lunes, 5 de enero de 2015

04 enero 2015 El Mundo del Siglo XXI (opinión)

4 enero 2015



La voz de las víctimas en las aulas, un deber democrático








La inclusión del papel de las víctimas del terrorismo en el desarrollo curricular de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato es una medida acertada y necesaria, cuya concreción requiere el compromiso de todos los partidos. Sería bochornoso, además de una afrenta imperdonable a las víctimas, que una iniciativa consecuente con el hecho de que el rechazo al terrorismo y la consideración de las víctimas ya forma parte de los valores trasversales contemplados en el currículo de Educación Primaria, pueda convertirse en arma arrojadiza en un año eminentemente electoral.

El Gobierno ha decidido aprobar una iniciativa presentada por el PP hace poco en el Congreso sin esperar su tramitación ordinaria, lo que puede levantar suspicacias sobre si un proyecto que merece máximo respaldo responde en realidad a una estrategia de Mariano Rajoy para asegurarse el favor de un colectivo que ha podido sentirse olvidado durante el mal llamado proceso de paz, o incluso defraudado con las recientes excarcelaciones masivas de etarras sanguinarios. Así que al Gobierno y al PP corresponderá la responsabilidad de despejar cualquier duda sobre sus intenciones. Este asunto debe abordarse con absoluto cuidado y rigor para sumar el mayor consenso posible entre partidos y evitar que las víctimas puedan sentirse utilizadas.

Sobran las razones para llevar la voz de las víctimas del terrorismo a las aulas de Secundaria, pero la experiencia vasca demuestra que definir bien la fórmula -sobre todo en un sistema educativo descentralizado- es crucial para impedir que una buena idea acabe convirtiéndose en un motivo de escarnio. Patxi López sacó adelante una iniciativa similar y Urkullu ha acabado equiparando la figura de las víctimas de ETA con las de los abertzales «represaliados» por la Policía. Está claro que en España ha actuado más de una organización terrorista, pero tampoco cabe duda de que 50 años de asesinatos y atentados han convertido a ETA en la principal protagonista de la ignominia.

Es fundamental dejar claro quiénes están legitimados para hablar en nombre de las víctimas y qué mensajes y discursos les representan. Los objetivos unívocos deben ser hacer valer su memoria e impedir que el precio del final de ETA sea el olvido de quienes de forma más directa la padecieron, la equiparación de víctimas y victimarios, o la banalización o justificación del terrorismo etarra.

En definitiva, ésta es una buena iniciativa, clave para resarcir a las víctimas y para evitar la imposición de un relato tergiversado y perverso sobre lo que ha supuesto el terrorismo, y fundamentalmente ETA, frente a la lucha por la democracia y las libertades. Gobierno, PP, y también el resto de partidos democráticos, han de hacer lo posible por impedir que un asunto como éste se convierta en motivo de enfrentamiento.

Opinión:

Tras más de 25 años aportando mi visión personal (y contrastada con cientos de víctimas de manera continuada) puedo asegurar que la iniciativa es muy correcta. Lo llevo diciendo desde hace años y no he cambiado de opinión.
Han sido muchas las conferencias presentadas, la última hace dos semanas. Pero observo en los últimos años que los asistentes, cada vez mas, están preparados para presentar propuestas y opiniones muy coherentes y que demuestran una investigación previa sobre el asunto. Está muy claro que las redes sociales e Internet como tal son fuente de información y es por esta razón que solicito a quien deba decidir quien impartirá estas conferencias que antes de hacerlo, consulte las sentencias y los datos con mucho interés. También exijo que consulten los posicionamientos ideológicos de muchos de estos supuestos “portavoces” porque no aceptaré que se haga proselitismo utilizando el terrorismo y a “las” víctimas del mismo. Reitero esta opinión porque muchas víctimas estamos hartas de que aparezcan ciertos y ciertas “representantes” que no han vivido las experiencias que dicen relatar. Y no me lo invento, lo dicen los hechos probados de las sentencias.
Por ello, jamás aceptaré que nadie hable en mi nombre sin antes consultarme la opinión y plantearé batalla (pacífica y dialogada como siempre) ante los aprovechados y aprovechadas que hablan de todo sin saber de nada. Me consta que hay gentuza que se ha hecho una “película propia” de supuestas experiencias aprovechándose del dolor de los demás pero que si algún día, alguien, les exige que demuestren lo que relatan, no tendrán modo de hacerlo.
No quiero casos como los “Enric Marco” de siempre...
Sinceramente, hablar hoy de la situación de las “víctimas del terrorismo” sin haber sufrido el abandono, el desamparo y la desidia de décadas atrás no vale para nada. Me consta que poseo información documentada que pueda molestar a ciertos ideólogos, pero jamás me he vendido a ninguna sigla ni pienso hacerlo. Hay que conocer (y reconocer) los errores cometidos para no volver a repetirlos y explicar la realidad de modo positivo. Y evidentemente no aceptaré que nadie haga pedagogía partidista (o ideológica) con mi dolor... ni con el mio ni con el de cientos de víctimas a las que conozco personalmente.
Y si alguien duda de lo que acabo se explicar, ya sabe donde encontrarme para observar y contrastar “in situ” mis opiniones.

Para terminar, he subrayado una frase del artículo en cuestión: “es fundamental dejar claro quiénes están legitimados para hablar en nombre de las víctimas y qué mensajes y discursos les representan”.
Aprovechando la oportunidad, quiero recordar a ciertos medios de comunicación que antes de publicar entrevistyas con según qué personajes, tengan la decencia moral y la pulcritud profesional de contrastar y confirmar las fuentes y la inequívoca certeza de que lo que algunos explican es real.
Se llevarán mas de una sorpresa.
¿Recuerdan el caso “Enric Marco”?


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