lunes, 5 de enero de 2015

04 enero 2015 (3) El Mundo del Siglo XXI (opinión)

04 enero 2015

El plan de 'víctimas educadoras' arrancó en Euskadi con Patxi López

Iñigo Urkullu la mantiene en la actualidad

La experiencia vasca llega ya a 2.200 alumnos




“Gracias por abrirnos los ojos”. La frase está escrita a mano junto al dibujo de unos ojos grandes, muy abiertos. Lo firman cuatro estudiantes vascos de Secundaria en una carta dirigida a la víctima de ETA que habló en su clase. Otros tres, a la familiar de un asesinado: “Nos enseñaste que ningún acto puede estar justificado para utilizar la violencia, ni siendo la última opción”.

“Aprendimos que los miembros de ETA no son 'etarras', sino personas manchadas por ese mal llamado odio. Aprendimos que con el 'ojo por ojo' todo el mundo se queda ciego”, añadieron Laura, Iñaki, Edurne y Paula. “Deberías ser un ejemplo para muchas personas”, escribieron otros chicos. “Kaixo”, saluda una adolescente. “No es que esté metida en este tema del terrorismo, pero mi aita, al ser ertzaina, tengo bastante metido este rollo en casa. Muchas veces tengo pesadillas y miedo de que algún día pueda pasarle algo así a mi padre. Yo sé que no podría nunca perdonarlo, pero al oír tu testimonio de que no podías vivir con el odio, me da qué pensar y te doy la razón”.

Son extractos de las cartas que un puñado de alumnos de ESO escribieron a la primera docena larga de víctimas del terrorismo -de ETA y sus ramas y de los GAL- que acudió a prestar su testimonio a los colegios de Euskadi con un objetivo muy claro: la deslegitimación de la violencia. Aunque se habían producido algunas experiencias previas muy minoritarias, fue con el Gobierno de Patxi López (PSE-EE), apoyado por el PP, cuando por primera vez la Administración pública impulsó un plan específico contra la justificación del terrorismo entre los más jóvenes, con la participación directa de sus víctimas en las aulas.

El día cero fue el 24 de abril de 2011, seis meses antes del “cese definitivo” de ETA: dos familiares de asesinados en Guipúzcoa cruzaron la puerta de un colegio para hablar ante medio centenar de estudiantes. Hubo preguntas a bocajarro y aplausos espontáneos. La escuela vasca llevaba décadas callada. El miedo, la a veces bienintencionada omisión, cuando no el respaldo explícito a ETA, formaban un cóctel muy complicado. El Defensor del Pueblo Vasco le puso números: en 2009, a la llegada de López a Ajuria Enea, el 24% de los escolares entre 12 y 16 años justificaba el terrorismo, muy por encima del 10% que apoyaba a ETA en la edad adulta.

El plan del Gobierno socialista arrancó enfrentándose a muchas resistencias. La del PNV, que venía de descartar la presencia de las víctimas en las aulas por considerarla “abrupta”, de articular un plan de paz en el que ETA era una anécdota ridícula entre la violencia de género o el maltrato escolar, y que alertó de la voluntad “adoctrinadora” del Ejecutivo soportado por Antonio Basagoiti. Los sindicatos nacionalistas de profesores sostenían lo mismo. Qué decir de Batasuna.

El plan despegó pese a todo y fue uno de los emblemas del cambio en Euskadi. La experiencia resultó muy positiva aunque pequeña: los testimonios sólo llegaron a ocho colegios. Con la llegada de Urkullu al poder, el PNV ha mantenido pese a todo el plan, que ha llegado a 30 centros educativos. Con retoques y un cambio importante: ya no sólo hablan víctimas de ETA y de otros terrorismos como los GAL, sino también de abusos y excesos policiales dentro de la lucha contra ETA hasta 1979, a las que el Gobierno vasco está reconociendo vía decreto. Los socialistas sólo las habían incorporado a su plan a través de sentencias relacionadas con casos de torturas.

El secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, ha asegurado que son ya 2.256 los alumnos vascos que han escuchado a una víctima de uno u otro tipo. Sólo UPyD y el PP vasco con más matices denuncian que se trata de una mezcla de víctimas que desdibuja y diluye el combate frontal al germen del odio nacionalista.

Opinión:

Tras más de 25 años aportando mi visión personal (y contrastada con cientos de víctimas de manera continuada) puedo asegurar que la iniciativa es muy correcta. Lo llevo diciendo desde hace años y no he cambiado de opinión.
Han sido muchas las conferencias presentadas, la última hace dos semanas. Pero observo en los últimos años que los asistentes, cada vez mas, están preparados para presentar propuestas y opiniones muy coherentes y que demuestran una investigación previa sobre el asunto. Está muy claro que las redes sociales e Internet como tal son fuente de información y es por esta razón que solicito a quien deba decidir quien impartirá estas conferencias que antes de hacerlo, consulte las sentencias y los datos con mucho interés. También exijo que consulten los posicionamientos ideológicos de muchos de estos supuestos “portavoces” porque no aceptaré que se haga proselitismo utilizando el terrorismo y a “las” víctimas del mismo. Reitero esta opinión porque muchas víctimas estamos hartas de que aparezcan ciertos y ciertas “representantes” que no han vivido las experiencias que dicen relatar. Y no me lo invento, lo dicen los hechos probados de las sentencias.
Por ello, jamás aceptaré que nadie hable en mi nombre sin antes consultarme la opinión y plantearé batalla (pacífica y dialogada como siempre) ante los aprovechados y aprovechadas que hablan de todo sin saber de nada. Me consta que hay gentuza que se ha hecho una “película propia” de supuestas experiencias aprovechándose del dolor de los demás pero que si algún día, alguien, les exige que demuestren lo que relatan, no tendrán modo de hacerlo.
No quiero casos como los “Enric Marco” de siempre...
Sinceramente, hablar hoy de la situación de las “víctimas del terrorismo” sin haber sufrido el abandono, el desamparo y la desidia de décadas atrás no vale para nada. Me consta que poseo información documentada que pueda molestar a ciertos ideólogos, pero jamás me he vendido a ninguna sigla ni pienso hacerlo. Hay que conocer (y reconocer) los errores cometidos para no volver a repetirlos y explicar la realidad de modo positivo. Y evidentemente no aceptaré que nadie haga pedagogía partidista (o ideológica) con mi dolor... ni con el mio ni con el de cientos de víctimas a las que conozco personalmente.

Y si alguien duda de lo que acabo se explicar, ya sabe donde encontrarme para observar y contrastar “in situ” mis opiniones.

Ah, otro pequeño detalle que ya me han comentado ciertas víctimas en menos de 24 horas: el resto de ciudadanos que han padecido el terrorismo causado por otras siglas ¿no tienen derecho a explicar sus vivencias? ¿Es que el sufrimiento es menor o distinto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario