02
septiembre 2017
Pedagogía contra el terrorismo
En los centros educativos se impone
la necesidad de tratar el problema con naturalidad, sin excesos y sin ocultar
la verdad
El
enorme impacto emocional causado por los atentados del 17 de
agosto en
Barcelona y Cambrils también ha afectado a niños y adolescentes, incluso con
más virulencia y desamparo puesto que no disponen de los mecanismos que los
adultos utilizan ante circunstancias tan trágicas. No hay que olvidar, en este
sentido, la desazón que produce el hecho de que entre las víctimas se cuenten
también menores de edad. Después del verano, casi un mes después de la herida
terrorista, llegará el curso escolar, y
con él la socialización de los sentimientos vividos, desde la
estupefacción al miedo, desde el intento de comprensión a la proximidad del
dolor. En los centros educativos se van a vivir días difíciles,
porque, más allá de las explicaciones que los jóvenes han recibido de sus
familias, se impone la necesidad de tratar el asunto con la mayor naturalidad,
sin excesos pero sin ocultar la verdad, intentando razonar sobre las causas y
procurando que la presencia del docente sea un punto de encuentro que
reconforte y que posibilite el diálogo y la reflexión.
Todos
los especialistas consultados llegan a la conclusión de que los atentados
yihadistas del 17-A deben tratarse en clase de manera proactiva.
Estimulando la reacción y creando un espacio en el que puedan plantearse todos
los temas sin cortapisas, con un criterio que abogue por un lenguaje sencillo y
sin exceso de dramatismo y que, al mismo tiempo, incida en las directrices que
se establecen en los protocolos genéricos contra el odio y la
discriminación.
Hay
que tener en cuenta, por supuesto, las edades y la procedencia social de los
alumnos, así como la composición del aula. En los más pequeños, se trata de
responder con sensibilidad a sus dudas. Los mayores deben llevar a cabo un
trabajo constante de concienciación en pro de la convivencia. Y es evidente
que, en función del origen y de la estructuración del centro, las dificultades de
la labor pedagógica pueden aumentar. Para que una sociedad
reaccione con entereza ante el terror, la labor de la escuela es capital, con
el afán de no trivializar y de ofrecer, al mismo tiempo, mecanismos de defensa
psicológica y con voluntad cohesionadora. Será un reto para los
enseñantes. El conocido
'No tinc por' pasa también por asumir con racionalidad las raíces del miedo y
luchar por una sociedad inclusiva y tolerante.
Opinión:
Ofrecí mi primera conferencia en un centro educativo en 1992, poco
después de iniciar mi labor como delegado en Catalunya de la antigua AVT y son
ya mas de 25 años de experiencia contrastada con documentación y datos los que
llevo haciendo esta labor, ahora por libre.
Es curioso observar cómo en los últimos años han aparecido ciertos
personajes que explican temas que no han vivido aderezados de secuelas
inventadas y de lesiones que no han sufrido. Será muy educativo que vaya
pasando el tiempo para ir descubriendo a estos tahúres que viven del dolor
ajeno.
Por ello advierto a las autoridades que tienen competencias en la
educación que antes de contar con la colaboración de ciertos personajes
dediquen cinco minutos a estudiar la realidad y la veracidad de los relatos que
se expliquen a la comunidad educativa.
Ah, y que sobre todo no se utilicen esos espacios para inducir a
ciertas ideas partidistas concretas o para ofrecer soluciones que,
evidentemente, rozan la venganza o el rencor…
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