domingo, 5 de agosto de 2018

05 agosto 2018 (5) La Vanguardia

05 agosto 2018 



17-A: Un mes de preparativos
La célula islamista que atacó Barcelona y Cambrils comenzó a disponerse para los atentados el 12 de julio

Los atentados de Barcelona y Cambrils, de los que ahora se van a cumplir un año, fueron el desenlace fortuito de la explosión de Alcanar, pero la preparación de lo que querían hacer fue meticulosa, y comenzaron a disponerse para sus objetivos el 12 de julio, cuando llevan a cabo la compra de cien litros de peróxido de hidrógeno, vital para fabricar sus bombas. La célula usó a personas que no tenían que ver con el terrorismo para montar su infraestructura y se financió en parte con pequeños delitos, como robos o venta de piezas de oro.
Abruma ver la sencillez con la que los terroristas islámicos llevan a cabo sus matanzas. Compran en tiendas legales, usan coches prestados o alquilados y necesitan poco dinero para sus fines. En esta ocasión, la célula de Ripoll que perpetró los ataques en Barcelona y Cambrils utilizó a un vendedor de Vinaròs (Castellón) para comprar los precursores de sus explosivos, según se puede ver en las investigaciones.
Como ya es sabido, el líder espiritual de la célula era Abdelbaki es Satty, el imán de Ripoll, que captó a nueve jóvenes magrebíes de la localidad para sus objetivos. Pero para ello se tomó su tiempo y se movió por la zona de Levante. Así lo declaró y consta en el sumario un conocido de Satty que reside en Castellón, que le conoció cuando este dirigía oraciones en la ciudad. De sus palabras y posteriores pesquisas se ha conocido que el jefe del grupo envió a varios de los jóvenes, como Youssef Aalla y Younes Abouyaaqoub, a trabajar en la campaña de la naranja en el año 2016. Luego el imán pasó varias veces por Castellón, una de regreso de Marruecos y otra de camino a Valencia.
En esta época de trabajo agrario, los miembros de la célula dieron con la casa abandonada de ­Alcanar, o sea, en el 2016; comprobaron por internet que era propiedad de un banco y decidieron ocuparla. Este conocido de Satty estuvo en ella e incluso les comentó que quería comprarla, pero ellos se negaron. En la última conversación le dijeron que unos rumanos estaban entrando, para evitar que se acercara porque ya preparaban el explosivo.
Alcanar era el centro operativo de la célula, donde instalaron su laboratorio de explosivos, pero en el sumario consta que no empezaron a trabajar allí con bombas: lo hicieron en un piso de Ripoll, donde consiguieron fabricar mezclas ­explosivas, pero se les quedó pequeño y necesitaban buscar otro sitio más grande y discreto. Se trasladaron con los bártulos al chalet del Montsià, donde estuvieron dos años pensando en lo que iban a hacer.
Esta casa era frecuentada sobre todo por cinco miembros de la célula: el citado Satty, Younes Abouyaaqoub (el conductor de la furgoneta de la Rambla), Mohamed Hichami, Youssef Aalla y Mohamed Houli. Estos cuatro últimos eran los encargados de confeccionar los explosivos, según unos manuales que se había descargado por internet Hichami. De ello existe constancia por cuanto se han podido encontrar vídeos donde se les ve manipulando las sustancias e incluso confeccionan un chaleco explosivo y varias granadas caseras, mientras profieren insultos contra los cristianos y los Mossos.
En un informe de la Guardia Civil que obra en la causa se puede leer que hay una fecha clara en que el grupo pasa de planear a actuar con la vista puesta en un atentado. Es el 12 de julio del 2017, cuando en una empresa de Tortosa compran cien litros de peróxido de hidrógeno. Para hacer las compras se sirvieron de otra persona, de nombre Said, que trabajaba con su tío en un comercio de alimentación en Vinaròs, y que no tenía ninguna conexión ni con integristas ni con terroristas.
La historia de Said es la siguiente. Nació en Marruecos y siendo joven llegó ilegalmente a España en el 2010, cuando tenía 15 años. Cruzó en Estrecho en la zona de Tánger y ya en Algeciras se ocultó en los bajos de un camión, forma en la que llegó a Barcelona, donde fue a parar a un centro de acogida. Al final se fue a vivir con su tío a Vinaròs, empleándose como dependiente en su comercio.
En sus declaraciones a la Guardia Civil y en el juzgado contó que un día entró Younes en la tienda y compró viandas. Luego volvió varias veces y un día le pidió que le prestara la furgoneta de su tío, que es isotérmica, a fin de ir a Tortosa a comprar productos de perfumería y luego revenderlos.También le solicitó que le dejara su documentación para las adquisiciones, y que lo hizo porque confió en él, y que a cambio le dio quince euros.
Pues bien, no era material de perfumería: el 12 de julio Younes compró en una empresa de Tortosa los cien litros de peróxido de hidrógeno, con la documentación de Said, y con la furgoneta de su tío los llevó a Alcanar. Luego vinieron más compras en comercios de Gurb, Campredó y Vinaròs, hasta sumar 350 litros de este compuesto y 340 de acetona, que son la base para fabricar un explosivo denominado triperóxido de triacetona (TATP), habitualmente usado por el Estado Islámico en sus acciones terroristas, por ejemplo en París, en noviembre del 2015, y en Bruselas, en marzo del 2016. La última compra se produjo el 8 de agosto, nueve días antes de los atentados. También se habían hecho con 15 fundas de almohada y bridas, que seguramente habrían usado para contener las bombas. A todo esto hay que sumar las 104 bombonas de butano que se encontraron entre los escombros de Alcanar, amén de material de ferretería para usar como metralla.
Para financiar sus actividades, la célula recurrió a pequeños delitos, como robos o la venta de oro, posiblemente también hurtado, en un comercio de Castellón, hecho este último que fue realizado por Houli. Al respecto, en la causa consta la carta de un preso a las autoridades, posterior a los atentados. Este hombre, encarcelado por atracos, dice que Younes colaboró con él en robos, que estarían destinados a financiar actividades yihadistas.
En la causa judicial constan numerosos testimonios de gente que, tras los ataques, afirmaron que habían vistos a los terroristas. Por ejemplo, en el pantano de Riudecanyes, en cuyas inmediaciones usaron un restaurante abandonado para reunirse horas antes del ataque en Cambrils. Allí les vieron con un hombre no identificado con barba.
También otra persona señala que vio a unos jóvenes árabes, parecidos a los terroristas, que habían vigilado un restaurante en Barcelona. De la misma forma, personal del casino Las Vegas, en Salou, identificó a dos miembros de la célula, Younes y Moussa, como integrantes de un grupo de cuatro o cinco personas que intentó entrar en el local unos cinco días antes de los atentados. Algunos se quedaron fuera, pero cuando se fueron se dio cuenta de que uno llevaba un cuchillo de cocina escondido en la espalda.
Pero sin duda lo más curioso es el relato de un grupo de familias extranjeras que estaban en la playa de Cambrils el 16 de agosto, esto es, un día antes de los acontecimientos. En sus testimonios explican que sus hijos estaban jugando en la arena a fútbol cuando se les acercaron seis jóvenes de aspecto magrebí que comenzaron a charlar con ellos de distintas cosas, hasta que en un momento les dijeron que eran terroristas y les señalaron tres mochilas que llevaban, lo cual no fue tenido en cuenta. Los chicos dijeron que uno llevaba piercings e identificaron a Younes en fotos.
Como se recordará, la célula que llevó a cabo los ataques de Barcelona y Cambrils, con el resultado de 16 muertos y más de un centenar de heridos, estaba compuesta por diez personas, de las cuales ocho fueron abatidas por los Mossos d’Esquadra. Según los informes de las fuerzas de seguridad, se trató de un grupo mucho más organizado de lo que se pensaba en un principio, que se re­partió tareas, usó personas interpuestas que no tenían que ver con ellos para conseguir infraestructura y se financiaron con pequeños delitos.
En una anotación de Es Satty, ellos mismos se declaraban soldados del Estado Islámico. El EI asumió los atentados en Catalunya como propios, en dos comunicados, el último colgado en internet el día 19, en el que se elogia lo ­ocurrido. La célula estaba preparando minuciosamente un atentado que hubiera sido dantesco, a la vista de la cantidad de explosivos fabricados. Pero la explosión accidental de Alcanar les hizo cambiar de planes, con un final también trágico.


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