jueves, 13 de septiembre de 2018

13 septiembre 2018 (2) El País (opinión)

13 septiembre 2018



“Gritaba ‘Allahu Akbar’ mientras corría hacia nosotros y disparamos”
Los audios de las declaraciones ante el juez de los mossos que abatieron los yihadistas del 17-A desvelan la tensión vivida en Cambrils y Subirats

“Estaba en un estado de euforia, de locura, gritando. Me acuerdo de que el camino hacía subida y estaba lejos. Sin ningún tipo de escrúpulos, subió gritando hacia nosotros y nos enseñó el cinturón [explosivo]”. El agente de los Mossos d’Esquadra con el indicativo Astor 925 fue uno de los dos que, el 21 de agosto de 2017, abatió a tiros al autor material del atentado de La rambla de Barcelona, Younes Abouyaaqoub. Él y su compañero, Astor 926, efectuaron 27 disparos para acabar con el yihadista. El juez Fernando Andreu les tomó declaración como testigos. EL PAÍS ha accedido a los audios de ambos testimonios, así como a los de otra veintena de agentes que participaron en los sucesos de Cambrils que terminaron con la muerte de otros cinco integrantes de la célula.
“Estaba a 50 metros cuando lo vemos por primera vez. Se esconde en los matorrales. Y luego aparece”, rememoró ante el magistrado, al describir su encuentro en un viñedo de Subirats (Barcelona) con el terrorista. “A medida que se iba a acercando, vimos claramente que tenía como unos cilindros, tres o cuatros, incluso el cable”. Le dieron el alto pero, cuando Abouyaaqoub empezó a correr hacia ellos, dispararon. “Vemos el cinturón y vimos nuestra vida en peligro y una explosión inminente”.
Su compañero describió una escena idéntica: “Se levanta la camisa y muestra unos tubos cilíndricos pequeñitos. Baja la camisa y empieza a correr en dirección a nosotros […] Ni lo piensas. Viendo la amenaza y que no se detiene, empezamos a disparar hasta que cae”. Tras recibir los primeros impactos y desplomarse, el yihadista se volvió a incorporar y a dirigirse hacia los agentes. Astor 926 detalló lo que vivieron durante aquellos segundos: “Cae la primera vez a unos 12 o 15 metros [de nosotros]. Cae y entonces yo digo ‘ya está, ha caído’… [pero] se vuelve a levantar, vuelve a correr. Volvió a chillar Allahu Akbar [Alá es grande] y volvió a correr”. Los agentes volvieron a disparar. El cuerpo del terrorista recibió seis impactos.

Los sucesos de Cambrils

También vieron en peligro su vida los agentes que unos días antes, el 18 de agosto, abatieron a otros cinco integrantes de la célula yihadista en Cambrils (Tarragona), adonde habían acudido armados de cuchillo a atentar. Dos de los mossos, con números de identificación 14361 y 3573, fueron los primeros que llegaron al paseo marítimo. “Vimos al individuo con un artefacto, gritando Allahu Akbar y con algo en la mano. No tengo conocimientos de explosivos, pero para mí lo era. Queríamos que se estuviera quietecito”. “Pero no hacía caso. […] Se dirigía a nosotros. No sabíamos si el artefacto era real o no. Tuvimos que abrir fuego”, añadió uno de ellos.
Tras efectuar cuatro disparos, el terrorista —el quinto en ser abatido— cayó al suelo, pero se volvió a levantar. “Me echo un poco hacia atrás, a ver si va a detonar lo que lleve y la liamos más parda. Y luego salió por el paso de peatones y se dirigió a mí hasta quedar a 4 o 5 metros”, contó. Preguntado por el juez sobre qué pensó, el agente fue tajante: “Que quería hacer lo que había hecho e irse con su Dios, Alá. La actitud era de ‘voy a morir y si me llevo a alguien por delante, pues me lo llevaré”.
Los agentes volvieron a disparar y el terrorista cayó definitivamente. Su compañero 3573 coincidió en su relato de lo sucedido: “Lleva una especie de chaleco. Como si fueran latas de Coca-Cola. Y una cosa en la mano negra. Pensábamos que podía ser un detonador. Después supimos que era el mango del cuchillo que había utilizado y se le había roto”. El agente también aseguró que, como no atendía a sus indicaciones de alto, tuvieron que disparar. “Durante unos segundos estuve pensando que ahí acababa todo y que en cualquier momento esa persona haría detonar el explosivo” concluyó.
Otros cuatro mossos dieron detalles sobre la muerte de otro terrorista abatido aquel día. El agente con TIP 12324 aseguró que al llegar observó a un hombre tendido en el suelo que parecía llevar un cinturón con explosivos y a un compañero, a pocos metros, apuntándole con un arma. “Estaba tendido en el suelo y parecía que tenía impactos en el cuerpo. Ileso no estaba. Panza arriba. Con una mano señalaba al cielo con el dedo índice. Se tocaba el cinturón. No escuché que dijera nada. […] Parecía totalmente surrealista que después del primer y segundo impacto insistía en tocarse... Parecía de película”.
El sargento 10553 también recordaba que lo que mostraban los terroristas adheridos a sus cuerpos parecían artefactos explosivos. “Era como un color plateado con diferentes abultaciones. Como un chaleco. Estamos a unos 10 metros. Estaba muy cerca. Todo fue muy rápido. Él se levanta rapidísimo y empiezo a chillar. Se oyen las voces. Se levanta rápidamente y empieza a andar hacia nosotros. Él mueve la mano hacia arriba y habla en árabe. No sabría decir qué decía. Andando a velocidad normal. La mano derecha iba levantándola. Yo tenía claro que iba a disparar”.
Un poco más lejos se encontraba el agente con TIP 16978, quien recordó al magistrado que el yihadista hizo caso omiso a las órdenes que le daban para que se estuviera quieto. “Estábamos a 25 metros. Llevaba un chaleco. Se veían cosas plateadas. Iba gritando Allahu Akbar. Vi que iba lleno de sangre”, recordó en su declaración. Él efectuó dos disparos. “Se volvió a incorporar haciendo gestos para tocarse el chaleco. Recibí órdenes y efectué un disparo. Pasaron 5 o 6 minutos y volvió a hacer lo mismo. Estaba tumbado. Me fijé que con los dedos índices señalaba hacia el cielo. Volvió a tocarse el cinturón. Nueva orden, que fue cuando ya lo abatimos. Mantuvimos la posición hasta que vinieron los compañeros de Tedax [especialistas en desactivación de explosivos]”.
El subinspector 5018, que dio la orden de disparar a sus compañeros, recuerda que el terrorista “al ver de uniforme, vino a nosotros. A unos 15 metros, ordené disparar. Disparé yo primero y la línea de fuego respondió”. El agente insistió en que una de sus grandes preocupaciones era un establecimiento cercano en el que se habían refugiado numerosas personas que paseaban aquella noche por la zona: “Aparte del cinturón [explosivo], como veníamos predispuestos con los atentados de Barcelona, nuestra preocupación es que al lado había un bar con unas 40 personas encerradas que su protección era un cristal”.

Control de tráfico en la Diagonal

El juez también tomó declaración a cinco policías que participaron en un control instalado a la salida de Barcelona poco después del atropello de La Rambla para interceptar a los terroristas y que fueron arrollados por el yihadista en su huida a bordo de un coche que había robado tras asesinar a cuchilladas a su propietario. En aquel incidente, los agentes efectuaron nueve disparos sin éxito. Varios policías resultaron lesionados. El más grave, la sargento con TIP 4998, se mostró ante el magistrado convencida de que el terrorista quería matarla a ella y a sus compañeros: “Yo ya me lo vi encima. Lo que si recuerdo muy claramente fue el acelerón, oír el acelerón, levantar la vista y seguir oyendo el acelerón. Entonces fue cuando me arrolló. […] La intención era para mí totalmente clara”.
Otro agente que participaba en ese dispositivo, el subinspector 5520, tuvo la misma impresión: “Se observa que varía su trayectoria y se mete entre dos coches policiales. Y yo no llego a ver, pero por lo que comenta y se apunta en la minuta [informe policial del suceso], afirmaría también la tesis de que está sonriendo y mirando a los agentes. […] El hecho del acelerón también es un detalle. […] Lo que hace es embragar el coche y hace que la salida sea como si fuera una carrera de Fórmula 1, que es cuando ponen el semáforo en verde y salen corriendo. Son esos elementos los que me hacen llegar a que no se equivoca de trayectoria o de volantazo, que de forma consciente intentó hacer ese atropello”.

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