domingo, 7 de julio de 2019

06 julio 2019 La Vanguardia (opinión)

06 julio 2019



El gol al miedo del nieto de una víctima del atentado de la Rambla
El canadiense Duncan Bates ha trasladado su residencia a Barcelona para impulsar su carrera futbolística mientras estudia

La celebración de los goles y el rumor del fútbol callejero llegaba hasta la ventana del apartamento en el que Duncan Bates pasaba unas vacaciones con su padre y sus abuelos en agosto del 2017. Soñaba con enfundarse una elástica y bajar a jugar algún día a aquella pista encajonada en el Raval. Pero el atentado terrorista segó la vida de su abuelo, Ian Wilson, cuando paseaba con su esposa por la Rambla, y todos los sueños se rompieron.
En lugar de volver a su hogar en Vancouver y no querer saber nada de la ciudad donde sufrieron unos momentos tan duros, la familia regresó a Barcelona el verano pasado para participar en los actos de homenaje a las víctimas del atentado. Y no lo hicieron como un trámite de paso. El pequeño, de 16 años, cargaba una maleta bien grande, llena de ropa y de sueños. Junto a su padre, Robert Bates, han estado viviendo en la ciudad desde entonces para que Duncan cumpla su sueño de intentar ser futbolista y poder jugar en Barcelona.
Lo ha hecho precisamente en aquella pista desde la que escuchaba dar golpes a la pelota en el verano del 2017. El APC Raval, un equipo de fútbol sala que a la vez es un proyecto social y de integración de jóvenes inmigrantes en el barrio, se ha convertido en el lugar donde Duncan reconoce haber pasado “algunos de los momentos más divertidos del último año”. Mientras el fútbol sala ha sido un divertimento, la parte profesional la ha desarrollado en el CP Sarrià, consolidado ya en la figura de mediapunta, pese a las dificultades de adaptación iniciales a un estilo de juego muy diferente al de Canadá, donde los niños es más habitual que jueguen a hockey sobre hielo.
La combinación de la práctica deportiva entre el Raval y Sarrià sorprendía a los de un lugar y a los del otro, pero él lo lleva con total naturalidad. Sin ser consciente del todo, ha conocido las diferentes Barcelonas existentes de una manera que muchos locales no lo hacen, pese a llevar toda la vida viviendo en la ciudad. Por si fuera poco, también se ha estado formando de manera intensiva en la academia deportiva B1 junto a jóvenes de medio mundo.
Todo ello mientras seguía estudiando a través de una modalidad a distancia pensada en Canadá para todas aquellas personas que se mueven por el mundo. Su padre, Robert, es profesor universitario en Vancouver y se ha tomado un año sabático para estar con él en Barcelona. “He hecho de padre y he seguido haciendo de profesor en cierta manera”, bromea. Además de ayudar a Duncan en su formación, ambos han ido a los campos del Barça y del Espanyol y han viajado por Portugal, Madrid, Andalucía y el País Vasco, donde compartieron experiencias con Albert, un barcelonés que subió a Robert en su moto la noche del 17 de agosto del 2017 para recorrer durante horas todos los hospitales en busca de sus suegros. Desde entonces, Albert es “parte de la familia”. Han compartido infinidad de momentos juntos y tanto el padre como el hijo se deshacen en elogios hacia él.
Hace pocos días, Robert y Duncan cogieron las maletas y cerraron por última vez la puerta del piso cercano a la Sagrada Família en el que han estado viviendo durante el último año. El padre volverá al trabajo dentro de unas semanas con un tatuaje nuevo en su antebrazo de gran simbolismo: el mosaico de Joan Miró de la Rambla. Por su parte, Duncan regresará a Barcelona a finales de agosto. Esta vez lo hará solo. Ya tiene plaza en una residencia de estudiantes y se prepara para una nueva etapa. Durante un curso más seguirá estudiando a distancia, preparando el acceso a la universidad, y seguirá jugando al futbol. Cada gol que marque será una victoria contra el terrorismo. La barbarie del 17 de agosto acabó con la vida de Ian Wilson pero no pudo con los sueños de su nieto.

Opinión:

Excelente reportaje que pone sobre la mesa los resortes que los seres humanos podemos tener para intentar aprender con las secuelas de vivencias muy dolorosas. Por nuestra parte, hace meses que tenemos contacto con Robert y Duncan y también con el resto de familiares de Ian Wilson… de hecho, en el homenaje del lunes 4 de marzo en el que se presentó la frase que se encuentra en el suelo de La Rambla (junto al mosaico de Miró), fueron varias las víctimas que tuvieron el honor de “descubrir” la frase y entre ellas se encontraba Robert Bates.

El contacto y el asesoramiento continúa… como debe ser…

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