miércoles, 17 de julio de 2019

17 julio 2019 Diari de Tarragona

17 julio 2019



Tres meses en Alcanar fabricando las bombas
Nuevos datos de la investigación: la célula terrorista se acabó de definir en mayo de 2017. A partir de ahí se empezaron a diseñar explosivos

La investigación del juez revela que la fabricación de los explosivos que finalmente hizo volar por los aires el chalet de Alcanar comenzó tres meses antes del 17-A. Y eso que algunos de los terroristas ya estaban afincados allí desde hacía más de un año. De hecho, dos de ellos recibieron ayuda por parte de los servicios sociales del ayuntamiento ebrense y también del Consell Comarcal del Montsià
Sin embargo, fue mayo de 2017 la fecha clave, según el auto de procesamiento del juez Fernando Andreu: «La investigación de los hechos ha determinado que la gestación de célula terrorista y su composición definitiva se produjo aproximadamente unos tres meses antes de la explosión en el inmueble de Alcanar, o sea, allá por el mes de mayo del año 2017». 

Un grupo «cerrado»

Es entonces cuando «se comenzó a adquirir el material y a fabricar los explosivos». Así define el magistrado de la Audiencia Nacional esas semanas previas, marcadas por el hermetismo y la discreción en los movimientos: «Pasaron a formar parte de un grupo cerrado, al cual prácticamente ya nadie más tuvo acceso, y les alejó de las personas (incluso de los familiares) que les rodeaban ante esta nueva etapa que iniciaban». 
De esta forma relata Andreu, en su auto, la cotidianeidad de los integrantes: «La vida de cada uno de ellos pasó a desarrollarse exclusivamente junto a la de sus compañeros de grupo, compartiendo vivienda, comidas, viajes y por ende, participando en la fabricación de los explosivos o bien colaborando en la planificación de los atentados, todo ello con un objetivo común, llevar a cabo atentados contra los considerados ‘sus enemigos’, es decir el mundo occidental». 

Consecuencias devastadoras

La resolución judicial mantiene que «durante los últimos meses las comunicaciones telefónicas prácticamente se produjeron entre miembros de la célula, cosa que resulta significativa y que muestra que sólo se apoyaban unos a los otros para la consecución de sus objetivos». 

El auto también es muy claro al sugerir las consecuencias devastadoras que habría tenido esa cantidad de explosivo si hubiera estallado en otro lugar: «Los informes técnicos de los especialistas en artefactos explosivos concluyeron que tal cantidad de material para la confección de explosivos y de tal potencia destructiva, de llegar a ser utilizado para atentar en lugares o monumentos con gran afluencia de público, como sería el objetivo de la célula terrorista investigada, hubiera provocado unos daños de enormes dimensiones». 

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