17
julio 2025
Terrorismo
racista
La
RAE no termina de despejar nuestras dudas. Dice su diccionario que el
terrorismo es una forma particular de violencia, un desorden criminal de bandas
organizadas que atizan la alarma social con pretensiones políticas. Definir
palabras con palabras tiene sus límites. De hecho, la definición académica del
terrorismo es tan flexible que sirve lo mismo para un roto que para un
descosido. El Código Penal español incurre en igual pecado. Es por eso que en
España, la lucha antiterrorista se ha ocupado lo mismo de la voladura de un
tren en Atocha que de un chiste sobre Carrero Blanco.
La
BBC es consciente de estas ambigüedades y desaconseja el uso indiscriminado del
término "terrorismo" para no comprometer la imparcialidad de sus
informaciones. En sus libros de estilo, la cadena pública explica que la
palabra "terrorista" puede ser más un obstáculo que una ayuda para la
comprensión. La profesora Lisa Stampnitzky defiende una tesis análoga en su
libro Disciplinando el terror: cómo los expertos inventaron el
"terrorismo". En la práctica, dice Stampnitzky, la etiqueta
"terrorismo" nunca es consecuencia de un juicio inmutable y objetivo,
sino de un propósito moral y político.
He
echado de menos la palabra "terrorismo" en estos días. Es curioso que
un comodín siempre tan socorrido haya desaparecido del debate público justo
cuando el terror se adueña de Torre Pacheco. Hasta donde alcanzan mis oídos,
solo Podemos y Más Madrid han empleado el calificativo de "terrorismo
racista". La denuncia se ha escuchado como un eco en algún plató de
televisión. Si el Gobierno español se hubiera tomado con esa seriedad los
incidentes, las fuerzas policiales habrían invadido la localidad murciana sin
tantos titubeos. Lo sé porque lo hemos visto en otras ocasiones. Esta vez, en
cambio, las grabaciones demuestran un despliegue casi de atrezo.
En
uno de los vídeos que han girado por las redes, un coche patrulla de la Guardia
Civil retrocede justo cuando una horda de energúmenos armados asalta un
establecimiento de kebabs. Las comparaciones son odiosas, pero algo nos remite,
por contraste, a otros vídeos nocturnos. Era 15 de octubre de 2016; los rumores
hablaban de una refriega en Altsasu y un largo convoy de vehículos policiales
tardó apenas unos minutos en tomar el municipio. La Benemérita y la Fiscalía se
apresuraron a investigar el episodio como un acto de "terrorismo".
Hoy la AUGC, que fue tajante en Altsasu, evita las interpretaciones políticas.
"No es un problema ideológico, es una cuestión de seguridad".
En
junio de 2018, la Audiencia Nacional depuso las acusaciones de terrorismo que
pesaban sobre Altsasu. Pero ya era tarde. Los muchachos estaban sentados frente
a un tribunal de excepción en lugar de haber afrontado un proceso regular en la
Audiencia Provincial de Navarra. El esquema se repitió con escasa variación en
Catalunya. En 2018, la Guardia Civil armó una redada antiterrorista contra los
CDR y arrestó a Tamara Carrasco. Una semana después, el juez Diego de Egea
desoyó a la Fiscalía y descartó las acusaciones de terrorismo. Para entonces,
la prensa patriótica ya había cumplido con éxito sus labores demonizadoras.
El
otro día, la Guardia Civil arrestó en Mataró a uno de los hombres que
aparentemente promovieron desde Telegram las cacerías en Torre Pacheco. Le
atribuyen "incitación al odio" en una causa activada por el Juzgado
de Instrucción de San Javier. Nada de tribunales de excepción. Nada de
acusaciones terroristas. El tipo había participado antes en una protesta
racista promovida por Vox en Barcelona y se había dejado ver con un concejal de
la formación. Por otra parte, la Fiscalía de Murcia investigará al presidente
de Vox en la región para establecer si ha incurrido en un delito de odio con
sus declaraciones xenófobas.
Los
activistas climáticos, por traer un ejemplo fresco, deben de estar alucinando
con las nuevas varas de medir. Y es que en 2023, la Fiscalía General del Estado
incluyó bajo el epígrafe de "terrorismo" la desobediencia civil de
colectivos como Futuro Vegetal o Extinction Rebellion. El año anterior, la
Brigada Antiterrorista había arrestado a catorce militantes ecologistas que
arrojaron pintura lavable en las escalinatas del Congreso. Eran tan terroristas
como los tuiteros de la Operación Araña. Como los artistas de
TíteresDesdeAbajo. Como los libertarios de la OperaciónPandora, de Piñata o
deIce. Como Pablo Hásel, Valtònyc, CésarStrawberry o los raperos de La
Insurgencia.
Para
que aparezca el rótulo de terrorista en España, hace falta acompañarlo de los
apellidos clásicos: comunista, anarquista, ecologista o independentista. Los
matones de la ultraderecha, en cambio, suelen terminar exonerados con
eufemismos o imputaciones de menor grado. ¿Será que los nazis de machete
campero y puño americano no son más que chavales de buena fe, jóvenes de sangre
caliente, alevines de pulsiones juguetonas? Incluso Manuel Murillo, el
francotirador que quería matar a Pedro Sánchez, esquivó un juicio por
terrorismo porque la Fiscalía de la Audiencia Nacional no apreció intenciones
desestabilizadoras.
Ojalá
el manual de estilo de la BBC hubiera servido de guía en el debate público
español. Ojalá Aznar no hubiera deturpado el Código Penal para extender el
delito de terrorismo a los mensajes políticos o a las protestas urbanas. Ojalá
Rajoy y Sánchez no hubieran aprovechado el atentado contra Charlie Hebdo para
expandir el concepto de terrorismo hasta límites que inquietaron al relator
especial de las Naciones Unidas. Pero ya es tarde. Puestos a abusar del
diccionario, es razonable que la derecha montaraz y sus cachorros sean
correspondidos con los mismos apelativos que prodigan contra sus adversarios.
¿Qué es terrorismo? ¿Y tú me lo preguntas?
Opinión:
La legislación sobre qué es terrorismo o quien es víctima
del terrorismo se define en la Ley de Solidaridad con las víctimas del
terrorismo.
Link: https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-1999-20063
Dice lo siguiente:
“Las víctimas de actos de terrorismo o de hechos
perpetrados por persona o personas integradas en bandas o grupos armados o que
actuaran con la finalidad de alterar gravemente la paz y seguridad ciudadana
tendrán derecho a ser resarcidas por el Estado, que asumirá con carácter
extraordinario el abono de las correspondientes indemnizaciones, en concepto de
responsabilidad civil y de acuerdo con las previsiones de la presente Ley”.
Por lo tanto… ¿por qué no van a preguntar a la Subdirección
General de Apoyo a Víctimas del Terrorismo del Ministerio de Interior? ¿O a las
asociaciones de víctimas?
Que cada cual extraiga sus conclusiones y sus decisiones
al respecto.

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