01 septiembre 2024
«El
patio trasero de ETA»: el plan policial y judicial que colapsó la trama
terrorista
Llega
a las librerías el libro que relata cómo la Policía neutralizó las redes de
apoyo y regeneración del 'complejo ETA'
Uno
de los autores, Jesús de la Morena, es el comisario general de Información que
con su equipo diseño la estrategia
«Basta
ya de camuflar pistolas bajo los escaños; basta ya de señalar a las víctimas
sentado cómodamente en un sillón municipal y, encima, recibiendo subvenciones;
basta ya de acompañar programas electorales con cartas bomba, basta ya de
brazos políticos y pasamontañas políticos y basta ya de santuarios
institucionales»... José María Aznar, por entonces presidente del Gobierno,
pronunciaba estas palabras en abril de 2002, en un acto previo a la ley de
reforma de partidos que desembocaría en la ilegalización de Batasuna. Mariano
Rajoy, vicepresidente primero, hablaba esos días en términos muy parecidos.
Sólo 16 meses antes, en diciembre de 2000, se había firmado por el PP y el PSOE
en la oposición el pacto antiterrorista que respaldaba la estrategia policial y
judicial contra ETA.
Sin
embargo, hasta llegar a ese momento había sido imprescindible poner en marcha
en 1996 desde la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía una
estrategia, en la que muy pocos creían entonces, que tenía una idea fuerza: si
la organización terrorista había sobrevivido hasta entonces a pesar de haber
recibido los golpes policiales más duros, era porque contaba con unas potentes
estructuras de apoyo, regeneración y financiación que permitían su
supervivencia.
Por
tanto, el edificio criminal sólo colapsaría si se conseguía anular también esas
otras redes, que jugaban un papel decisivo en el entramado de grupos satélites
que aseguraban su regeneración 'sine die' y su estrategia político militar
recogida en su anagrama Bietan Jarrai (caminando en las dos vías).
El
libro «El patio trasero de ETA» (Editorial Almuzara) que llega el lunes a las
librerías, relata ese trabajo policial y judicial –este último dirigido por el
magistrado Baltasar Garzón– y cómo, además, atacando esas estructuras
vinculadas con la organización terrorista –KAS, Jarrai, Egin, Xaki, Ekin...–,
se consiguió llegar también a todos los aparatos de la banda golpeándolos con
dureza hasta su derrota.
El
relato de esos años apasionantes y agotadores se hace además desde las entrañas
de los centros de decisión, porque uno de sus autores, Jesús de la Morena –el
otro es el que firma estas líneas–, fue el mando policial que diseñó esta
estrategia. De la Morena estuvo al frente de la CGI entre 1996 y 2004 y logró
impregnar de su filosofía a toda esa potente unidad policial.
Análisis
minucioso
Fue
el análisis minucioso de toda la documentación que había generado la actividad
antiterrorista sobre esas relaciones y vasos comunicantes el que permitió
vislumbrar e interpretar más en detalle el modelo y 'modus operandi' de las
tramas que trabajaban para que ETA pudiera seguir su actividad. Destacaban
sobre todo KAS –primero en su función de coordinadora teledirigida por los
terroristas, que se reunían con todos los grupos de su órbita, y años después
también como una organización específica conformada por los más ortodoxos entre
esos grupos que actuaban ya como delegados suyos– y Jarrai, cantera de ETA y
clave en el desarrollo de la kale borroka.
Uno
de los miles de documentos intervenidos a ETA analizados explicaba de forma
meridianamente clara el funcionamiento y complementariedad del modelo criminal
auspiciado por la organización, y lo reflejó en un dibujo en el que se veía una
trainera cuyo patrón era un etarra y los remeros miembros de esas
organizaciones que garantizaban su supervivencia. Todos ellos seguían el mismo
rumbo: la destrucción de la Constitución, que se iba a aprobar en referéndum
solo unos meses después. Y en un Zutabe (boletín interno de los etarras) de
1978, saludaban así la creación de Jarrai: «Habéis de ser la base de todo KAS,
entendiendo este organismo como un conjunto de partidos políticos,
organizaciones de masas y organizaciones armadas. De este modo, tras vuestro
periodo juvenil engrosaréis las filas de todos estos organismos en la medida de
vuestro grado de conciencia y disposición de lucha». Le otorgaba, por tanto, un
papel esencial, y sin embargo nadie había atacado esa organización hasta
entonces.
Un
submarino
Esa
especie de submarino que constituían KAS/Jarrai, y que hasta entonces no era
prioritario para las fuerzas antiterroristas que luchaban contra los comandos
criminales, tuvo que salir más a la superficie por la crisis política y militar
surgida en ETA a finales de los 80 y principios de los 90, con disidencias como
las surgidas en HASI o la caída de la cúpula etarra en Bidart en una operación
de la Guardia Civil.
De
esa crisis surgió la nueva estrategia criminal basada en la «socialización del
sufrimiento» y en un control más férreo de todos los grupos afines, en
particular Herri Batasuna. En este sentido fue clave la creación de KAS como
organización especifica al servicio directo de ETA y que actuaba como columna
vertebral de todo el modelo y estrategia criminal. De ese proceso, además, se
derivó una violencia aún mayor, pues a los atentados se unió la aparición de la
kale borroka, y la delegación de algunas funciones, como la cofinanciación y el
apoyo a los huidos, hasta entonces en manos etarras.
En
otro documento de esa época recogidos en el libro, Eugenio Etxebeste, 'Antxon',
hace autocrítica por la situación, caídas y frustración por el fracaso de la
negociación de Argel. Afirma el entonces jefe del aparato político de ETA que
el objetivo de la nueva estrategia de «socialización del sufrimiento» era
romper con la sensación de que la lucha era solo entre la organización y las
Fuerzas de Seguridad y abogaba porque toda la sociedad estuviera metida «en ese
cocido». Y en ese contexto de autocrítica también hace otra afirmación, muy
relevante, en la que admite que «todo lo que somos es gracias a ETA» detrás de
la cual se vislumbra ese empeño que aún tienen herederos de ese mundo por
agasajar y exigir la libertad de los presos etarras.
Es
en el ecuador de los 90 cuando sobre todo la Policía se centra en atacar ese
entramado y hace múltiples operaciones contra jefes de la kale borroka, sin
perder de vista la organización Jarrai a la que estaban vinculados muchos de
sus responsables. También debuta en el campo financiero y el denominado frente
mediático con el cierre de Egin, una medida impensable muy poco tiempo antes.
Tregua
trampa
La
nueva estrategia policial no pasó inadvertida ni para los terroristas ni para
la izquierda abertzale, que vio cómo pasaba a ser objetivo policial. «El patio
trasero de ETA» describe con minuciosidad cómo a partir de 1997 en documentos
intervenidos se refleja ese cambio de estrategia por parte del Estado y las
Fuerzas de Seguridad para bloquear y aislar a la organización y cómo la Policía
aprovechó la tregua trampa de Lizarra para rearmarse frente a los terroristas.
De
hecho, a principios del nuevo siglo, tras el fracaso de las negociaciones con
ETA, la organización ordenó activar la 'madre de todas las Batallas' con
decenas de comandos que cometieron decenas de atentados y que asesinaron, sólo
en 2000 y 2001, a 38 ciudadanos. A todo ello se sumó un repunte de la kale
borroka, si bien el trabajo hecho desde años antes por la Policía sobre estos
grupos había disminuido su potencial. Además, el trasvase precipitado de los
responsables de estos “chicos de la gasolina”, en palabras de Xabier Arzalluz,
hacia los comandos etarras, era una gran noticia para los agentes
antiterroristas, que ya los conocían en buena medida por haberlos detenido
antes.
De
esa ofensiva ETA salió muy mal parada por las continuas operaciones de la
Policía, la Guardia Civil y el CNI, que supusieron no sólo la neutralización de
sus comandos, sino también de sus estructuras de apoyo y regeneración; en
definitiva, de ese 'patio trasero', sin el cual el entramado terrorista estaba
condenado al colapso.
En
ese momento, los servicios de Información de la Policía, tras una prolongada
travesía del desierto, habían logrado recuperar mucha capacidad, aumentado sus
resultados en la denominada vía militar, tanto en Francia como en España.
También había grandes operaciones en el ámbito de las estructuras de apoyo, lo
que provocó no sólo la neutralización de numerosos terroristas y colaboradores,
acelerando su progresiva descapitalización, sino también el bloqueo del modelo
y sus vasos comunicantes, lo que derivó en una crisis global que a corto-medio
plazo sería definitiva.
Todo
ese trabajo hizo que la situación fuera irreversible para el complejo etarra,
de modo que a mediados de los 2000, al margen de la negociación con ETA
emprendida por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, el final de la organización
era cuestión de tiempo.
Derrota
final
Entre
2007 y 2009 ETA quiso coger aire con sus últimos coletazos y argucias, pero
Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de Interior, no cayó en la trampa y respondió
con la estrategia policial y judicial de finales de los 90. De esta forma,
gracias al trabajo de toda la sociedad y todos los gobiernos, y en particular
de las Fuerzas de Seguridad, el CNI, jueces y fiscales, se pudo cambiar esa
vieja idea de que sólo una negociación podía acabar con el terrorismo, por la
de que era posible su derrota. Esa realidad, y no otra circunstancia, fue la
que obligó a Otegi a romper con los asesinos para sobrevivir. Un último golpe
moral a los alicaídos jefes etarras que desembocó en la asunción de su derrota
en octubre de 2011, sin contraprestaciones del Estado.
Opinión:
No es mi propósito llevar la contraria a nadie pero sí
quiero explicar mi versión una vez leída toda la información. Reconozco que me
ha obligado a revisar mucha documentación que creía ya era conocida por algunos
responsables de la lucha antiterrorista pero veo que todavía hay quien no
recuerda según qué cuestiones.
Mencionan que en abril de 2002 el presidente Aznar dijo lo
siguiente: «Basta ya de camuflar pistolas bajo los escaños; basta ya de señalar
a las víctimas sentado cómodamente en un sillón municipal y, encima, recibiendo
subvenciones; basta ya de acompañar programas electorales con cartas bomba,
basta ya de brazos políticos y pasamontañas políticos y basta ya de santuarios
institucionales»...
Sí, es cierto, tan cierto como que a finales de 1998 dijo
también aquello de “siempre es mejor tomar posesión de un escaño que de una pistola.
Ahora lo que hay que evitar es que se intente compatibilizar ambas cosas”. O
aquello de “el comunicado que ETA hizo público el día 21 de diciembre que confirma
la tregua indefinida de la banda, abre la esperanza de una paz definitiva”, sin olvidar aquello de “por la paz y sus derechos no nos cerraremos a la esperanza,
al perdón ni a la generosidad. Seremos coherentes”…
También Mariano Rajoy dijo por entonces que “en los
contactos no se tratarán temas políticos” y “ETA tiene que tomar ahora la
iniciativa”. Perdón pero ¿contactos con quién, con la banda terrorista ETA? Ah
bueno, si es así… pues nada, que tomen la iniciativa después de contactar ¿no?
Vaya cambios de opinión en poco más de cuatro años ¿no?
Por otro lado, leemos que “De la Morena estuvo al frente
de la CGI entre 1996 y 2004 y logró impregnar de su filosofía a toda esa
potente unidad policial” que realizó la estrategia para atacar a “esas
estructuras vinculadas con la organización terrorista –KAS, Jarrai, Egin, Xaki,
Ekin”.
Bueno, bueno… también habría que recordar que hubo mucha
otra gente que colaboró en esa estrategia, como José María Fuster-Fabra,
abogado de la antigua Asociación Víctimas del Terrorismo que presentó muchísimos
datos de investigaciones en su tesis doctoral titulada “Responsabilidad civil
derivada de actos de terrorismo”…
Podría aportar mas datos pero me gustaría terminar mi
opinión diciendo que sí, que está muy claro que el final de la banda terrorista
ETA se consiguió gracias a la labor de
las FCSE.
Pero no solo. Hubiera sido muy bonito hacer un
reconocimiento público a la labor de la sociedad civil, del conjunto de
ciudadanos y muy especialmente al conjunto de víctimas de la banda terrorista
ETA que mostramos una paciencia y dignidad infinitas. Y unas pocas, además,
mostramos una excelente memoria y muchos, muchos datos contrastables.
Obviamente, no incluyo en ese conjunto de víctimas de la banda terrorista ETA a
algunos impostores que algún día serán descubiertos.
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