20 diciembre 2024
Villarejo:
«Las cloacas deben existir porque alguien debe limpiar la mierda del Estado»
El
comisario jubilado contó algunos de los detalles incluidos en su libro 'El
Estado contra mí' (Código Rojo), en el Colegio de Abogados
Héroe
para unos, villano para otros, el comisario jubilado de la Policía Nacional
José Manuel Villarejo no deja indiferente a nadie. Es difícil encontrar a una
persona que haya acaparado tantas líneas, horas de televisión y ríos de tinta
en la información política en los últimos años, excepción hecha de los propios
políticos y en las últimas semanas, quizá, Aldama, Koldo y compañía.
El
abogado del comisario, el granadino de adopción Antonio José García Cabrera,
figura clave para entender la evolución de su defensa y el resultado de esta,
propició en la tarde de ayer un encuentro en el Colegio de Abogados donde
Villarejo contó su verdad a propósito de los acontecimientos que han marcado el
último medio siglo de historia de nuestro país, incluyendo el 23-F, el atentado
contra el expresidente Aznar, el 11-M, el atentado de las Ramblas y tantos
otros. Una verdad que, por cierto, se encuentra recogida en el libro de
memorias del policía jubilado, titulado muy gráficamente 'El Estado contra mí',
y que ha publicado la editorial Código Rojo.
El
salón de actos del Colegio de Abogados acogió a un público entre curioso y
expectante, que acudió a la llamada del morbo, por qué no decirlo. Algunas de
las conversaciones protagonizadas por Villarejo, con intervinientes como el
exjuez Baltasar Garzón y la exministra de Justicia y exfiscal general Dolores
Delgado justifican este morbo.
El
decano del Colegio, Leandro Cabrera, dio comienzo al acto refiriéndose a
algunas circunstancias internas que marcaron la propia existencia de la
convocatoria. «Se trata del derecho de oír, del derecho a opinar, y del
privilegio de pensar», aseguró Cabrera, quien apeló a la presunción de
inocencia –Villarejo aún no ha sido condenado en firme, dijo– para reivindicar
la importancia del acto. A renglón seguido, intervino el letrado del autor,
García Cabrera, para incidir en las críticas «de quienes no entienden la
libertad de expresión, y el derecho a escuchar al discrepante, a las minorías.
Luego, que cada ciudadano, con la libertad que da la información, forme su
propia opinión», dijo. Ocupó el letrado algunos minutos en explicar, desde el
punto de vista técnico, algunas de las causas en las que se encuentra inmerso
su cliente, y trazó una semblanza de este, desde su ingreso en la Policía en
1972 a su rápida inclusión en los agentes que vigilaron el antiterrorismo en
las postrimerías del régimen de Franco y los primeros años de la democracia,
después de que José Luis Corcuera, ministro del Interior del gobierno de Felipe
González, le pidiera reincorporarse tras unos años de excedencia.
Hacer
lo preciso
En
su intervención, el comisario defendió el derecho y el deber de hacer lo
preciso para proteger la seguridad nacional. «Las cloacas deben existir porque
alguien debe limpiar la mierda del Estado», dijo muy gráficamente. Tras
detallar su vinculación con Granada por vía familiar, Villarejo, también
abogado, recordó: «He estado con 13 ministros del Interior, varios presidentes,
muchos directores del Servicio Secreto... He sido testigo de muchos hechos que
me han convertido en alguien molesto«. »Si hubiera atendido a la versión
oficial, estaría en casa, viendo la televisión y felizmente jubilado. Pero mi
deseo de contar las cosas dieron con mis huesos en prisión. Lo peor ha sido
cómo mi actuación ha afectado a mi familia, pero no me arrepiento en absoluto
de lo que hice. Es más, lo volvería a hacer», detalló.
También
habló de la Corona, y de las implicaciones que ha tenido lo que se ha ido
descubriendo en torno al rey emérito, «cuyas muchas luces han sido empañadas
por algunas sombras», dijo. Vertió algunas afirmaciones que marcaron su
ejecutoria, como el hecho de que la información no es lo más importante, sino
los secretos. Y el miedo. «Nunca he tenido miedo de nadie, pero sí he tenido
miedo en algunas situaciones que me colocaron al borde de la muerte. Pero,
sobre todo, me ha desencantado el uso que algunos han hecho del Estado de
Derecho».
El
comisario jubilado destacó que se siente «inocente». «Aunque me condenen a 500
años de galeras, defenderé mi actuación. Todos mis superiores sabían lo que
estaba haciendo. Si no, no habría tenido mis oficinas en Torre Picasso, a la
vista de todo el mundo», detalló. Su verdad es que se le ha aniquilado por
saber demasiado y contarlo. Pero con el libro que presentó ayer, «que no
pensaba escribir», dijo, ha reafirmado su derecho a denunciar lo que está mal y
a defenderse de lo que han dicho sobre él.
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