miércoles, 30 de marzo de 2016

26 marzo 2016 El Periódico de Catalunya

26 marzo 2016



Un cúmulo de errores
La huida de Salah Abdeslam, la falta de control sobre delincuentes como los hermanos El Bakraoui o la descoordinación de los servicios de inteligencia avergüenzan a Bélgica

Los atentados de Bruselas han puesto al descubierto una lista interminable de fallos y errores garrafales que alarman a los belgas.

Abdeslam, solo dos horas de interrogatorio

Salah Abdeslam es el único de los terroristas que partipó en los atentados de París del 13 de noviembre que ha sido arrestado. Su testimonio debería ser pues crucial para aclarar cómo y quien organizó esa masacre. Aún así, las autoridades belgas optaron por no explotar esta vía de investigación. Desde su detención el pasado 18 de marzo solo ha sido interrogado por espacio de dos horas. Una hora en la sede de la policía federal en Bruselas y otra por el juez de instrucción. En el interrogatorio solo se le habrían preguntado por los atentados de París. Nada sobre la posibilidad de ataques similares en Bruselas, pese a que se descubrieron armas y detonadores y sus huellas digitales en un piso registrado una semana antes.

Cuatro meses escondido en la capital belga

El fugitivo más buscado en Bélgica no solo escapó de París con total tranquilidad y superó diversos controles policiales de camino a Bruselas. Posteriormente consiguió esconderse en la capital belga durante cuatro meses gracias a la red de apoyo y amigos. De hecho, fue arrestado en casa de la madre de un amigo de la infancia y no por un soplo, sino gracias a un despiste que llamó la atención de la policía: el envío de muchas pizzas a un piso en el que habitualmente solo vivía una persona. Además, según una información publicada por 'La Derniere Heure', la policía de Malinas conocía desde diciembre la dirección en la que residía Abdeslam en Molenbeek. Esa dirección figuraría en un informe policial que jamás fue transmitido a la célula antiterrorista de la policía judicial federal.

Condenados a prisión pero en libertad y viajando

Ibrahim El Bakraoui, uno de los kamikazes del martes, fue condenado a nueve años de cárcel en 2010 por disparar con un fusil de asalto Kalashnikov durante un robo. El año pasado los jueces lo dejaron en libertad condicional, pese a la recomendación negativa de la prisión donde estaba encarcelado, aunque con algunas limitaciones: imposibilidad de viajar más de un mes al extranjero y visita mensual a su agente de la libertad condicional. Aún así en julio de 2015 era detenido en la frontera entre Turquía y Siria y expulsado a Holanda . Las autoridades belgas han insistido en que se trataba solo de un delincuente común y que por eso no hubo seguimiento pero al menos desde hace ocho meses, mucho antes de los atentados de París, tenían información de su intento de viajar a Siria y no hicieron nada. El Ministro del Interior, Jan Jambon, ha admitido que “hubo negligencia de una persona que no fue suficientemente proactiva”.

En las listas de Interpol

El otro hermano El Bakraoui, Khalid, liberado 11 meses antes de cumplir una pena de cinco años, figuraba en la lista terrorista de interpol y la policía belga tenía pistas de su implicación con la red terrorista. Fue el quien alquiló la vivienda de Charleroi descubierta el 9 de diciembre en la que se encontraron las huellas de Abdelhamid Abaaoud y Bilal Hadfi, el supuesto cerebro de los atentados de París y otro de los suicidas muertos en París. También fue quien alquiló con documentación falsa la vivienda de Forest registrada la semana pasada y en la que encontraron las huellas de Abdeslam. Aún así, la policía lo dejó libertad condicional.

Descoordinación y pocos medios


Bélgica cuenta con una decena de organismos, servicios y centros responsables de garantizar la seguridad del Estado. Entre ellos, una policía federal, un centro de crisis, y unidad de coordinación y evaluación de la amenaza terrorista que están bajo la supervisión del Ministerio de interior. Un servicio de inteligencia, una unidad de inteligencia financiera y la seguridad del Estado están bajo el mando del Ministerio de justicia; y un servicio general de inteligencia y seguridad están bajo la supervisión política del Ministerio de defensa. Aún así, los recursos dedicados a la lucha contra el terrorismo y la radicalización siguen siendo muy limitados y la descoordinación grande. Según las cifras oficiales, los servicios secretos, cuentan con 600 agentes y la unidad antiterrorista de la policía unos 230 agentes, 130 en Bruselas.

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