martes, 21 de febrero de 2017

20 febrero 2017 (2) La Razón (opinión)

20 febrero 2017



Que Dios me perdone

Supongo que ya me habrán escuchado decir que lo de tertuliano de radio o televisión es mucho mejor que trabajar y en esas actividades andaba yo este fin de semana, cuando decidieron abrir los micrófonos a los oyentes para que opinaran sobre la sentencia del ‘Caso Noos', la absolución de la Infanta y la condena de Urdangarín.

Entró casi de inmediato una paisana en antena soltó con voz atribulada que la pena de seis años y tres meses de cárcel impuesta al yerno del Rey le parecía una broma por su levedad. Como pude, porque tiene costumbre los directores de programa de considerar sagrada la palabra del oyente, pregunté cuántos años le parecían justos.

Sin cortarse un pelo y sin haberse los 741 folios veredicto lo que es disculpable porque tampoco lo habían hecho el juez instructor José Castro y el fiscal Pedro Horrach cuando se pusieron a largar, la señora afirmó rotunda: "Por lo menos 12".

No voy a reiterar ahora que eso es lo máximo que le cae en España a un violador contumaz y lo que le suelen endiñar a un asesino confeso, porque una docena de años es lo que ha estado en prisión un facineroso llamado Youssef Belhadj, uno de los ‘cerebros' de los atentados islamistas del 11-M.

El tal Belhadj, a quien cualquiera de ustedes puede cruzarse por la calle porque se mueve libre como un pajarito, fue quien puso voz al vídeo que los terroristas dejaron en una papelera contigua a la mezquita de la M-30, dos días después de la masacre que dejó 193 inocentes muertos y 1.858 heridos y en la noche previa a las elecciones de 2004, que ganó Zapatero.

Belhajd fue quien alquiló el piso de Leganés donde se refugiaron los yihadistas y hasta su captura operaba como portavoz militar de Al Qaeda en Europa.

Quizá me he vuelto sensible con la edad, pero me acongoja el escaso interés que los periódicos, las cadenas de televisión, nuestros diputados y el rosario de ‘opinadores' de plantilla, los mismos que exigen calabozo eterno para Urdangarín y sus compinches, han mostrado hacia la puesta en libertad de este criminal y que nadie parezca reparar en que, dentro de nada, también saldrá de la trena Hassan El Haski, el otro cerebro de la carnicería de los trenes de Atocha.

Opinión:

Leo que Alfonso Rojo se queja de la intervención de una oyente en alguno de los programas en los que participa como tertuliano y afea la opinión de la señora con el argumento de que ella no se había leído la sentencia sobre el caso Noos.

En ese momento recordé que el fue quien me falto al respeto en un programa de televisión con un comentario despectivo cuando hablábamos del encuentro "reparador" que mantuve con uno de los autores del atentado de Hipercor, encuentro solicitado por el terrorista y aprobado por el Ministerio de Interior, encuentro estúpidamente publicitado por el ministro días antes. Explico esto porque el señor Rojo afea a una oyente la actitud que el mismo mostró contra mi aunque también debo recordar que una vez le explique toda la información que el desconocía, tuvo el detalle de pedirme disculpas. Aceptadas

Pero ahora, por muy doloroso que sea, habría que recordar que las condenas que  cumplen los terroristas o los violadores dependen de la legislación que proponen y promulgan los políticos en el Congreso de los Diputados. Eso lo sabemos quienes llevamos casi 30 años en la lucha jurídica contra los delincuentes.

Por lo tanto, señor Rojo, métale caña a esos políticos y deje tranquilos a los oyentes cuyo único desahogo es llamar a una radio... la explicación que acabo de escribir ¿se la dio a la oyente?

En cuanto al último párrafo de su artículo, dos aclaraciones. La primera, aunque no soy ningún opinador de plantilla ni mucho menos diputado, si hubiera leído este humilde blog sabría que el día 18 ya publiqué la noticia junto a mi opinión tras leer la información en el diario El Faro de Vigo. Quizás el señor Rojo no tiene ningún sistema para conocer las noticias que le puedan interesar, pero cuando trabaja en una agencia de comunicación debe tener ciertos campos cubiertos.

Para terminar, le rogaría al señor Rojo que cuando quiera describir los nefastos efectos de una matanza, utilice las ricas palabras que el idioma castellano le ofrece: masacre, aniquilación, mortandad. Llevo años denunciando el infame uso de la palabra “carnicería” cuando se desea definir el horror de alguna atrocidad. Y, señor Rojo, le voy a contar un pequeño secreto: por las secuelas del atentado en Hipercor tuve que dejar mi noble, digno y limpio trabajo como carnicero en Hipercor, Desde entonces dedico una pequeña parte de mi tiempo a presentar mi queja cuando gente como usted utiliza la palabra “carnicería” o “carnicero-a” con la intención con que Usted (y otros-as como usted) lo hacen a menudo. Gracias a esa actitud de reclamación y vigilancia constante, los compañeros del gremio de Carniceros de Barcelona me nombraron “Carnicero Honorífico”. No me consta que tenga usted un reconocimiento similar por parte de sus compañeros. 

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