miércoles, 21 de junio de 2017

18 junio 2017 (12) ABC (opinión)

18 junio 2017 



«La Tigresa» seguiría en la cárcel en otros países
El cumplimiento de 23 años de prisión por 23 muertes es impensable fuera de España

En 1986, Irene Idoia López Riaño, no mató al entonces fiscal general del Estado, Antonio Burón, porque se quedó dormida. Era la encargada, junto a Ignacio de Juana Chaos, de disparar el lanzagranadas, pero como no llegaron a tiempo, el «comando Madrid» decidió usarlo el mismo día contra el coche del presidente del Tribunal Supremo, Antonio Hernández Gil. Lo hicieron, pero fallaron. A lo largo de su carrera de carnicera al servicio de ETA, «La Tigresa» acertaría a asesinar muchas veces. Veintitrés, según los jueces que la condenaron en total a más de dos milenios de prisión, de los que ha cumplido solo veintitrés años antes de quedar libre el pasado miércoles.
Doce meses de cárcel por cada muerto. En este país «sale más barato matar que robar» es el lamento de las víctimas, para quienes las leyes dan un alivio indecente a los terroristas.
No hay más remedio que acordarse de la llamada «doctrina Parot», aquella que hubiera dejado a la sombra a López Riaño algunas décadas más porque todos los beneficios penitenciarios a su alcance se habrían restado a sus dos milenios de condena, y no al límite máximo de cumplimiento de 30 años. El tribunal Europeo de derechos Humanos la tumbó. Entre medias, la etarra gozó del bálsamo de la «vía Nanclares» inventada en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, que le ha permitido pasar los últimos años en una cárcel en el País Vasco cerca de su familia y acompañada de su último marido, Joseba Arizmendi, que fue trasladado a la misma. Y todo a cambio de sensibleros arrepentimientos del tipo «me duelen todos, absolutamente todos los muertos», que escribió a la Audiencia Nacional.
Coche bomba en la plaza de la República Dominicana de Madrid, doce muertos. Coche bomba en la calle Juan Bravo, cinco muertos. Asesinato del comandante Sáenz de Ynestrillas, del teniente coronel Vesteira y del soldado Casillas. Asesinato del vicealmirante Colón de Carvajal y su chófer, del ciudadano francés Joseph Couchot, se le atribuye el de Ángel Facal... ¿Qué suerte penitenciaria habría corrido Idoia López Riaño de haber matado en otros países de nuestro entorno?

Pena de muerte en Rusia: pudrirse encerrado en Liberia

En Rusia hay cerca de 2.000 reos cumpliendo cadena perpetua, según datos del Servicio Federal Penitenciario. Ni una sola de las apelaciones presentadas hasta la fecha por algunos de ellos solicitando reducción de pena por distintos motivos ha sido atendida.
La cadena perpetua se aplica a delitos de sangre especialmente graves, como el terrorismo y los asesinatos en serie. Antes solían ser castigados con la pena de muerte, suspendida desde abril del año 1997 por una moratoria exigida por el Consejo de Europa.
Uno de los convictos que pasará en la cárcel el resto de su vida es el checheno Nurpashí Kuláyev, de 36 años, el único terrorista de los 33 participantes que salió con vida de la toma de rehenes en la escuela número 1 de Beslán, en la república rusa de Osetia del Norte. Aquel monstruoso ataque comenzó el 1 de septiembre de 2004 y terminó dos días después con la muerte de 331 personas, de los que 186 eran niños. Kuláyev fue acusado de «terrorismo y asesinato en masa» y condenado a la pena de muerte, que fue conmutada por la de cadena perpetua, que cumple en un penal en Siberia. Kuláyev estuvo a punto de escapar, pero fue identificado, detenido y casi linchado por los habitantes de Beslán.
El terrorista checheno no fue aniquilado como el resto de sus compañeros –una treintena– durante el enfrentamiento armado con tropas de élite del Ejército que tomaron el recito escolar porque logró hacerse pasar por uno de los rehenes.
Kuláyev estuvo a punto de escapar, pero fue identificado, detenido y casi linchado por los habitantes de Beslán. Ahora cumple la condena en el penal de Jarp, un inhóspito poblado en el noroeste de Siberia.
Información de Rafael M. Mañueco, corresponsal en Moscú

Toda la vida entre rejas, cada vez más habitual en Estados Unidos

Un reo estadounidense con 23 muertos a sus espaldas se pellizcaría si le dijeran que iba a salir a la calle a los 23 años de haber empezado a cumplir su condena. El sistema penitenciario de EE.UU. está en este ámbito en las antípodas de España. Los problemas de Norteamérica hay que buscarlos en la sobrepoblación de los centros penitenciarios, la nula reinserción de los convictos, el coste social de la encarcelación en masa, la incidencia desproporcionada en las minorías raciales y el negocio de las cárceles privadas. Pero la alarma social por la puesta en libertad de un criminal con un amplio historial delictivo es casi inexistente, porque es complicado que esta se produzca.
Hay una excepción reciente: el caso de Óscar López Rivera, un líder en los años 80 de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico, que buscaban la independencia de la antigua colonia española. Fue sentenciado a 55 años de prisión por sus actividades en ese grupo clandestino –para algunos, terrorista– que colocó más de 120 bombas en EE.UU. El 17 de enero de este año, tres días antes de abandonar la Casa Blanca, Barack Obama le otorgó el perdón presidencial. La semana pasada, López Rivera participó en un lugar de honor en el desfile del Día de Puerto Rico en Nueva York, para indignación de muchos.

Cadena perpetua

Los perdones presidenciales, sin embargo, apenas tienen impacto en la enorme población carcelaria que pasa su vida encerrada. Según los datos de The Sentencing Project, hay 162.000 personas en cárceles de EE.UU. condenados a cadena perpetua, uno de cada nueve convictos. Otros 44.000 más tienen condenas de 50 o más años, lo que les convierte en sentencias de por vida virtuales. Casi una cuarta parte de ellos está en condiciones en las que nunca tendrá acceso a un régimen de libertad condicional. Cada uno de los 50 estados del país tiene regímenes diferentes de derecho penal y normativa penitenciaria, pero la tónica general es que sean sistemas muy restrictivos.
Hay infinidad de casos de asesinos famosos que pasarán el resto de su vida en la cárcel y que supondrían un terremoto social si un juez les concede la libertad condicional. Charles Manson, el líder de una secta californiana en los años 60 convertido en asesino múltiple; Mark David Chapman, el fan que le quitó la vida a John Lennon delante de su casa de Nueva York en 1980; o el enfermero Charles Cullen, considerado el asesino en serie más prolífico de la historia de EE.UU. –confesó la muerte de 40 personas, pero se sospecha que pudieron ser cientos las víctimas– son algunos de ellos. A los dos primeros la Justicia les ha denegado una y otra vez sus peticiones de libertad condicional. El segundo ni siquiera puede acceder a pedirla.
También hay reos célebres sin delitos de sangre, como el del financiero Bernie Madoff, responsable de la mayor estafa piramidal de la historia, cuya sentencia le impide pedir la libertad condicional. En total, hay 17.000 reos en EE.UU. condenados a pasar su vida en la cárcel por delitos no violentos.
Información de Javier Ansorena, corresponsal en Nueva York

La opinión pública desea que el jefe mafioso muera en prisión

Una revuelta de la opinión pública se ha suscitado en Italia ante la eventualidad de que el máximo jefe de la mafia desde 1982, Totò Riina (en la imagen), de 86 años, sea puesto en libertad. El «boss» de Corleone (Sicilia), conocido como «La bestia», fue detenido en 1993 y está condenado a 13 cadenas perpetuas por más de un centenar de crímenes. El Tribunal Supremo ha aceptado la solicitud para que, al ser un anciano enfermo, pueda salir de la cárcel para «morir con dignidad», y el Tribunal de Vigilancia Penitenciaria decidirá en julio. Según encuestas de algunos periódicos, más del 90 por ciento de sus lectores quieren que muera en prisión.
Información de Ángel Gómez Fuentes, corresponsal en Roma

Los asesinos reincidentes mueren en la cárcel en el Reino Unido

En el Reino Unido hay en la actualidad 34 criminales que pasarán el resto de sus vidas en prisión. Son asesinos en serie, torturadores o maniacos sexuales. Entre ellos figura, por ejemplo, Donald Neilson, miembro de los Panteras Negras, que asesinó a cuatro personas a comienzos de los años setenta y fue encarcelado en 1976.
La Justicia británica ni olvida ni perdona. El mes pasado murió en un psiquiátrico de alta seguridad Ian Brady, que antes había estado largos años en la cárcel, por el asesinato de cinco niños en los años sesenta. Fue un caso que conmocionó al país, el de los llamados «Asesinos de los Páramos». Durante dos años, Brady y su novia, Myra Hinley, subieron a cinco niños a su furgoneta y luego los mataron. Recibieron penas de cadena perpetua. Ella murió en la cárcel en 2002, con 60 años. A Brady ni siquiera se le concedió su petición de que lo dejasen morir de hambre y la Justicia obligó a alimentarlo por sonda para que siguiese cumpliendo su condena.
Los asesinos adolescentes también son tratados con el mismo rigor. En 2014, un alumno quinceañero mató a puñaladas a su profesora en un colegio. El juez lo condenó a 20 años de cárcel, pero al razonar su sentencia añadió que «probablemente no saldrá nunca de prisión». El año pasado, dos novios de 14 años mataron a una madre y su hija y fueron condenados también a «cadena perpetua».
En el caso del IRA se liberó a terroristas tras los acuerdos de paz de Viernes Santo de 1998, pero tras haber cumplido larguísimas penas. El único condenado por el atentado de 1979 contra Lord Mountbatten, el preceptor del Príncipe Carlos, salió de la cárcel con 61 años en 2009, tras haber pasado un total de 30 años en prisión. Su liberación fue muy criticada por la prensa conservadora británica.
Información de Luis Ventoso, corresponsal en Londres

Opinión:

Hablar de la legislación comparada con los países de nuestro entorno tiene un riesgo… hacer pensar que podríamos copiar los ejemplos de los demás…
Pero parece que no queremos enterarnos de que cada país es soberano en cuanto a su legislación y en cuanto a su legitimidad democrática. En otros países, a quien roba un mendrugo de pan, le cortan las manos…
Sinceramente, creo que toda la tarea informativa desarrollada durante tantos años con diferentes colectivos no merece una información como la presente. Solo es una manera de “encabronar” a los ciudadanos y así no se va a ninguna parte.
Que se cumpla realmente un año por cada víctima mortal es patético, injusto y hasta inmoral, pero es legal. Lo mismo podría decirse del asesino de una sola persona que también cumplirá 23 años y, por lógica, de eso no hablamos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario