lunes, 24 de octubre de 2016

20 octubre 2016 (4) eldiario.es (opinión)

20 octubre 2016 



"No se puede obtener nada desde las trincheras"
El heterodoxo exedil del PP en Errenteria, Chema Herzog, habla sobre cómo ha cambiado su vida en estos cinco años sin terrorismo y manda un mensaje a las nuevas generaciones: "con la violencia no se va a ningún lado"
"Lo que hay que hacer es hablar mucho con todo el mundo. No hay buenos ni malos, sino gente que tiene distinta ideas", sostiene Herzog

Chema Herzog es un 'pepero' heterodoxo. Le cantó las cuarenta a su partido cuando el presidente Mariano Rajoy no se atrevía a pronunciar el nombre de Luis Bárcenas al presumir de un partido, el PP vasco, "'chapeau', del primero al último" militante. “Aquí no tenemos ninguna cuenta en Suiza”, dijo, colocando un dardo donde más dolía en las entrañas del partido en esos momentos: la corrupción. O nunca ha ocultado que, aunque principalmente y sin duda alguna ha sido ETA la que más ha matado en Euskadi, también se han producido torturas y excesos policiales. "Aquí se ha hecho 'la bañera', la 'bolsa', el apaleo. Yo no podría ser un guardia que le hace 'la bañera' a un preso. ¿Para qué eres guardia? Si te hacen hacer eso, quítate", aseguró también en su día.
Por hablar en plata le acusaron de tener el síndrome de Estocolmo. Pero él lo niega con rotundidad. Sabe de primera mano lo que ha significado vivir mirando para todos los lados, pese a llevar escolta, o ver caer a amigos como el líder del PP en Gipuzkoa Gregorio Ordóñez, el sargento de la Ertzaintza y activo militante de ¡Basta ya!, Joseba Pagazaurtundua, o al periodista José Luis López de la Calle, bajo las balas de la sinrazón de ETA. "Hemos vivido una cosa 'elegante' eh, ha sido la leche", rememora con un lenguaje cercano. Cuenta que en las últimas elecciones se quedó "a 20 papeletas" de revalidar su acta de concejal del PP en Errenteria, "ghost city, ciudad sin ley" durante los años de plomo de ETA.  Pero muchas cosas han cambiado en este lustro en el País Vasco.
Chema ha cumplido ya 60 años. En conversación telefónica con este periódico contesta desde su casa a las preguntas sobre cómo se ha modificado su vida en estos cinco años sin ETA. El mismo inmueble desde el que vio como un terrorista acabó con la vida de su primo Fernando Múgica Herzog, abogado e histórico militante socialista vasco. Fue con un tiro en la nuca en febrero de 1996, un año después de que arrancara la estrategia etarra de la "socialización del sufrimiento" con el asesinato de Gregorio Ordóñez, una forma de 'limpieza' expeditiva a base de tiros y bombas de los que pensaban diferente a ETA.
Y en un territorio comanche como Errenteria, la posibilidad de seguir engordando la lista eterna de ediles populares asesinados por ETA: Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco, José Luis Caso, José Ignacio Irutetagoyena, Manuel Zamarreño... era algo muy real. Pero nunca pensó en poner tierra de por medio ante esa atmósfera irrespirable de falta de libertad. Aguantó.
"La verdad es que cuando hace cinco años se produjo la noticia del final no me lo podía creer; después de tanta tregua, cese de la violencia, el paripé de Aiete, pensaba que era otra vez como lo de que viene el lobo y... Fue al de un tiempo cuando me di cuenta de que esta vez era la buena, que era verdad, por fin se había terminado todo". 
Todo eso cambio casi de un día para otro. "Podía salir a mis anchas, sin andar mirando como a hurtadillas, como si fuera yo un atracador de bancos, saludando a todo el mundo, casi como una farandulera", recuerda ahora entre risas al otro lado del hilo telefónico.
La desaparición de ETA ha permitido que en Errenteria -en su día considerada como la 'Belfast vasca'- se haya abierto la puerta a experiencias de convivencia. Aún de laboratorio si se quiere, pero en donde personas que antes catalogaban de "enemigo" a su adversario político, han salido de las trincheras, de eso que los mediadores profesionales llaman las "zonas de confort". De la mano de su alcalde, Julen Mendoza (EH Bildu), los partidos PSE-EE, PNV y PP, llevan tiempo intentando cerrar las cicatrices de la violencia reuniendo a víctimas de ETA, los GAL o de los abusos de las fuerzas policiales.
Chema ha participado en esas iniciativas junto a otros representantes políticos. "Yo estaba en ese ajo para terminar con la violencia en mi país. Coincidí con unos tíos que eran bastante asequibles y establecimos una relación humana. Y cumplí mi papel", recuerda. "De síndrome de Estocolmo, nada de nada. En todo caso un inconsciente como Joseba [Pagazaurtundua]. Yo era de derechas, siempre he sido partidario de la iniciativa privada, del pequeño empresario, del tío que se juega las habichuelas. El partido político en el que me correspondía estar tenía que ser uno de derechas, y desde luego no nacionalista. No tenía muchas opciones. Pero yo no soy un hombre del libro del partido político donde milito",  apunta, diseccionándose a sí mismo.
Pero algo que sí tiene claro es que desde las trincheras no se construye nada. Sabe que hay en marcha en el País Vasco una batalla por el relato de lo ocurrido. "No se puede obtener nada desde las trincheras, lo que hay que hacer es hablar mucho con todo el mundo. No hay buenos ni malos, sino gente que tiene distinta ideas. Y para aprender los unos de los otros hay que hablar". "Lo más importante es que los chavales sepan que con la violencia no se va a ningún lado, que si se meten en una cosa de esas para a ser para mal, para ellos, para su familia y para sus vecinos", apunta.
Chema acaba la conversación como esos ciudadanos que son entrevistados por la televisión a pie de calle, queriendo saber cuándo sale esto. "Mándame un enlace, por favor. Muchas gracias y un saludo fuerte para ti".

Opinión:

Leyendo la entrevista a Chema Herzog sólo se me ocurre una cosa: felicitarle. Felicitarle porque a sus ideas y sus convencimientos personales antepone el bienestar de la comunidad, de la sociedad en la que vive.

Coincido plenamente con él y me consta que somos muchos mas...

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