19 agost 2006
Coincidint amb les noticies aparegudes en plena temporada estiuenca, en Robert va tenir la oportunitat de tornar a fer un dels seus articles a “El Periódico de Catalunya” en el que ofereix una informació de tipus legislatiu que semblen no ser gaire conegudes ni estudiades per altres sigles.
Coincidint amb les noticies aparegudes en plena temporada estiuenca, en Robert va tenir la oportunitat de tornar a fer un dels seus articles a “El Periódico de Catalunya” en el que ofereix una informació de tipus legislatiu que semblen no ser gaire conegudes ni estudiades per altres sigles.
Lo que hay que decirle a ETA
Las novedades se suceden a velocidad de crucero. El jueves por la noche, varias víctimas del terrorismo nos encontrábamos hablando de la gran diferencia de trato que se recibe dependiendo de quién sea el afectado, de su profesión o de su adscripción y posible utilización partidista. La conversación se relacionaba con la propaganda presentada sobre las actitudes que dos terroristas, léase Txapote o Amaia, mantenían en el juicio celebrado hace escasas fechas. El comentario común era de máximo respeto por cada situación y por la agonía que padeció Miguel Ángel Blanco tras dos días de secuestro, lo que nadie puede cuestionar. Tan incuestionable como la actitud obscena de Txapote y Amaia.
Pero surgió una pregunta, un recuerdo, una situación, un ejemplo de los muchos que podríamos comentar y que cambió el ambiente del encuentro: ¿a quién le importó la agonía de una esposa, madre de dos niñas, que vivió una lenta muerte de casi 30 días, los que van del 19 de junio al 16 de julio de 1987, cuando murió por las gravísimas quemaduras sufridas en Hipercor?
HICIMOS UN ejercicio de memoria y los allí presentes recordamos que desde 1989 los miembros de la Associació Catalana de Víctimes d’Organitzacions Terroristes (ACVOT) hemos sufrido continuamente las mismas obscenas actitudes de otros terroristas en todos los juicios en los que hemos representado a las víctimas. En todos ellos se dio la presencia valiente de víctimas frente a los terroristas, sus abogados y sus familiares. ¿Dónde estaban entonces los que ahora aprovechan un juicio para dar sus opiniones políticas? ¿Por qué no están en el resto de juicios, incluso en los que tienen como víctimas a ciudadanos de Catalunya?
Más de 60 terroristas han actuado en tierras catalanas: casi 100 asesinados y cientos de heridos y familias destrozadas. Las actitudes de Txapote y Amaia no son tan excepcionales como algunos quieren hacernos creer. Son dos muestras más que añadir a la experiencia acumulada en 20 años de asistencia integral a los afectados por terrorismo, con nuestros abogados y psicólogas. ¿Por qué las actitudes de Txapote y Amaia son noticia y otros terroristas, tan o más sanguinarios, no lo han sido? Un viudo por terrorismo respondió con una frase contundente: Hasta en el terrorismo los muertos tienen categorías”.
Decía que las novedades se suceden a velocidad de crucero y, minutos después, mientras hablábamos de las extrañas declaraciones de monseñor Blázquez –extrañas por lo tardías, por exigir a ETA que pida perdón a sus víctimas y por el momento en el que estamos–, una llamada nos notificó que la banda terrorista había vuelto a vomitar otro comunicado en el que “amenaza con responder si continúa la acción represiva del Gobierno”, asegurando que el “proceso está en crisis”.
Hay que hablar con claridad y decirle a ETA que el proceso está en crisis desde el momento en que quiere hablar mientras continúa con las armas en el bolsillo. Hay que decirle a ETA que el “alto el fuego permanente” no es creíble mientras siga armada. Hay que explicar públicamente que ETA conoce muy bien la legislación española y no puede olvidar que asesinos como Txapote y Amaia tendrán que cumplir 30 años íntegros de condena porque sus atentados se cometieron después de la entrada en vigor del Código Penal de 1995. Lo cual –sea dicho de paso– no ha sido bien explicado por aquellos que se quejan ahora y que nunca se lamentaron ni manifestaron cuando asesinos como Arróspide, Caride, Díez Torres, Ernaga, San Epifanio, Troitiño, Urrusolo, Zubieta y otros cientos se acogían a los beneficios penitenciarios del antiguo Código Penal al perpetrar sus atentados antes de 1995.
Hay que decirle a ETA que sus métodos no sirven para nada excepto para reventar el futuro de miles de familias. Hay que decirle a ETA, y también a sus amigos, que tienen la gran ventaja de vivir en un país que permite cualquier opinión que se defienda sin asesinar por la espalda o poner coches bomba en cuarteles y grandes almacenes. Hay que decirle a ETA que sus amenazas mafiosas ya no asustan a nadie, ni a Gobierno alguno ni a millones de ciudadanos, ciudadanos que (sean o no víctimas) repudian la extorsión, el secuestro, el terrorismo. Millones de ciudadanos que mostraron una noble actitud tras el secuestro y asesinato de Blanco, olvidando ideologías y partidismos.
Y hay que recordar a algunos políticos que existe un amplio y nutrido grupo de víctimas que defenderá por encima de todo nuestra pluralidad ideológica, y no permitirá ser utilizado para conseguir réditos del dolor, porque su labor es presentar propuestas legislativas, ofrecer representación jurídica, atención psicológica especializada, seguimiento socioasistencial, asesoramiento laboral, reconocimientos y homenajes, sin entrar en la lucha política en la que algunos creen tener una hipotética representatividad. Lástima que jamás los hayamos encontrado en un juicio por un atentado con víctimas anónimas.
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