13 noviembre 2025
10
años de la matanza de París
La
herida abierta de Bataclan
El
yihadismo de los lobos solitarios ha seguido golpeando y persiste como amenaza
permanente en Francia
Bataclan
proyecta todavía una sombra amenazante sobre Francia. Es una herida abierta.
Diez años después de los atentados yihadistas de París, en los que murieron 132
personas y varios centenares resultaron heridas, el yihadismo, que no ha dejado
de golpear, continúa siendo un peligro muy serio, permanente, sobre todo por
los lobos solitarios radicalizados que pueden pasar a la acción en cualquier
momento.
En
un contexto tan sensible de recuerdo y homenaje, Salah Abdeslam, el único
terrorista vivo de los comandos que atacaron la capital francesa el 13 de
noviembre de 2015, condenado a cadena perpetua, acaba de realizar una propuesta
enigmática y no fácil de digerir. Ha propuesto, a través de su abogada, entrar
en contacto con víctimas y familiares para dialogar con ellas “sobre la
situación”, dentro de un proceso de “justicia reparadora”. ¿Sincero
remordimiento o enésima provocación de un fanático irrecuperable?
Las
reacciones a la oferta de Abdeslam, que ocupa una celda en una prisión en el
departamento norteño del Paso de Calais, han sido dispares. El presidente de la
asociación Life for Paris, Arthur Dénouvaux, él mismo superviviente de
Bataclan, ha acogido bien la iniciativa y ha citado experiencias positivas en
este ámbito que ha habido en España e Italia. La directora de la seguridad
interior (DGSI), Céline Berthon, estimó, por el contrario, que el terrorista,
como dejó muy claro cuando fue juzgado en Bélgica y Francia, sigue
“radicalizado y convencido de la ideología mortífera”. De manera similar se
pronunció el director del semanario Charlie Hebdo, Laurent Sourisseau, alias
Riss, herido en el ataque a la redacción de la revista, en enero del mismo año
2015. Según él, la propuesta de Abdeslam es “perversa” porque se trata de “un
islamista puro y duro que lo seguirá siendo toda su vida”.
Este
miércoles por la mañana, víspera del décimo aniversario de la matanza, los
operarios ultimaban el montaje de una grada para el público frente al Jardín
del 13 de noviembre, junto al Ayuntamiento. La policía dispuso un perímetro de
seguridad muy amplio. Emmanuel Macron pronunciará este jueves un discurso allí,
después de inaugurar oficialmente el jardín de homenaje a las víctimas, como
cierre de una densa jornada de actos conmemorativos en todos los lugares donde
dispararon los terroristas aquella noche aciaga: el Stade de France (donde
murió un policía), cinco restaurantes y cafeterías (cuyos clientes fueron
ametrallados) y la sala de conciertos Bataclan. El presidente de la República
estará presente en todos los escenarios de la tragedia.
Los
ataques del 13 de noviembre de 2015 se inscribieron en una ofensiva terrorista
contra Francia que había comenzado antes -con el atentado contra Charlie Hebdo
como hecho más espectacular- y que se prolongaría durante años, con una
tendencia progresivamente a la baja, pero con golpes puntuales muy dolorosos
que afectaron a ciudadanos indefensos en la calle o en centros comerciales,
maestros, policías y soldados. Durante el 2025 se han desarticulado ya media
docena de planes terroristas, según el Ministerio del Interior.
El
14 de julio de 2016, el día de la fiesta nacional, un camión conducido por un
terrorista atropelló y mató a 86 personas en el paseo marítimo de Niza. Hubo
acciones terroristas, con muertos, en un supermercado cerca de Carcasona y en
el mercado navideño de Estrasburgo, ambos atentados en 2018. En octubre de 2019
el terrorismo golpeó la misma prefectura de policía de París, cuando un
empleado radicalizado asesinó a cuatro agentes. En 2020, el acto que más
conmocionó al país fue la decapitación del maestro Samuel Paty por un joven de
origen checheno. Otro profesor moriría asesinado en un instituto de Arrás, en
el norte del país, en 2023. El delirio
yihadista provocó, entre otros dramas, tres muertos en una basílica en Niza y
una víctima en un puente de París. Hace pocos días un joven francés sin vínculo
familiar musulmán, pero psicológicamente inestable, hirió de gravedad a varios
peatones a quienes atropelló en la isla de Olerón, en el Atlántico. Al parecer
había experimentado una súbita conversión al islam porque gritó “Alá es
grande”.
La
masacre parisina del 13 de noviembre de 2015 fue perpetrada por terroristas de
origen francés o belga que habían pasado por el califato del Estado Islámico en
Siria e Irak. Se trató, pues, de unos atentados tramados desde el exterior o al
menos con una base en el extranjero. La situación geopolítica hace eso ahora
más difícil. También contribuye a evitarlo el trabajo de los servicios de
seguridad franceses.
De
hecho, la mayoría de atentados posteriores han sido obra de lo que se denomina
“lobos solitarios”, individuos en general muy jóvenes, radicalizados por la
propaganda en internet, que son muy difíciles de detectar. A veces reclaman su obediencia al Estado
Islámico, aun sin haber tenido relación directa.
El
arabista francés Gilles Kepel, estudioso desde hace decenios del integrismo
islámico violento, ha acuñado el término “yihadismo ambiental” para definir las
condiciones en las que se produce la radicalización de las nuevas generaciones,
a pesar de haber nacido en Francia y de educarse en la escuela pública y con
sus valores republicanos. Puede ser a través de internet o por medio de la
socialización en los suburbios populares, en los grupos de amigos, los clubes
deportivos, gimnasios u otros lugares de reunión.
En
varias entrevistas previas al aniversario, Kepel ha puesto énfasis en la
batalla cultural, en parte exitosa, librada por el islamismo radical, cuyo
primer enemigo son los propios musulmanes que no son rigoristas y que se
adaptan a las costumbres francesas. Kepel también avisa de la relativa
respetabilidad que ha ganado el islamismo radical dentro del pensamiento woke, tan
extendido en medios universitarios y en la izquierda radical, especialmente en
el partido La Francia Insumisa (LFI). Los islamistas quedarían asimilados -o
serían al menos tolerados- dentro de los múltiples colectivos oprimidos. La
guerra de Gaza, con la muerte de decenas de miles de palestinos bajo las bombas
israelíes, habría contribuido a reforzar esa respetabilidad acrítica hacia un
islamismo extremista que puede derivar en yihadismo.
París
no es un búnker
Fácil
entrada en Notre Dame
Sorprendía
esta mañana que, pese a las medidas de seguridad en París con motivo del décimo
aniversario de los atentados del 13 de noviembre de 2015, la entrada de visitantes a la catedral de
Notre Dame se producía de manera muy fluida, con solo someros controles.
Quienes no habían reservado hora por internet podían acceder igualmente al
templo en breves minutos. La cola se movía con rapidez. Había un arco detector
de metales, pero los guardias apenas controlaban algunas mochilas, de modo
aleatorio. Es evidente que una ciudad con la afluencia turística masiva que
recibe la capital francesa no puede bunkerizarse porque se produciría un
colapso. No obstante, la facilidad para entrar en Notre Dame era llamativa.
Opinión:
La noticia publicada aporta mucha y buena información que,
además, ofrece la oportunidad de opinar sobre detalles de lo sucedido hace
justamente hoy 10 años.
Para empezar, se habla sobre la propuesta del único terrorista
condenado (porque es el único que quedó vivo) en relación a “entrar en contacto
con víctimas y familiares para dialogar con ellas ‘sobre la situación’, dentro
de un proceso de ‘justicia reparadora’”.
La noticia habla sobre “experiencias positivas en este
ámbito que ha habido en España e Italia”.
Vamos por partes: en https://procuradormurcia.org/blog/en-espana-existe-la-cadena-perpetua
se nos ofrece una magnífica definición sobre la actualidad jurídica en España.
Nos dice que “en España no existe la cadena perpetua en sentido literal, porque
sería contraria a los principios en los que se basa nuestro sistema Penal. Este
sistema procura la reinserción del preso en la sociedad, de ahí que una condena
de por vida no sea compatible. Además, el artículo 25 de la constitución
Española dice que las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad
estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social.
Sin embargo, desde hace algunos años se venía pidiendo un
endurecimiento de las penas, circunstancia que tuvo en cuenta la última reforma
del Código Penal. Es por eso que desde el año 2015 existe en nuestra
legislación la llamada prisión perpetua revisable, que está destinada para los
delitos de mayor gravedad. Algunos de estos delitos serían:
asesinatos cometidos contra menores de 16 años; asesinatos
que se hacen de forma subsiguiente a un delito contra la libertad sexual; delitos
de genocidio y de lesa humanidad; delitos contra la Corona (asesinato contra el
Rey o sus descendientes, etc)”.
¿Y cómo está el tema en Italia?
“La pena máxima de prisión prevista en Italia es la cadena
perpetua o "ergastolo", que en 1944 sustituyó a la pena de muerte.
Esta condena se impone a criminales considerados extremadamente peligrosos como
jefes de la mafia o responsables directos de asesinatos que, tras 20 años en
prisión, pueden solicitar beneficios penitenciarios y, cumplidos al menos 26 de
la pena impuesta, pueden optar a la libertad condicional.
Revisabilidad: Aunque la pena es "perpetua", el
sistema italiano contempla la posibilidad de revisión y, bajo ciertas
condiciones (buena conducta, cumplimiento de requisitos específicos), el
condenado puede acceder a beneficios penitenciarios e incluso a la libertad
condicional después de un período de tiempo considerable (normalmente 21 años,
o más en casos de delitos graves como terrorismo o mafia, donde se aplica la
"cadena perpetua obstativa" o no revisable)”.
Resumiendo, queda claro que la propuesta del terrorista Salah
Abdeslam podría ser la consecuencia de entender que le quedan muchos años entre
rejas, porque la legislación francesa SI contempla la cadena perpetua. Por ello,
es cierto decir que en España o en Italia “las experiencias han sido positivas”
desde el momento en el que los criminales solicitantes de esos encuentros ya
conocen, con anterioridad, que llegará el día en el que podrán salir de prisión.
En Francia, va a ser que no.
Luego ya es problema de cada cual si aceptar, o no, esa
situación.

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