viernes, 23 de marzo de 2012

21 marzo 2012 (3) Deia

19 març 2012


Arantza Quiroga, Presidenta del Parlamento

“No tendría ningún problema en darle el relevo a un presidente de la izquierda abetzale”

Alberto Abaitúa



Hizo de tripas corazón para autorizar el reciente y fugaz paso de la izquierda abertzale por el Parlamento Vasco, pero se ciñó al Reglamento. El mismo que seguirá a rajatabla en este su cuarto año de mandato y cuando toque ceder los trastos al que será su relevo, sea quien sea
Pendiente del turno de votación en el Pleno, la presidenta del Parlamento Vasco escoge la sala de apaños para responder a las preguntas de esta entrevista. El nombre oficioso que los aforados conceden a este cubículo resume bien a las claras los acuerdos y desacuerdos que las paredes del despacho anexo al salón plenario han presenciado. El último hace dos semanas, cuando la desconfianza entre socialistas y populares impidió la puesta en marcha de una ponencia parlamentaria para impulsar la consolidación de la paz.
El posible coladero para que la izquierda abertzale se introduzca en el Parlamento Vasco y las sospechas del uso partidario que el PSE pueda hacer de este foro cimentaron el desacuerdo. Y es que, según apunta la presidenta de la Cámara vasca, es preferible no adelantar supuestas sentencias que habilitarán la entrada de la izquierda abertzale hasta ahora ilegalizada en las planchas electorales vía Sortu, aunque admite que de ser así, su partido y ella asumirán esa realidad hasta el punto de no descartar que un dirigente de esta corriente reciba de sus manos el relevo para guiar durante la próxima legislatura el Legislativo autonómico.
Tres años después de asumir el cargo, ¿cómo afronta la que podría ser su recta final al frente del Parlamento?
La afronto exactamente igual que el resto de los años anteriores. Espero que sean iguales, porque puedo decir que no hemos tenido problemas terribles. En todo lo que se ha planteado hemos sido capaces, más o menos, de llegar a acuerdos y cuando no se podía cada uno era consciente de sus límites. Han sido tres años en los que he aprendido muchísimo -tengo una mano izquierda que no sabía yo que podía tener-, pero aún así todos los días aprendo. Hay veces que para gestionar bien un acuerdo son muy importantes las formas y hay que interiorizarlas. Espero que este último año, que me imagino que se notará un poco más de tensión, sea controlable.
Calificó la reciente intervención de la izquierda abertzale en la sala de prensa de la Cámara vasca como una de sus experiencias más desagradables en su mandato. ¿Cómo lo vivió?
El Parlamento Vasco tiene una serie de reglas y a mí me toca aplicarlas, y ese día las reglas fueron una trampa para mí. Yo no podía hacer nada para evitar algo que a mí me parecía que no se correspondía con la mejor imagen que podía dar el Parlamento. Todos éramos conscientes y a mí me tocó aguantar el chorreo. Sabíamos que si hasta ahora el Reglamento había sido mi guía y la forma para que todos los parlamentarios supiéramos que había garantías de que las cosas se hacían cumpliendo unas normas, en este caso lo tenía que hacer exactamente igual.
¿Habrá cambios para regular el uso de dependencias parlamentarias como la sala de prensa?
Estoy en una reflexión porque en este caso hemos visto que hecha la ley, hecha la trampa. En este caso se utilizó el Reglamento de la Cámara para burlar algo que creo que es importante, y es que aquellas personas que comparezcan el Parlamento, como mínimo, condenen el terrorismo. La reflexión está ahí y vamos a ver hasta donde llega. El Reglamento es claro y dice que solo los parlamentarios pueden utilizar la sala de prensa, aunque es verdad que desde hace años permitía que un grupo o una sociedad que viniera al Parlamento pudiera usarla.
¿Invitados por algún grupo?
No, invitados, no, porque yo ahí no entro. Solo decido quién viene como invitado al Pleno. En la sala de prensa lo que se hacia por parte de los parlamentarios era decir que van a ir acompañados. ¿Hasta ahora qué ha ocurrido? Que normalmente no hemos tenido esta situación. Durante todos estos años los acompañantes de cualquiera de los parlamentarios eran representantes de asociaciones o colectivos que habían venido a comparecer en el Parlamento y que luego explicaban a los medios qué era lo que habían sacado en claro de la comparecencia.
¿No le parece algo insólito que la presidenta del Legislativo asegure que "hecha la ley, hecha la trampa"?
Realmente es que es así en el sentido de que yo apliqué la ley y me hicieron la trampa. El resultado es que se trampea y lo vimos claramente. A veces uno tiene que asumir que aplicando el Reglamento las cosas te llevan a una situación que te puede gustar más o menos.
Todo apunta a que la izquierda abertzale formará parte de esta institución dentro de un año. ¿Cómo afronta ese paso?
Yo entré en el Parlamento en 1998. He compartido bancada con Josu Ternera, con Arnaldo Otegi... He vivido esas situaciones, pero creo que una serie de principios nos llevó a tomar decisiones como fue la Ley de Partidos. Luego son los jueces quienes tienen que determinar si un partido es legal o no. Y a mí lo que me toca es acatar. Por eso en esa coherencia le digo que si el Reglamento dice una cosa y yo creo en el Estado de Derecho tengo que aceptarlo. No hice nada más. Lo único que me faltaba ese día hubiera sido ponerme delante de la puerta como Agustina de Aragón y decir 'tú aquí no das esta rueda de prensa'. Entonces no hubiese sido coherente con lo que siempre he mantenido. Y desde las instituciones tenemos que dar ejemplo porque si no esto se convierte en un 'si me dan la razón fenomenal' y si no denostamos a la justicia y decimos que todo está amañado.
Podría darse la circunstancia de que usted tuviera que dar el relevo a un representante de la izquierda abertzale. ¿Cómo se lo plantearía?
Tendría que hacerlo por mi responsabilidad y además estaría dispuesta a hacerlo como lo tiene que hacer una presidenta del Parlamento. Si están dentro de la institución se supone que es porque respetan la institución que van a presidir de igual manera que lo hemos hecho el resto de presidentes. Por tanto, no tendría ningún problema en ejercer ese traspaso de papeles.
Forma parte de esa hornada de dirigentes capitaneada por Antonio Basagoiti que imprimió un giro a las políticas del PP en Euskadi. ¿Cree que esa dinámica sigue patente o existe un frenazo?
Sigue y necesita tiempo. A veces se nos pedía que en un año diéramos un giro de 360 grados y eso no puede ser. Vamos en una evolución, quizás no tanto ideológica, porque seguimos manteniendo lo mismo, pero sí de formas, que a veces son tan importantes como el contenido. Nos queda mucho camino por recorrer y necesitamos tiempo para que el discurso del PP vuelva a tener calado y se nos vuelva a ver útiles. Ese era el objetivo de Antonio Basagoiti y poco a poco se nos va reconociendo.
¿A quién se refiere cuando habla de reconocimiento al trabajo del PP vasco, a la sociedad vasca o a la Ejecutiva de propio partido?
Más bien a la sociedad vasca, porque en el Congreso del PP se vio claramente que la mayoría de los compañeros nos pedía que jugáramos el partido, que estuviéramos ahí. Es verdad que te meten goles, sufres zancadillas y que habrá momentos en los que lo pases mal, pero ellos también se sienten más parte del País Vasco que si te estás aislando y no participas. Cualquier ciudadano prefiere estar en medio aunque luche y vea lo difícil que es a no estar.
¿El PP va a estar en la ponencia para consolidar la paz?
El PP ha dicho claramente que necesita garantías de que esto no se convierta en lo que mucho nos tenemos, que por aquí pasen todos los que no tienen voz de otra manera y que estos sea inútil para el objetivo que con buena voluntad perseguimos.
¿Es cierto que han pedido al PSE un compromiso por escrito para que no permita la entrada de la izquierda abertzale a este foro?
Lo desconozco. Lo que le puedo decir es que estamos trabajando para ver si hay posibilidades de que en el texto de esa enmienda se vea claramente que queremos hablar de las cosas pero sin que se convierta en altavoz para lo que no quiere el Parlamento Vasco.
Desde el atril de oradores, tanto el lehendakari como José Antonio Pastor se comprometieron en este sentido. ¿No es suficiente?
No.
¿No se fían de su socio por el 'cambio' después de estos tres años?
Los hechos son evidentes. El lehendakari ha querido salir adelante con esta iniciativa y no ha contado con el PP. Por tanto, no tenemos una obligación de apoyo. Necesitamos esas garantías.
En una relación de pareja la pérdida de confianza suele derivar en ruptura. ¿Estamos ante el final del acuerdo con los socialistas?
Dos no discuten si uno no quiere y creo que hay que ser conscientes de que la confianza es fundamental. Siempre he puesto en valor este pacto y explicaba porque existía, y una de las causas era, precisamente, porque existía esa confianza. La confianza es muy fácil de perder y muy difícil de recuperar. Antonio Basagoiti ha sido muy elegante y no hemos querido cargar las tintas pero esto no ayuda a la confianza, desde luego.
Entiendo que las palabras de Pastor sobre una supuesta llamada de Génova que truncó la participación del PP vasco en la ponencia no ayuda a la reconciliación. Por cierto, ¿fue así?
A mí no me consta.
¿La Ejecutiva nacional les está presionando?
Para nada, bastante tiene la Ejecutiva con sus cosas. La relación que está habiendo entre el Gobierno del PP y el PP vasco es histórica. No recuerdo que nunca se nos haya escuchado tanto.
¿La clave de esta nueva etapa está en las víctimas y los presos?
Sería un error centrarlo solo en esto. El daño causado por el terrorismo, además de a la víctimas, por supuesto, también ha sido a la convivencia de la sociedad. Y recomponer todas esas relaciones es el gran reto. Lograr que personas que hasta ahora han utilizado la violencia física y verbal para imponerse, lograr que cambien ese chip, es complicado. Es lo que más me preocupa, en el resto creo que seremos capaces de tomar decisiones.
El comisionado para la Convivencia y la Memoria, Jesús Loza, reclama una segunda oportunidad para los presos de ETA y "recuperarles" socialmente. ¿Comparte este deseo?
A todos nos gusta que nos den una segunda oportunidad, pero es pegar un gran salto hacia un escalón al que no hemos llegado. La exigencia no está en la sociedad, que sabrá ser generosa; la exigencia la tenemos que volcar en ese colectivo que sabe cuáles son las reglas del juego. Todos los que vivimos aquí sabemos cómo ha ido esto de los presos durante mucho tiempo. Ahora nos podemos hacer todas las trampas que queramos pero sabemos cuál es la realidad. Lo que se pretende desde ese mundo es que todos esos presos que están en la cárcel por delitos relacionados con el terrorismo salgan a la calle como si en realidad lo que ha habido ha sido una guerra y vuelvan como héroes a sus casas. Debemos resolver cosas mucho más inmediatas para que luego podamos llegar a ese momento en el que se pueda plantear esa segunda oportunidad.

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