA".

Portero añadió que las dos víctimas de la banda que apoyan el polémico acto no son representativas del colectivo y que han sufrido un "síndrome de Estocolmo" al adherirse al discurso que siempre han protagonizado los terroristas. Una línea similar a la que defendió Pedraza, que destacó que la Cámara Baja ha cedido al "juego del lenguaje" que siempre han querido imponer los etarras. "Si el acto se celebra, habrán ganado esta batalla tanto en el País Vasco como en el propio Parlamento", indicó Pedraza, para quien la iniciativa supone "una provocación de extrema gravedad".

"Es como un teatro con el que pretenden poner de manifiesto que el fin del conflicto ha llegado, cuando llevamos años luchando porque este tipo de términos no se impongan", señaló la presidenta de la AVT. "Si estos van el 29 de mayo al Congreso, nosotros no iremos el 27 de junio", amenazó Portero en referencia a la jornada que anualmente organizan Las Cortes en honor a las víctimas del terrorismo. "Si ellos pisan la moqueta, nosotros no iremos", añadió el portavoz de Dignidad y Justicia, quien aclaró que en este camino no hay medias tintas. "O estás con las víctimas o estás con los verdugos”, concluyó.

El pasado marzo, varias formaciones políticas con representación parlamentaria (Amaiur, Coalición Canaria, ERC, BNG, Compromís-Equo y Geroa Bai, PNV, CiU e Izquierda Plural) enviaron una carta al presidente del Congreso, Jesús Posada, en la que solicitaron la sala Ernest Lluch para celebrar un acto al que posteriormente denominaron En favor de la paz y la convivencia en Euskal Herria. La misiva fue iniciativa de la parroquia San Carlos Borromeo, que el año pasado había organizado un acto similar y quería que en esta ocasión se llevara a cabo en la sede de la soberanía popular. 

Posada aprobó la propuesta y el pasado 7 de abril PSOE, PP y CiU -los tres grupos con representación en la Mesa del Congreso- aprobaron por unanimidad la concesión de la sala. Tan solo el portavoz del grupo popular, Rafael Hernando, mostró su queja ante Posada, quien ayer en Junta de Portavoces se comprometió a encargar un estudio jurídico sobre las consecuencias del polémico encuentro. Tras ese compromiso del jefe de la Cámara Baja, la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Mari Mar Blanco, le pidió que impidiera la cita. 

El acto tendrá lugar el próximo 29 de mayo, cinco días después de las elecciones municipales y autonómicas, y contará con la presencia de Rosa Lluch, hija de Ernest Lluch; Rosa Rodero, viuda del ertzaina asesinado por ETA Joseba Goitkoetxea; y Axun Lasa, hermana de Josean Lasa, asesinado por los GAL. 

Opinión:

Queda claro que hay quien se cree poseedor de la verdad absoluta y habla creyendo tener una representatividad asociativa que no se ajusta a ninguna realidad.
Cuando en junio de 2012 el Gobierno Central coordinó mi encuentro en la prisión de Zaballa con el asesino de 24 personas, surgió un ignorante acusándome de padecer el denominado “síndrome de Estocolmo”. Es una muestra de estupidez hablar de un tema del que no se tiene ni idea y hablar de una patología psicológica sin tener unos mínimos estudios sobre el asunto todavía es una mayor muestra de imbecilidad el hacerlo para atacar a personas que no se conoce y que, además, tienen todo el derecho a llevar a cabo sus decisiones al no representar a nadie excepto a si mismas.

Toda esta estupidez, cinismo e hipocresía quedaron suficientemente denunciadas por una profesional que lleva “solo” 24 años atendiendo a víctimas del terrorismo. El artículo de Sara Bosch en El Periódico de Catalunya de junio de 2012. Le puso como título “La ignorancia es atrevida”.
Esperando que los personajes que se atreven a hablar de lo que no conocen puedan aprender algo y recuperar parte de su triste vida, este es el artículo en cuestión:
http://eltrasteroazul.blogspot.com.es/2012/06/24-junio-1012-2-article-sara-bosch.html

LA IGNORANCIA ES ATREVIDA

La primera vez que vi cara a cara a una víctima del terrorismo fue hace 20 años. Reconozco y recuerdo el impacto que me produjo cuando me enseñó el injerto que le vestía la piel. La que le quemaron un 19 de junio de 1987 en los almacenes Hipercor. A lo largo de este tiempo, le he visto muchos gestos. Ante mí y ante otros. Ante políticos, periodistas, médicos forenses, policías, niños, actores, estudiantes y jueces. Ante su mujer y sus hijos. Ante tantas y tantas otras víctimas del terrorismo. Gestos alabados y criticados. Gestos de alguien que convirtieron la palabra terrorismo marcada a fuego, en la decisión diaria de hacer algo, lo que fuera, por unirla a la palabra Dignidad.
Cuando conocí  a Roberto Manrique, me habló de dignidad. Y de justicia. Y mientras una psicóloga como yo, recién licenciada, le ofrecía mi solidaridad para ayudarles, el tiempo me reservaba descubrir otras caras, demasiadas, marcadas como sólo el terrorismo puede hacer.
Y de tantos y tantos gestos, en aeropuertos y trenes compartidos, en hospitales y en púlpitos, en tanatorios y homenajes; de tantas palabras dichas y tantos silencios por cada atentado…reconozco y recuerdo el impacto de una frase en plena calle, de un gesto nuevo que sólo le vi una vez: ”Sara, he rebut una carta de caride”. Y como, al igual que el valor en la mili, la experiencia se me debe suponer, puedo asegurarle al sr. Jiménez Losantos  y a otros que parecen opinar igual, que no vi ningún signo, como asegura, de Síndrome de Estocolmo o de ganas de venganza en él. Porque nunca existieron. Como nunca existieron en otra de las víctimas que también quiso participar en este “espectáculo grotesco” del que habla Don Federico. Serían otros. Pero no esos. Y con todo el respeto que se merecen todos los que han pedido lo mismo…ellos sabrán.
Llevo 20 años oyendo a otros que no son Víctimas del terrorismo hablar sobre lo que ellos sienten. Sobre lo que necesitan. Sobre lo que piensan. A opinar por ellos y en nombre de ellos. A tantos que no tienen ni idea de lo que cuesta conseguir tal distinción o que alardean y abusan de tenerla por representarles. Pero mi estrado está en un despacho con tres sillas y una mesa. Y nunca fue mi trabajo otro distinto del que mi profesión me propone. Pero hoy, como psicóloga, me permito contestar a quienes se atreven a hacer patología de un derecho inalienable: al uso de su libertad. Al derecho a su intimidad para no relatar los detalles de lo que hablaron con el asesino, aunque eso desgraciadamente no satisfaga el morbo público. Que de eso, saben bien.
Roberto Manrique se ha ganado la maldita fama de ser una víctima conocida. Pero no hay medalla que no devolviera, ni artículo escrito ni programa al que acuda que no borrara de un golpe si con ello pudiera volver a Hipercor ese día y coger el micrófono que cambió la voz de Serrat por los rugidos del infierno. Y sé que no se limitaría, simplemente, a no cambiarle el turno a un compañero por librarse de su mala suerte.
Sé porqué Roberto fue a verle. Y sé por qué ese hecho ha trascendido tánto. Como también sé que ese día, el etarra miraba al suelo cuando quien no fue más que un objetivo para él le habló con el gesto del ave fénix que emergió de las cenizas. No buscaba respuestas. Probablemente, lo que pretendía tuvo mucho que ver con la palabra Dignidad. Con la palabra Justicia. Con qué si no.
Ser Víctima del terrorismo es una circunstancia. Una sangrante circunstancia. No les convierte en seres con pensamientos unánimes, con igual opinión. Cómo pueden creerse eso. Y si realmente quieren apoyarles, empiecen por entender, respetar y defender su individualidad en sus actos personales. Que todos los que fueron, como él, en un acto de propia voluntad, lo que menos merecen es que se dude de su salud mental. Perdida sin más entre objetivos terroristas y simples objetivos de un interés político. Objetivos al fin. Como si de eso, no hubieran tenido también ya suficiente. Por una vez, hablen con prudencia los tentados de titulares. Vengan de donde vengan. No habrá mejor homenaje.
Es fácil. No hace falta recurrir a manuales diagnósticos de trastornos mentales. Basta con consultar en Wikipedia para diagnosticar el verdadero Síndrome de Estocolmo de Roberto Manrique.
Cuando los delincuentes se presentan como benefactores, en la víctima puede nacer una relación de complicidad como agradecimiento y acabar ayudando a sus captores en alcanzar sus fines.
La diferencia es que, Roberto sigue llamándole terrorista, que su complicidad y agradecimiento fue impedir que se le acercara un metro y que si, como los de otros, su gesto y síndrome lejos de perjudicar, acaba ayudándonos a todos, a las víctimas que hablaron con el asesino y a las que no irían jamás..gràcies, company.

Sara Bosch.
Psicóloga especialista en Víctimas del terrorismo


Otro tema a discutir seria la representatividad de la Sra. Pedraza o del Sr. Portero en el mundo de “las” victimas del terrorismo. Me encantaría que el Ministerio de Interior ofreciera esas cifras o, al menos, las cotejara. Pero es curioso que jamás haya mostrado ningún interés en hacerlo.
Por eso, lo voy a hacer yo.
Según los datos, la AVT presenta una representatividad del 46’48 % (aunque supongo que habría que asegurarse  que tod@s sus miembros sean víctimas reconocidas del terrorismo). Y de la Asociación DyJ se presenta una representatividad del 0’45 %.
Por lo tanto, eso de que “Las víctimas se plantan ante el Congreso” y “las víctimas del terrorismo dan un ultimátum a Las Cortes...” es, cuanto , menos, incierto. O directamente falso. Utilizar el artículo “LAS” en estas circunstancias es incorrecto. Los titulares inducen a error.
¿Han preguntado antes la Sra. Pedraza y el Sr. Portero a sus supuestos representados su opinión al respecto? Las víctimas del 11M ¿han sido consultadas? ¿Por qué atacar a víctimas reconocidas como tales por tomar decisiones a título personal? ¿Costaría tanto poner en los titulares que “la AVT y DyJ se plantan... o dan un ultimátum...? ¿Qué hará la AVT con una de sus representadas que fue a ver a un terrorista responsable de 24 muertes, le estrechó la mano por dos veces y le regaló un libro? ¿Quizás la presidenta de la AVT no sabe, o no quiere saber, qué miembros de su asociación han acudido a esos encuentros?
Y si la AVT o DyJ deciden no ir al Congreso “el día de la víctima” quizás será una buena decisión… así podrían ir otras que también lo merecen porque son excelentes ejemplos de dignidad, valentía y paciencia y nunca han sido invitadas.

Cómo cansa estar siempre dando la misma explicación.





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