sábado, 18 de agosto de 2018

17 agosto 2018 (6) Hoy

17 agosto 2018 



Víctimas con voz
Los intentos de explotar políticamente el 17-A son tan incomprensibles como la división un año después de los atentados

Las crueles dentelladas que terrorismos de todo signo han propinado a la convivencia en España durante las últimas décadas deberían haber aportado algunas enseñanzas en medio de tanta barbarie y dolor. Entre ellas, que los únicos culpables de los atentados son sus autores e inspiradores. Y que intentar rentabilizarlos sin pudor en términos políticos –una tentación demasiado irresistible en algunos casos– es no solo una bajeza moral que retrata a quienes la practican, sino una estrategia de escaso recorrido y alto riesgo que puede volverse en contra de sus promotores más pronto que tarde. Un año después de los ataques yihadistas en Barcelona y Cambrils, sus víctimas han alzado la voz para exigir a los partidos que «no manipulen» en provecho propio su dolor en los homenajes convocados para hoy. Un llamamiento lleno de sensatez cuando el obligado recuerdo y solidaridad con los damnificados por el fanatismo salvaje pretende ser instrumentalizado por el independentismo como ariete contra el Estado. Y cuando algunos líderes, de contrapuesta ideología pero con idéntica falta de escrúpulos, siguen obcecados en endosar la responsabilidad de los atentados a los errores –innegables– en los sistemas de prevención y coordinación de las fuerzas de seguridad; y, de rebote, a los partidos que estaban al frente de las respectivas instituciones cuando se produjeron. El «abandono» por parte de los gobiernos denunciado por las víctimas y su hartazgo con los excesos de la clase política obligan a una severa autocrítica y una urgente rectificación por parte de los interpelados. No va en esa línea, precisamente, el absurdo intento de Quim Torra de boicotear la presencia del Rey en la concentración de hoy en La Rambla. El secesionismo radical ya mostró su cara más insolidaria cuando, en lugar de tributar homenaje a las víctimas y honrar su memoria, se esforzó en convertir la multitudinaria manifestación que recorrió Barcelona tras la masacre del 17 de agosto en un acto de agitación y propaganda contra Felipe VI y el Gobierno español. Fracasado por insostenible el veto al jefe del Estado, cuya asistencia a la concentración de hoy han defendido hasta destacados líderes de izquierda inequívocamente republicanos, el independentismo dará una muestra de pragmatismo si huye de la confrontación pública. Aunque sea a costa de organizar actos paralelos al que contará con la asistencia del Rey y visibilizar así una falta de unidad difícil de entender.


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