02
noviembre 2025
La
última fundación vasca cumple 25 años
El
nombre de Fernando Buesa es una referencia habitual en la política vasca y su
fundación tiene buena parte del mérito. Es la última de este tipo que mantiene
su actividad en Euskadi y mañana cumple 25 años. «La familia, los patronos y
quienes trabajamos aquí tenemos claro que la tarea de deslegitimación de la
violencia es una absoluta necesidad. Nuestra labor es más necesaria que nunca y
más todavía en los tiempos que corren», apunta Eduardo Mateo, responsable de
proyectos y comunicación de la entidad.
Tras
el 2000, un año en el que la violencia terrorista fue especialmente cruenta,
hubo un auge en la creación de fundaciones de víctimas. La razón era sencilla.
Los historiadores se refieren a ese año como el de los magnicidios, ya que ETA
asesinó a varias personalidades -además del vicelehendakari socialista-, como
el exgobernador Juan Mari Jauregui, el exministro Ernest Lluch, el empresario
Joxe Mari Korta y el periodista José López de Lacalle. En el caso de estos dos
últimos, no tardaron en constituirse fundaciones para mantener su legado. Pero
a lo largo del año pasado las dos cesaron su actividad al alcanzar el 25
aniversario.
«La
primera creada en España en homenaje a una víctima de ETA fue la Fundación
Broseta, que se fundó en 1992, y una de las últimas fue la Giménez Abad en
Aragón», explica Mateo. Siguen siendo muy activas la Jiménez Becerril en
Sevilla, la fundación Rodolfo Benito y la Miguel Ángel Blanco, ambas radicadas
en Madrid, y la Tomás Caballero en Pamplona. Sin embargo, en Euskadi no quedan
más que la Buesa, después de que FAES acogiera el año pasado a la Fundación
Gregorio Ordóñez.
¿Qué
diferencia una asociación de víctimas de una fundación? La primera representa a
un colectivo de damnificados y la segunda es un ente fundado por familiares o
instituciones para recordar a un asesinado y con una labor divulgativa. La
mayoría no tiene ánimo de lucro, como sucede con la de Fernando Buesa.
Mantienen sus proyectos con el apoyo público del Ayuntamiento de Vitoria, la
Diputación de Álava, el Gobierno vasco, el Ministerio del Interior y también
gracias a proyectos europeos.
Desde
2001 la Fundación Buesa organiza un 'In Memoriam' en torno al 22 de febrero -la
fecha en que fue asesinado junto a su escolta, Jorge Díez- y llevan ya 23
ediciones de su seminario, unas jornadas donde diversos expertos analizan el
terrorismo y su contexto histórico. En las últimas, celebradas hace apenas una
semana, se abordó el cruento año 2000 y los efectos de la 'ponencia Oldartzen',
que supuso la socialización del sufrimiento, aunque en el texto original no
apareciera esa expresión. La Fundación Buesa también ha editado en este tiempo
numerosos libros y algunos cómics. «Hemos hecho muchas cosas en el ámbito de la
deslegitimación de la violencia y educación en valores», defiende Eduardo
Mateo.
Gracias
a todas esas actividades, el nombre del que fuera vicelehendakari sigue muy
presente. «Fernando Buesa ejerció su labor política aquí y fue más que un
político, fue un hombre comprometido con el valor de la palabra, que es el lema
de la fundación y en la lucha por los valores democráticos y ése es el motivo
por el que fue asesinado por el totalitarismo de ETA». Mateo explica que la
fundación tiene mucho futuro ya que «la familia, su viuda Nati y sus tres hijos
-Marta, Carlos y Sara- están muy concienciados y las energías siguen intactas
para seguir adelante». «Estamos en el momento de la memoria».

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